Setamor (Novela) Captulo 23.
Publicado en Feb 08, 2011
Prev
Next
La temperatura, en la gran capital, era totalmente opuesta. Un fuerte calor, impropio de aquellas fechas invernales, invadía la atmósfera a pesar de ser, solamente, las diez de la mañana. Nunca, en la historia vivida por el joven licenciado, se había registrado aquella temperatura en aquel mes. Sin embargo, a pesar de esta anormalidad metereológica, era muy de agradecer aquella distorsión ambiental, sobre todo si, como en el caso de él, se llegaba de un rincón húmedo y lluvioso.
El joven licenciado tenía mucho tiempo por delante para dirigirse a algún lugar concreto. Las panaderías, los bares y otros comercios, acababan de abrir sus puertas. Pensó en la taberna construída en madera de color roja y se decidió por volver al lugar donde ahora se ubicaba, según había podido comprobar, una sala de juegos recreativos. Todavía no comprendía cómo pudo ocurrir aquel cambio tan brusco y cómo la sociedad podía haber virado, tan intempestivamente, hacia el otro lado de la balanza. Quiso comprobar, tranquilo y relajado como lo estaba ahora, si era cierto o había existido alguna confusión la vez anterior.
Circuló por las calles angostas y angustiosas de la parte vieja de la gran capital. Se concentraba en memorizar los letreros: "Calle del Amor" (con su metafísica forma serpenteante), "Plaza de la Bohemia" (tan pequeña que parecía un patio de vecinos), "Pasadizo de la Gaviota" (donde, antaño, solían encontrarse las parejas para dilucidar sus batallas de besos), "Costanilla del Gavilán" (famosa por ser viejo lugar en el oficio de la prostitución), "Calle de la Paloma Azul" (famosa por ser donde se agrupaban los chinos), "Travesía de Romeo" (predilecta de los borrachos por la gran cantidad de bares que acogía), "Costanilla de Julieta" (tan cercana ya a la vieja taberna que por allí siempre se podía encontrar a algún bohemio de ida o a algún bohemia de vuelta) y, por fin, "Calle del Poema". Y se encaminó hacia el número trece.
Había vuelto a reencontrarse con las mismas tiendas: ultramarinos, zapatería, bares, lechería, panadería, pequeños talleres, una peluquería (donde sólo acudían los del barrio), alguna que otra carnicería, mercería, tienda de herbolario, la antigua carbonería que permanecía cerrada desde tiempos inmemoriales, y el vetusto mercado donde los días laborales olía a pescado, vísceras, frutas, verduras y a una extraña mezcla de especias.
A cierta distancia contempló el lugar dodne antes se ubicaba la vieja taberna y, sin embargo, le sorprendió que el letrero luminoso ("Recreativos El Porvenir") había desaparecido. Por un momento pensó si no había sido que, en la anterior ocasión, la hermosa secretaria hubiese confundido la calle y, por algún fallo memorístico, no hubiese acertado a descubrirlo; así que aceleró sus pasos y se dirigió hacia el lugar.
"Recreativos El Porvenir" ya no existía; pero la vieja taberna de los bohemios tampoco. Era como si aquel local hubiese tomado el capricho de las súbitas transformaciones. Ahora no era nada más que un montón de escombros que se podían descubrir por la medio abierta puerta de entrada. Escuchó sonidos en el interior (no había duda de que estaban trabajando) y se decidió por entrar.
Mientras dos obreros arreglaban las paredes e iban sacando escombros hacia el exterior, un tercer hombre, bien vestidoy bien arreglado, dirigía las operaciones. Fue éste el que se dirigió al joven licenciado.
- ¿Cómo tú por aquí?. ¡Te creía desparecido para siempre!.
El joven licenciado no le reconoció. Una vez más no reconocía a quien le hablaba.
- ¿No te acuerdas de mí?.
- Me recuerdas a alguien, pero no acierto a saber a quien...
- ¿Qué pasa con mi memoria? -se preguntó mentalmente.
- Si estás pensando en que tu memoria es la que te falla, te equivocas. Es que estoy tan cambiado que nadie me podría reconocer pero... espera... a ver si esto te da la clave: "Me fui no sé cuando pero sólo puedo decirte que no voy a volver, mañana, nunca, ayer...".
