Casi una tragedia griega
Publicado en Dec 22, 2010
Ay qué negra está la noche! Que negros mis pensamientos!
está oscurecida mi alma de negros presentimientos. Te fuiste muy tempranito. De ti, no he sabido nada. Está por amanecer y aún no he abierto mi cama. Pasan tan lentas las horas…Unas ráfagas heladas, de esas que hielan la sangre, se cuelan por las ventanas. Ya me había adormecido, sobre un sillón de la sala, cuando algo que escuché, hizo que me despertara. Fui corriendo hasta la puerta. Por la mirilla espejada, Ví a alguien desconocido que a sus espaldas cargaba un cuerpo, no pude verlo, pero me lo palpitaba. Abrí la puerta de golpe…blanca, tenías la cara. Al comprobar que eras tu, rocé tus manos heladas que traspasaron mi piel para quedarse en el alma. Ya no eras de este mundo Y a mi nada me importaba, Solo quería saber quién te clavó aquella daga que terminó con mi vida y la tuya desangraba, para buscarlo y vengarte y tener en paz el alma. El mismo que lo traía, sobre sus rudas espaldas, me lo dijo de un tirón, sin que se lo preguntara. -Fue tu hijo quien lo mató, Se enzarzaron, en la calle en violenta discusión. Él no quería pelear, porque en medio, estabas vos. Tu hijo apeló al insulto, El hombre lo abofeteó y cuando se retiraba fue que tu hijo, lo atacó, hicimos por detenerlo. Joven y ágil, se escapó. Si lo encuentra la milicia, no tendrá ninguna opción. ¡Ay hijo mío del alma, labraste tu perdición! ¡Si pudiéramos volver al tiempo que ya pasó cuando eras mi dulce niño! En ti albergaba el amor en nuestro mundo perfecto, sin lugar para el rencor.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|