VIGÉSIMO YO
Publicado en Jun 24, 2009
VIGÉSIMO YO
Hijo de Zeus con mujer mortal, soy la esencia del vino y las celebraciones. Mi padre me protegió desde la cuna entregándome al cuidado de las ninfas que habitan en el monte Nisa. Ellas me inculcaron desde niño el gusto por el canto y por la danza, mientras el viejo Silenio me tentaba con una vida alegre y despreocupada. Muy joven experimenté con las uvas que crecían en las mesetas del monte, inventando la bebida que provoca la euforia y el sueño en los humanos. Tanto me aferré al descubrimiento que mis nodrizas me creyeron loco y el oráculo afirmó en su juicio, por boca de la sabia pitonisa, que el divino placer valía la pena, aun seguido en la tétrica mañana por el fiero aluvión de la resaca. Cabalgando en mi eterno compañero me dedico a expandir esta costumbre por todos los rincones de la Tierra, pese a las fatales consecuencias que producen a veces sus efectos, como aquella sufrida por Icario después de emborrachar a sus pastores. Aunque ciertos mortales me rechazan persisto en mi empeño, decidido a entregarles sin miedo mi regalo. A los piratas que me capturaron y ataron contra el mástil de su nave, les convertí la mar en vino para unirlos a mis grandes bacanales. Me divierto vagando por el mundo con mi tropa de recios bebedores, que bailan, discuten y vomitan cuando llevan mi gordura en hombros, mientras agito mi copa y canturreo antiguas melodías de borrachos. Ni siquiera las leyes más estrictas han logrado impedir que mis guerreros celebren sus ruidosos festivales y provoquen en jóvenes y viejos el goce desbordante de mi ofrenda, donde sienten los raros desvaríos que producen las grandes borracheras.
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