- ¡Tú!.
- Sí... ¡el más borracho de todos los borrachos que acudían aquí!. Aquel que terminaba todos sus delirios con esta misma frase.
- ¡Claro que me acuerdo de ti!. Pero... ¿qué ha pasado?. ¿Qué ha ocurrido con todo el mundo?.
- Sentémonos en esas sillas, que te lo voy a explicar...
Y una vez sentados ambos, el hombre bien vestido y bien arreglado continuó.
- ¡Ha cambiado todo!. Aquel mundo desapareció... cuando el anciano poeta extranjero murió fue como si el motor que hacía moverse a aquel mundo hubiera dejado ya de funcionar. Todo desapareció de la noche a la mañana.
El joven licenciado comprendió por qué el seudónimo "Diesel" le había hecho recordar al anciano poeta extranjero.
- Nos faltaba quien nos dirigiera y sin el anciano poeta extranjero, dejamos de existir.
- Y... ¿qué fue de los demás?.
- El dueño del local cerró repentinamente, lo vendió y ahora creo que tiene abierto un restaurante en la zona norte de la ciudad. De los demás ¿qué quieres que te cuente?. Algunos murieron... y otros desaparecieron en la bruma...
- ¿Y las chicas?.
- ¡Ya no hay ninguna por aquí!. Bueno, sí... hay una... pero eso es otra historia que te voy a contar.
- ¿Otra historia?.
- Sí. Muy personal. ¿Tú te acuerdas de quién era yo?. Ya sabes... ¡el más borracho de todos los borrachos!. ¿Qué ves ahora?. Un hombre limpio, apartado del alcoholismo, bien peinado, bien vestido y... sobre todo... bien regenerado. ¿Sabes a quién le debo este cambio?. ¿Tú te acuerdas de aquella que te puso el pañuelo verde alrededor de tu cuello cuando estábamos en el entierro del anciano poeta extranjero?. ¡Fue ella!. Cuando todo aquel mundo se vino abajo sólo quedamos ella y yo. Me iba a tomar vinos, para olvidar, a otros bares de por aquí pero... ¿sabes que sucedió?. Que ella siempre estaba a mi lado y... ¡nos enamoramos!!. Y el amor hizo todo lo demás. Me amó de una forma que nadie, antes, me había amado. Dijo que había encontrado la Fe y... ¡era cierto!... ¡me la transmitió!. Ahora somos creyentes de un Dios justo y piadoso y.... ¡ya me ves!... ¡de ser solamente escoria humana a ser todo un hombre!. Tan cambiados estamos ambos que ya somos casados por lo civil. Esperamos hacerlo, bien pronto, por nuestra iglesia. ¿A que no te lo creerías si te lo contase otro?. ¡Pues es verdad!. ¡Aquí me tienes con todo el futuro, todavía, a mi alcance!. Aquel mundo bohemio nos llevaba a la ruina pero también tuvo cosas excelentes que hemos sabido aprovechar.
- ¿Y el local?.
- Otra historia. ¡Verás la grandeza de Dios!. Cuando nos casamos no teníamos ningún dinero y no sabíamos qué hacer. Ella posee un título de cuidadora de niños y siempre soñaba con instalar una guardería infantil porque hijos propios no podemos tener por mi culpa. Eso es algo que nadie sabía y que sólo me contó a mí. Tuvimos la idea de conseguir este local pero no teníamos dinero para comprarlo y los bancos... ¡qué no sabrás tú de los bancos!... nos rechazaban una y otra vez. Yo me deseperaba ante tal situación. Una tarde me fui a un bar para olvidarme de todo. Creía que aquello de que Dios ayuda a sus hijos no era cierto... y pedí una botella de vino. Cuando iba a comenzar otra vez con el alcohol una mano me sujetó el brazo, me volví y ¿sabes a quién descubrí a mi lado?. ¡No te lo vas a creer!. ¿Te acuerdas del mozo interesado acompañante del anciano poeta extranjero?. ¡Era él!. Tuvo un golpe de fortuna con la lotería y había triunfado económicamente, pero los remordimientos de conciencia le habían hecho regresar al barrio para buscarnos. Le conté que todo había ya desaparecido; que sólo quedábamos ella y yo. Me preguntó qué hacía allí y le conté mi angustia. Inmediatamente se ofreció a darme el dinero que necesitaba para iniciar el proyecto.
