Otra vez sonaba el celular, era la quinta vez en menos de una hora.
Diga jefe.
¿Donde vas?
En la ruta, estoy a unos 15 minutos de llegar - mientras manejaba el conductor del camión, vio a la distancia, un anciano con bastón que se disponía a cruzar la carretera- si jefe, lo sé, pero la Consuelito estaba ardiendo en fiebre, no podía dejar a mi señora sola con la niña, lo menos que podía hacer era llevarla a un hospital... bueno yaaaa, pero no le demos más vuelta al tema...(ya poh viejo, apúrate en cruzar).
¿Qué se creerá ese maldito que no baja la velocidad? no me pienso apurar. ¿Acaso no se da cuenta que soy un anciano?
Mire, si quiere, después de entregar el embarque, conversamos, pero esta cuestión de que me llame cada 15 minutos, no me esta gustando naita... (si el viejo no se apura, no voy a alcanzar a frenar), si yo sé que hay mucho en juego, me lo ha repetido todas estas veces... (Viejo hueón que no se apura)...y todo porque me atrasé hoy un poco más de media hora, más lo que me huev%&#@Ǩ*... ¡Así no se puede trabajar!...(¡ya poh viejo, que voy apurado!)
No me acuerdo, ¿si tenía que comprar algo más que el pan? Ese camionero viene súper rápido, pero no pienso apurarme.
¡Chuuuta, si el viejito no se apura, lo van a atropellar!
¡Por qué la María, no comprará antes el pan! sabe que me cuesta caminar, y por aquí los tipos, andan como locos..., hay que ver ese camión que se me viene, no más.
¡Ya, no siga'i !... no jefe, no le digo a Ud., le grité a un viejo que está tratando de cruzar cerca del cruce del molino...
Pucha que es porfiado el viejito, sigue avanzando, ¡lo van a atropellar, lo van a atropellar! ¡y el camión que no baja la velocidad!
Me cagó el viejo, no me queda otra que frenar con todo.
José aplicó los frenos a fondo y la pesada máquina sintió como caballo salvaje, la fuerza de las riendas tiradas por su amo. Sin embargo, su poderosa estructura se resistía a detener su andar, y comenzó a arrastrarse en el pavimento mojado. El sonido chirriante de los neumáticos frenados dejó escapar un hálito de desgracia que se impregnó en el aire matinal; los pájaros emprendieron el vuelo y algunos perros desgarraban sus gargantas con aullidos estrepitosos, la mañana quiso cerrar los ojos, todo hacia presagiar un suceso lamentable.
¡Ay mamita, parece que de esta no me salvo! El pobre anciano paralizado de miedo, detuvo su escueta figura, en la mitad de la vía, pareciendo un insulto de resistencia, ante aquel armatoste metálico que venía cual bestia gigante a embestirle. 
Viejo leso, ahora se queda quieto, no se mueve el bruto, ¡lo van a atropellar! ¡lo van a atropellar!
Jefe le corto, o atropello al viejo...lanzó el celular al asiento contiguo, pero éste no se apagó.
Su jefe escuchaba, el sonido del frenado. ¿Qué está pasando José? ¿Por qué esta'i frenando así? contéstame poh %&"/'''$·#@¬
La pesada máquina continuaba serpenteando fuera de control, pese a que José luchaba por dominarla, el contenedor repleto de mercaderías tiraba el carro hacia el lado contrario que éste dirigía el volante. Pensó en su hijita, las palabras de su mujer calaban como dagas en su pecho ¡cuídate negro, maneja con cuidado!, llámame cuando llegues, pa' quedarme tranquila...(maldito viejo, que se me vino a cruzar justo ahora)...¡no voy a alcanzar, no voy a alcanzar!...
Voy a morir señor, esa cosa no se detiene, me va a hacer pedazos, no quiero morir así, señorcito mío, no quiero morir así, no por favor.
Chuta, el camión se lo va echar no más...pobre viejo lo va a reventar...¡no quiero ver!
¡Frena, frena, hueón!, gritaba enardecido José a su camión, sus brazos tensos, parecían no tener más fuerza para sostener el volante, todo él sudaba espanto; la cara de terror del anciano como una imagen fantasmal se le venía encima y atravesaba el parabrisas inundando su cabina. El pánico le contemplaba como un silente copiloto, dejando escapar una sonrisa maquiavélica al ver en vano sus esfuerzos, mientras la fiera metálica continuaba sus corcoveos indomables.
¡Huuyyy el camión!, ¡se va a volcar! igual va a matar al anciano...
María, no voy a llegar a casa, y pensar que llevaba el pan calentito, señor recíbeme en tus brazos, antes que sea destrozado...cerró los ojos y esperó el desenlace.
El chucaro camión pudo más y se volcó finalmente. Arrastró su figura echando chispas por el pavimento, el carro se lo llevó hasta caer en una zanja al costado del camino. Sólo se vio la polvareda, que levantó al precipitarse.
El hombre, que lo había presenciado todo, corría al lugar, sujetándose su chupalla, sentía en la brisa de la mañana, el hedor a la muerte, la carretera le parecía cada vez más siniestra, la bruma le empapaba de sudor el rostro. Su corazón se agitaba, mientras corría. Pensaba en el anciano, lo imaginaba totalmente destrozado bajo los fierros. Se acordó de su padre, que había partido el año recién pasado. A la distancia, veía el camión volcado y su rueda izquierda aún girando. ¿Estará también muerto? la mala pata, hizo lo que pudo por evitar atropellar al viejo...pero es ¡que ese viejo era tan reporfiado!, si esto debió haberle pasado tantas otras veces, la María decía, que se le escapaba.
Minutos más tarde, unos 100 metros antes del accidente, el Sargento Paredes, interrogaba al conductor del jeep.
Dice usted ¿Qué no lo vio?
Si Sargento, el hombre apareció de repente...no pude evitar atropellarlo.
Lo miró a los ojos, con rabia y desconsuelo. Meneó la cabeza, la ruta estaba despejada aquella mañana, aún no aclaraba, todo indicaba que no había otro vehículo cuando lo atropelló. ¿Cómo no lo iba a ver?, se seguía preguntando mientras avanzaba a conversar con el Teniente que lo esperaba en la patrulla...además ¡como tanta mala suerte! - no lograba encontrar alivio. ¡Si hasta el chofer del camión y el viejo se salvaron! maldijo mientras apretujaba entre sus manos la chupalla de su padre.
           
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