ESTAMPA DECEMBRINA
 
                                                           Al maestro Fernando Vallejo
                                                           y al poeta Porfirio Barba Jacob,
                                                           que me brindaron generosos sus palabras.
 
Un diciembre como todos
en este suelo abigarrado y fértil:
La "chusma paridora" y emergente,
puesta en evidencia descarnada
por el maestro Fernando Vallejo,
se destroza sin tregua y sin medida
bajo el filo violento de la guerra,
y sacia su rapiña con el robo,
amparada por el manto democrático.
 
Mal herida, la naturaleza,
que nunca olvida su factura inexorable,
se presenta en campos y ciudades
para cobrar el atropello humano,
mientras la chusma se apretuja y va
por calles y centros comerciales
comprando baratijas importadas
de poca o ninguna utilidad.
 
Regresa a sus mansiones y pocilgas
(la chusma se da en cualquier estrato)
con su risa o su llanto iridiscente,
para fundirse en la rumba y el bullicio,
elevar plegarias a su dios,
hartarse de comida como un cerdo
y embriagarse desaforadamente,
dejando aflorar sus sentimientos:
envidias, rencores y venganzas,
frustraciones, fracasos y complejos,
retaliaciones, sospechas y traiciones.
 
Insulta, copula y se vomita
en sus lechos de lujo o esteras miserables,
mientras llega la resaca que amenaza
esculcar sus bolsillos y espíritus vacíos.
Eso por un lado. Por el otro,
humildes de verdad y honestas
familias celebran con decoro su pobreza
con un talante por demás estoico
que jamás comprenderán los emergentes.
Esta es Colombia, nación contradictoria y bella
donde todo es posible y es real.
 
Y yo, hastiado del ruido y de la turba,
me complazco en mi guarida solitario
leyendo y pensando como un bárbaro
sobre ese monstruo llamado consumismo,
mientras busco en mi cerebro primitivo
una fórmula epicúrea no violenta
de "pulir mis versos y cultivar mis vicios".