- Conociéndole un poco... ¡a saber en qué condiciones te habrá hecho el préstamo!.
- ¡Nada de préstamo!. ¡Me lo regaló... óyelo bien.. me lo regaló y después se despidió sin querer nada a cambio!. Vi cómo unas lágrimas corrían por su rostro y me di cuenta de que aquel mozo egoísta se había convertido en un gran hombre bueno. Ahora... ¡ya ves! ... ¡estamos a punto de ianugurar la guardería!. Este lugar, que fue antro de borracheras y vicios, se va a convertir en "El Rincón de los Niños".
- También es verdad que este lugar fue un centro de poesía y sensibilidad.
-¡Por eso Dios nos perdonó!.
- Pero... ¿tanto crees tú ahora en Dios?.
- Sólo Él pudo hacerme cambiar. Tú me conociste antes y me conoces ahora. Sólo Él pudo hacerlo. ¿Y tú?. ¿Qué piensas hacer tú?. ¿Sigues con tus sueños?.
- Sigo...
- ¡Quédate con nosotros!.
- Verás... no es falta de trabajo. Tengo una gran oferta en la empresa a la que pertenezco que, como tú sabes, es un importantísimo Banco. Si quiero puedo aceptar la "gran oportunidad" que me brindan. Pero hay muchas cosas que aún sigo sin entender. Aún sigo pensando en una transformación profunda y total, en cuanto a lo espiritual y en lo físico, del sentimiento humano. Me han ocurrido muchas cosas durante los últimos tiempos. Yo diría que demasiadas. Y hay una fuerza extraña que me indica que debo seguir buscándola. No... no lo podrías comprender... pero debo buscarla...
- ¡Olvídalo ya!. ¡Olvídate, por una vez, de tus sensibilidades y quédate con nosotros!. Tenemos mucho que ofrecerte. Acepta esa oferta que te dan en el Banco y luego, por las tardes, puedes venir aquí... a trabajar con los niños que, por otra parte, siempre te ha gustado trabajar con ellos. ¡No lo pienses más!. ¡Quédate!. ¡Deja que el mundo siga su curso equivocado!. ¡Créate tu pequeño mundo que es lo que todos, a la larga, hacemos!.
- No estoy seguro, pero me parece que éste no es mi destino. Tú no sabes a qué me refiero ni a quien busco.
- ¡A la chica del teatro!.
- Te equivocaste. No pienses más en ese asunto. Es mi problema y soy yo quien lo
tiene que resolver.
- La diferencia entre nosotros y tú es que nosotros siempre vivíamos con nuestros propios pensamientos, que es lo mismo que decir con nuestros egoísmos más o menos nobles o innobles, y tú, sin embargo, perteneces al macromundo universal. Siempre fuiste un macropensante.
- El anciano poeta extranjero también lo era aunque de manera muy diferente a la mía... pero por eso, precisamente por ser de manera hasta opuesta a la mía, era el motor de vuestros pequeños mundos. ¡Sé que su memoria me pide, ahora mismo, que siga adelante... y seguiré hasta el final!.
- Perdona... no quise ofenderte con mi proposición. Pero si algún día, derrotado o no derrotado, deseas venir aquí... ya sabes que si hay algo en que nos distinguíamos era nuestra sincera camaradería y el compartir todo lo que teníamos.
- No es cierto. Tú has dicho antes que érais más o menos egoístas y eso es lo contrario de lo que dices ahora.
- Perdona. Me he expresado mal. Ahora sí que somos distintos a simples egoístas. ¡Puedes venir cuando quieras porque siempre tendrás lugar aquí!.
- Gracias... pero me parece que no volveré nunca más por este camino. Regresar a esta ciudad es mi meta pero ahora me interesa otra meta mucho mejor que, por supuesto, no se contradice con volver a esta ciudad sino todo lo contrario.
- Sí. Yo también estoy seguro porque lo leo en tus ojos. Volverás pero con otro sueño en tu equipaje...
- ¿Estás seguro de ello?.
- No te entiendo. ¿Volverás o no volverás?.
- Volveré.
Y el joven licenciado se despidió con un viril apretón de manos.
El portal donde se ubicaba la buhardilla estaba, como siempre, abierto... así que el joven licenciado sólo tuvo que empujarla levemente para entrar en el edificio. Ante las duras escaleras de madera se quedó, silenciosamente, pensativo...
Sabía que aquella buhardilla ya no era el mismo "santuario" que le había albergado, pero no tenìa otro lugar donde acudir a no ser que volviese a "encarcelarse" en el amplio, pero frío, hogar de sus padres. Durante unos segundos el joven licenciado observó las escaleras: en el quinto piso, allá arriba, había algo que, durante un breve tiempo, le perteneció y que él adivinaba que ya no le correspondía. Pero, realmente, ¿qué era aquello a lo que había renunciado?, ¿valía la pena contemplar aquello que pudo haber sido pero nunca fue y tampoco lo era ahora?, ¿merecía el esfuerzo de subir aquellas empinadas escaleras para enfrentarse a un espacio donde ya no podía sentirse a sí mismo?, ¿qué podía encontrar en un lugar donde hasta los sentires se habían transformado?.
Pero el joven licenciado seguía siendo valiente y subió.
En el mismo instante en que se había decidido a golpear la puerta ésta se abrió y apareció un hombre maduro, encorbatado, con un traje azul marino y un portafolios colgado de la mano derecha. Ambos se quedaron mirándose fijamente y luego, agachando la cabeza, el aparente alto ejecutivo comenzó a bajar, cuidadosametne, las escaleras mientras la muchacha del teatro aparecía en escena.
- ¡No pienses nada malo! -se dirigió al joven licenciado.
- No pensaba en nada malo ni en nada bueno. Pensaba solamente.
- No es lo que te imaginas... -argumentó ella.
El joven licenciado la miró a los ojos y adivinó que mentía. Pero no quiso descubrirla porque aquella muchacha del teatro ni le había pertenecido nunca ni tampoco le pertenecía ahora.
- Tampoco me estoy imaginando nada y, por otro lado, no creo que tú y yo tengamos que pedirnos ninguna clase de permiso para vivir libremente.
- Pues aunque no te lo creas...
Él sabía que aquella muchacha del teatro había aprendido a mentir.
- ... es un buen hombre...
Él seguía sabiendo que aquella muchacha del teatro había aprendido no sólo a mentir sino también a mentirse a sí misma.
- ... lo único que está haciendo es ayudarme... bueno, algo mejor dicho, ayudándonos. Me faltaba una fuerte cantidad de dinero para terminar de arreglar esta vivienda y me lo ha ofrecido a cambio de nada.
Él comenzó a comparar: el mozo interesado acompañante del anciano poeta extranjero había salido del polo negativo para ubicarse en el polo positivo mientras que la muchacha del teatro había recorrido el mismo camino pero a la inversa. Era verdad que el mundo estaba completamente cambiado.
- ¿Por qué? -dijo solamente.
Él estaba seguro de que no podía exigirle nada a ella porque mantenía firmemente su convicción de que el ser libre no debía supeditarse a nadie a no ser que se hubiese comprometido a hacerlo. Y, en realidad, entre ellos dos nunca jamás había existido ningún compromiso de fidelidad. Decidió explicarle la pregunta que ella, confundida, ignoraba. No le preguntaba nada de lo que la muchacha del teatro estaba temerosa de que descubriese sino algo que iba más allá. Y la ayudó.
- ¿Por qué has olvidado tan pronto al anciano poeta extranjero?.
- ¿Pero tú no eras partidario del amor libre? -se descubrió, al fin, ella sola.
- Sabes que eso es falso porque el amor libre que yo asumo no es libre. Aprendí del anciano poeta extranjero algo que él no practicaba aunque lo proclamaba a los cuatro vientos: el amor puro, el amor sin mancha.
- ¿Y qué es todo eso?.
- El amor noble. Yo lo llamo el amor noble.
Ella quedó callada. Sabía, perfectamente, lo que el joven licenciado le estaba explicando. Ya no podía seguir manteniendo que había traicionado todos sus principios.
- ¿Podemos pasar al salón? -volvió a ayudarle él.
Todo estaba cambiado excesivamente. Lo que antes había sido una buhardilla de humildad extrema, se había convertido en un apartamento montado a todo lujo. Y no era eso lo que, realmente, molestaba al joven licenciado. Eso podía considerarlo y lo consideraba como un deseo noble y legal. Para el joven licenciado aquello del lujo no era despreciable sino todo lo contrario. Todos deberían buscar la mejor de sus condiciones vitales. Era una aspiración totalmente válida y valiosa. Lo que rechazaba él era el modo que había utilizado ella. Y es que el fin no justificaba los medios, como piensan muchos, para el pensamiento del joven licenciado. Que aquella muchacha del teatro se hubiese prestado a comerciar con su cuerpo para alcanzar aquel válido lujo era lo que el joven licneciado rechazaba aunque sabía que ella no le habìa pertenecido nunca ni tampoco deseaba que le perteneciera. Por eso no pensaba de esa manera porque ella no fuera ninguna posesión de él. Lo hubiese rechazado de cualquier persona. Pero el joven licenciado respetaba la libertad.
- ¿Tú has conocido, acaso, a alguien que haya practicaod el amor noble? -insistió ella como última oportunidad de engañarlo.
Él no quiso recordarle aquella noche en que estuvieron juntos y tampoco quiso ponerse como ejemplo porque tenía otro modelo de aplicación mucho más de acuerdo con las circusntancias. Y respondió.
- Sí. He conocido el amor noble. ¿Tú te acuerdas de aquella mujer a la que considerábamos prostituta y que siempre vestía minifalda roja con botas negras?... ¡Pues ella efectuaba el amor noble!. No era ninguna prostituta. ¿La viste tú alguna vez irse con cualquier hombre por mucho dinero que le ofreciesen?. ¡Con el único que hacìa el amor sexual era con el anciano poeta exteanjero!. Y... ¿sabes por qué lo sé?. Porque le ha seguido amando hasta después de su muerte. ¡Allá, en el país lejano donde nació él, tiene un negocio honrado donde enseña a sus clientes el poema "Los hijos de un momento". Y era tanto lo que le amaba que compuso una hermosa canción con la letra del poema. Ya hay otros seres humanos que lo escucharon, o entendieron y lo sintieron como algo de verdadero valor. ¡Eso es el amor noble!.
- ¿Y lo nuestro? -interrogó ella.
- Lo nuestro fue también noble... fue también noble...
Ella se acercó para darle un beso pero él la detuvo suavemente.
- Verás... no es necesario que quiera o no quiera besarte... es que estamos en una intensidad no apropiada.
- Pero... ¿te quedarás conmigo?.
- Al menos hoy sí. Yo te agradezco muchísimo que seas fiel a nuestra amistad. Eso también forma parte de la nobleza de los sentimientos humanos. Sea lo que sea o pase lo que pase tu amistad conmigo es verdadera. Si alguien a quien conocí en una humilde cantina de estación estuviese aquí te pondría como modelo de sinceridad en ese aspecto, en el sentir amistoso. Lo demás... ¡dejemos que el paso del tiempo y Dios lo definan!.
El joven licenciado volvió a observar, ahora más detenidamente, el salón. Todo era realmente bello y elegante. Se notaba un gran placer relajándose en aquella estancia. La muchacha del teatro había demostrado poseer unas excelentes condiciones como decoradora de interiores. Él pensó que aquello, ahora, era mucho más hermoso. Se sentía, verdaderamente, a gusto y se sentó en el comodísimo tresillo. La tentación de quedarse allí era impresionante...
- ¿Qué representáis actualmente? -volvió a reiniciar el diálogo.
Ella comenzó a sentirse más cómoda. No la rechazaba por su forma de actuar aunque no estuviese de acuerdo para nada con esa forma de actuar.
- Hemos cambiado los repertorios. Ahora mismo estamos continuamente cambiando de obras porque tenemos una gran demandA de espectadores que nos piden más y más.
- ¿Qué temas ofrecéis?.
- Algo ligero... mucha comedia de enredo...
Él volvió a meditar durante unos breves segundos mientras ella se sentaba a su lado.
- ¡Cómo habían cambiado los esquemas! -memorizó para sus adentros.
- ... Ya los tiempos de "Morir por cerrar los ojos" han pasado. Lo que el público pide es evasión... evasión... evasión... y nosotros sabemos que, en realidad, no es un buen teatro; pero necesitamos seguir superando escalones en este mundillo de los escenarios y los mejor es adaptarse al gusto de los que pagan.
- Pero eso no es lo que opinábais antes.
- Lo que opinábamos antes ya desapareció...
- Y con ello habéis matado vuestra libertad.
- Quizás necesitemos nuevos planteamientos para volver a ofrecer algo de más calidad. Pero la contrapartida es que nos estamos haciendo célebres y cuando hayamos conquistado el gran nivel de audiencia que nos hemos propueto alcanzar será la hora de seleccionar mejor el repertorio.
- O quizás os asoméis tanto a ls fama que ya os será imposible no depender de ellos...
- Sabemos que es un riesgo, pero asumimos nuesto copromiso. Asumir el compromiso al que nos sometemos tiene que desembocar en el triunfo.
- ¿Tanto buscáis, ahora, las connotaciones de celebridad, fama y triunfo?.
- Es válido...
- Pero, quizás, no sea tan honrado...
- Ahora que citas la honradez... yo sé que tú siempre lo has sido y, por ello, necesitamos tu contrapunto en el grupo. ¿Por qué no te integras con nosotros?.
- No valdría para interpretar alienadoras comedias de enredo.
- ¿Se te ocurre algo distinto y, a la vez, profundamente interesante?.
- Enredos de comedia...
- Y eso... ¿qué diantres significa?.
- Representad obras nuevas, totalmente nuevas, que hagan despertar la consciencia del espectador sin que le estéis ofreciendo nuinguna clase de subterfugio. Haced que el drama personal de cada ser humano tenga una respuesta pero no una carcajada nacida de las vanidades. Eso ya se hizo en otros tiempos. Lo que necesitáis es recuperar aquellos datos y actualizarlos con criterios nuevos pero siendo siempre vosotros los que tengáis que captar la expresión y no el espectador, ignorante de su propio drama porque lo han alienado, el que os imponga su falsa personalidad. Lo interesante de un verdadero autor es que tenga la suficiente personalidad como para no verse arrastrado por el contexto de la generalidad que es siempre el contexto de la masa. Haced vosotros el contexto y no consintáis que algo sin potencia os convierta en impotentes. Los contextos de las masas sólo son creaciones ficticias de los poderes fácticos da la sociedad; pero los verdaderos autores les dan otra clase de realidad.
- ¡Dime un título, dimo sólo un título que exprese lo que estás diciendo y te prometo que nosotros seremos esos autores colectivos a los que te refieres!.
- ¿He dicho yo colectivos?.
- Pero lo aceptarías...
- Sí. Lo aceptaría si no me anulasen mi individualidad. Yo siempre soy autónomo independiente y sólo hay una persona en el mundo que puede escribir junto a mí.
El joven licenciado se tomó unos breves segundos para pensar.
- "En el refugio".
- ¡Lo haremos... tú y yo lo haremos!.
- ¿He dicho que tú eres sólo esa persona que puede escribir junto a mí?.
- Lo supongo.
- Suponer no significa estar en lo cierto.
El televisor, frente a ellos, era un solitario espectador que aún no se había expresado porque estaba apagado...
- ¿Quieres que veamos el Noticiero?. ¡Te vas a llevar más de una sorpresa! -y ella le sonrió mientras le daba un profundo beso.
- Yo destrozaré a esa seta y tú cambiarás y volverás a mí pero ahora convertido en mi amante -pensó la muchacha del teatro mientras besaba.
Página 1 / 1
Foto del autor Jos Orero De Julin
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
0 Comentarios 291 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Novela de Ficcin y realidades.

Palabras Clave: Literatura Novela Ficcin Realidades Conocimiento Cristianismo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy