Catalejo Mundial (El Chivatazo)
Publicado en Dec 13, 2010
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Parece que estuviésemos todos hablando como cotillas porteras de vecindario barriobajero en vez de ser fanáticos del fútbol. Y es que hasta una tal Fanny se atreve a opinar, sin saber nada de nada del Botafogo (que ella confunde con La Bota de Fuego por aquello del ardor en las luchas futbolísticas pues esto ya está degenerando tanto que el fútbol pasa por tal crisis asmática, que hasta asma nos entra viendo a ciertos porteros con el transistor pegado al oído para escuchar mejor lo que comentan los espectadores) ni de Duda. ¿Duda el mejor portero del mundo?. Para empezar a ver si despejamos ya tanta duda. Duda fue jugador de campo. El portero fue Dida. Bueno. Si me equivoco que le echen la culpa a Roger Xuriax del Don Balón.com y santas pascuas. Las santas pascuas nos van a dar a todos con esto de dudar si el portero era Duda o era Dida. Y por si fuera poco aparece el "listillo" sabihondo de siempre y nos larga el siguiente rollo macabeo: "En fuentes griegas y romana, Dido o Elisa de Tiro aparece como la fundadora y primera reina de Cartago, en el actual Túnez. Es conocida principalmente por el relato incluido en la Eneida del poeta romano Virgilio. Era hija del rey de Tiro, Belo, también conocido como Muto. Dido tenía dos hermanos: Pigmalión, que heredó el trono de Tiro, y la pequeña Ana. Siqueo o Sicarbas, sacerdote del templo de Melkart en Tiro (divinidad relacionada con Hércules), tenía muchos tesoros escondidos. Pigmalión los codiciaba y para saber su paradero obligó a su hermana Elisa a casarse con Siqueo. Pero Pigmalión no contó a Elisa el interés que él tenía en ese matrimonio. Elisa no amaba a Siqueo pero éste a ella sí. Un tiempo después, Pigmalión le comentó a su hermana la conveniencia de saber dónde se escondían los tesoros de Siqueo. Viéndose utilizada, Elisa averiguó dónde estaban escondidos pero no le dijo la verdad a su hermano. Los tesoros se habían enterrado en el jardín del templo y Elisa le dijo a Pigmalión que se hallaban ocultos debajo del altar. Esa misma noche, Pigmalión mandó unos sicarios a matar a Siqueo. Tras eso, los esbirros hicieron una fosa bajo el altar buscando inútilmente el tesoro. Elisa vio a su marido asesinado y corrió a desenterrar el tesoro del jardín. Con él en su poder, huyó de Tiro llevándose a su hermana Ana y un séquito de doncellas, ayudada por amigos de Siqueo. Elisa llegó a las costas de África, donde vivían los gétulos o getulos, una tribu de libios cuyo rey era Jarbas. Pidió hospitalidad y un trozo de tierra para instalarse en ella con su séquito. Jarbas le dijo que le daba tanta tierra como la que pudiera abarcar una piel de buey. Elisa, para que la piel abarcara la máxima tierra posible hizo cortar la piel a finas tiras y así consiguió un extenso trozo de tierra. Tras esto, hizo construir una fortaleza llamada Birsa, que más tarde se convirtió en la ciudad de Cartago o Qart-Hadašh, que en fenicio significaba "Ciudad Nueva", sobre un promontorio existente entre el lago de Túnez y la laguna Sebkah er-Riana, por ende mar abierto. Recibió de los indígenas el nombre de Dido. Hay dos versiones acerca de la muerte de Dido. En la versión clásica, Jarbas se quiere casar con ella, pero Dido es todavía fiel al recuerdo de Siqueo. Cree que si rechaza a Jarbas éste tomará represalias contra ella y su gente. Así, el día de la boda, antes de celebrarla, Dido se hunde un puñal en el pecho. Éste sería el modelo de los sacrificios que los cartagineses ofrecerían en el tofet. Por esto la muerte de Dido se relaciona con la figura mitológica del Fénix, que muere en el fuego para renacer de sus cenizas. La segunda es la que aparece en la Eneida de [[Virgilio]}. Eneas llega a Cartago. Dido le ama enseguida y Eneas la corresponde. Pasan un tiempo juntos, pero Eneas, que ha recibido de Júpiter la misión de fundar un nuevo pueblo, debe partir a su destino. Una noche, Eneas embarca con su gente y Dido corre a convencerle de que se quede con ella, pero no lo consigue. Le ve partir y ordena levantar una gigantesca pira donde manda quemar la espada, algunas ropas que Eneas había dejado en palacio y el tronco del árbol de la entrada de la cueva donde se amaron por primera vez. Al amanecer subió a la pira y se hundió en el pecho la espada de Eneas. Tras su muerte, su hermana Ana, que había intentado disuadir del suicidio a Dido, ordena prender la pira funeraria. Sobre esta segunda versión, el poeta Ovidio dedicó una epístola en sus célebres Heroidas, la VII (carta de Dido a Eneas), donde la fundadora de Cartago manifiesta su intención de suicidarse ante la partida o traición de Eneas. Tras su muerte fue venerada como una diosa".
Tras despertarnos de la soporífora "píldora" del listillo de turno insisto en que la duda no es si Dido fue o no fue venerada como una diosa, que las mujeres cuando se enrollan con el tema de los porteros de fútbol, parecen panes enrollados de esos que se venden tanto en Ecuador. No. Yo insisto en querer saber, de una vez por todas quien ha sido el mejor portero de fútbol. Duda es imposible porque era jugador de campo. Portugalés no sino portugués que jugó en España. ¡Y viva Sevilla y olé que hoy nos vamos a enterar de lo que vale un peine!. ¿Saben cuánto pagaba Duda por un buen peine?. Yo tampoco. Y sigo. Dida sí fue portero que, por creerse lo máximo, ahora resulta que está libre como esos taxis que pasan a marcha lenta por ver si alguien levanta el dedo. Y es que esa costumbre de gritar a pleno pulmón !!!taxi, taxi, taxi!!! ya está muy en desuso. Pues no. Para mi criterio, y olvidando ya al listillo de turno que nos ha metido el rollo macabeo de Dido, Dida no ha sido el mejor portero de la histora del balompié que ahora es más bien puntapié y tente tieso. Por muy tieso que fuese Lev Yashin (y mira que era tieso este portero de la URSS que parecía un gorila de discoteca impertérrito e impenetrable) también lo descarto. ¡Vamos a ver qué cartas nos quedan en las manos y que no miren los demás por favor que mis cartas son secretas!.
¿Saben cuál era el secreto más íntimo de Oliver Khan?. Que se creía el rival de Oliver Aton (atónitos se deben haber quedado algunos lectores y lectoras). Pero sí. Oliver Khan se creía Benji Brize (que no nació precisamente en Belize aunque se apellidara Brize) pero en feo. Sí. Oliver Khan puede haber sido el mejor portero de fútbol pero sólo contando a los feos a rabiar. Porque cuando jugaba parecía un dogo de verdad. ¿Por cierto es cierto o no es cierto que el dogo no tiene nada que ver con la doga? (he dicho doga y no droga porque si nos metemos en berenjenales de doping es que no paramos de escribir hasta la Nochebuena que ya se acerca a paso lento). Pues eso. Lo digo por razones lógicas. Oliver Khan era superlento cuando salía de debajo de su portería. ¿Y quién le mandaba a él repartir tantas "castañas" cuando se encorajinaba?. Supongo que su manager porque más parecía un boxeador de los pesos pesados (y mira que era pesado cuando daba declaraciones a la prensa) que un portero de futbolitis aguda... y es que tenía un voz tan aguda que nos agudizaba los oídos y siempre, además mascando chicle. Lo descartamos porque el mejor portero de la historia del fútbol debe ser más tranquilo y no mascar chicle tras chicle que a saber qué marca de chicle consumía o si consumía también espinacas pues, bien visto, se parecía un poco a Popeye.
De Peter Cech ni nombrarlo. ¿Que le dieron el guante de oro?. Bueno y qué. También Cassius Clay le dio un guantazo de oro a Floyd Patterson y ahora resulta que el mejor boxeador de la Historia es un filipino que se ha decicido meterse a monje budista si es que le dejan los del Shao Lin. Peter Cech nada de nada. Para eso, incluso creo que Cesc (al Fábregas me refiero) era preferible si se hubiese dedicado a ser portero en vez de centrocampista de los "correvidiles" a los defensas contrarios que nos los vamos a comer con patata fritas (papas para los ecuatoriano y patatoes para los norteamericanos). Bien. Dejamos en el rincón de los olvidos a Cech que nos checos no hacen más que "acechar" a ver si cae la bolita en el número oculto que llevan en sus pantalones y nombran a Peter Cech el mejor portero volador del mundo. Pues no. Si fuera Peter Pan sí que sí pero como es Peter Cech pues no que no.
Que no quede tampoco dudas de que ni Gianluiggi Buffon (el hijo porque hubo otro portero italiano llamado Adriano Buffon padre que lanzaba al público chinitas "a sobaquillo" que daba gusto verlo pero que no le veían los árbitros tan cegatos como siempre) porque eso de que Buffon es el mejor de mundo suena a risa de circo. Y viene otra vez el "listillo" de turno con sus rollos macabeos y nos suelta lo siguiente: "Se llama bufón al truhán o gracioso que con sus palabras, acciones y chocarrerías tenía por oficio hacer reír a los poderosos y hacerles llegar a la realidad riéndose de ellos y haciéndoles sentir como una persona más del mundo. Según algunos se les llama así porque, entre las gracias que hacían durante sus actuaciones, se añadía un ruido como de bufido. Mayormente solía ser gente con unas características físicas anormales, fuera de lo habitual: jorobados, enanos, etc, y se solían reir de ellos más por sus defectos que por sus chistes y devaneos. Se piensa que los bufones son exclusivos de la Edad Media y comienzos de la Moderna, pero lo cierto es que siempre ha habido cómicos que han vivido de sus gesticulaciones, chistes, muecas o bromas para la corte real y su entorno, más o menos frívolo y palaciego. En Grecia y Roma ya figuran los bufones haciendo su papel. En Grecia, los atenienses no desdeñaban oír a los más viles bufones en los mismos teatros en que se presentaban a la vista y admiración del público las creaciones de Sófocles y de Eurípides. En Roma, las obras de muchos autores cómicos y no pocos pasajes de las de Marcial, Séneca y Suetonio -confirmadas plenamente por pinturas halladas en Pompeya- demuestran el gusto con que el pueblo romano llegó a escuchar a los bufones. La afición a tal tipo de gentes hubo de crecer en Roma a compás que las costumbres se corrompían y que aumentaba el amor al lujo y al desenfreno por la ostentación, causando cada vez mayor deleite y siendo buscadas con mayor empeño las monstruosidades físicas, morales e intelectuales: enanos, gigantes, deformes, etc. La costumbre creó el tráfico y éste llegó a ser tan enorme que se hizo en Roma un mercado especial para esta clase de mercancías. Cuando los provechos de dicha industria aumentaron de modo considerable, los orientales se dedicaron a la confección de monstruos y enanos. En Pompeya, se han hallado vasos etruscos con la forma de estos desgraciados engendros que servían de entretenimiento a una sociedad corrompida. Augusto, deseoso de que el pueblo participara del placer de ver uno de estos monstruos hizo exhibir un joven llamado Licino que no tenía más de 6 dm de altura, no pesaba más de 8 kg y que poseía una voz estentórea. Galba, Capitolino y Cecilio se hicieron grandes reputaciones como bufones a los cuales alcanzó la sátira de Marcial. Aun sin contar con los que aparecían en los escenarios de los teatros, tenía el pueblo sus bufones que le divertían en las plazas y en los puntos concurridos de las calles siendo política de los emperadores alimentar estos gustos para distraer a la gente apartándola de los asuntos importantes y de Estado. Las rivalidades de Pilades y Batilio, dos mímicos famosos alcanzaron carácter de cuestión de orden público a tal punto que Augusto se vio obligado a desterrar al primero. El mundo pagano legó los bufones al cristiano, pudiéndose seguir sus huellas en el Digesto, en Isidoro de Sevilla y otros historiadores de la época. En el siglo V comienzan ya a recibir el nombre de juglares. Más pronto los bufones se diferenciaron de los cantores de amor que con el laúd al hombro recorrían los castillos, hecho que quedó patente cuando Rodolfo de Habsburgo desterró a los juglares de su corte conservando no obstante a su lado a su bufón Capadoxo. El uso y mantenimiento de los bufones se había introducido entre los señores y reyes de la Edad Media y desde los primeros tiempos de ésta, como lo prueba el hecho de que Atila llevaba uno en sus correrías. Cada castillo tenía su bufón y llegaron a adquirir verdadera importancia. Se les vio en Alemania tomar parte en las conspiraciones, en las guerras, en las fiestas de aquella época caballeresca, sobrepasando con frecuencia en valor a los más ilustres caballeros. Kurtz van den Rosen, uno de los cómicos de Maximiliano penetra en la prisión de su amo y le salva a fuerza de valor y serenidad. No es extraño que los sacerdotes consagrasen sentidas oraciones fúnebres a estos antiguos payasos. Algunos bufones llegaron a adquirir títulos de nobleza y bastantes cualidades de hidalgos. Como favoritos de los grandes y de los reyes se hallaba su existencia sujeta a muchas vicisitudes, no siendo caso único el del bufón de Margarita de Navarra que, después de haber gozado durante muchos años del amor de la princesa, muerta su favorecedora murió a su vez en la mayor miseria. No faltó entre sus chistes ejemplos de sutileza e ingenio, siendo sobre todo notable que las verdades que los más íntimos de los reyes no se atrevían a pronunciar brotaban a veces de manera normal y corriente de labios de los bufones. El más célebre de todos, tanto en Francia como en Italia donde existieron gran número por la fastuosidad de las cortes y su variedad y el refinamiento de las costumbres, fue Triboulet que amenizó con sus gracias la corte de Francisco I de Francia y en cuyas supuestas desgracias se inspiró Víctor Hugo para hacerle protagonista de su trágico drama El rey se divierte, sobre el que luego compuso Verdi su Rigoletto. En España, aún cuando en menor medida que en otros países, hubo también bufones. Aunque siempre fueron mirados con el desafecto natural a una profesión que, muchas veces, conducía a un favoritismo de baja estofa, gérmen de malas acciones y hasta de crímenes. Espías públicos de los palacios son los bufones y los que más estragan sus costumbres, dijo Saavedra Fajardo en sus Empresas y Quevedo en sus Zahurdas, en parte especial y señalada colocó a los bufones. Los bufones de la corte de Felipe IV fueron retratados con singular maestría por Velázquez imbuyéndoles de gran dignidad y porte aristocrático, siendo Mari Bárbola uno de los más famosos por figurar retratado en primer término con su aspecto grotesco en "Las Meninas". El más famoso soin embargo fue Cabacilla.
Vamos a ver si nos dejamos ya de bobadas y no vuelve el "sabelotodo" que en todas partes hay alguno y deja de "meter la cuchara en nuestro plato". Sigamos con esto de las porterías que hay algunos porteros que no se enteran y se les cuelan los cacos, los monicacos y hasta los políticos que van de "chupasangres" por la vida. En fin. Que volvemos al punto de partida porque esto de los porteros parece la Feria de San Cristobalón. ¿Es el mejor portero de la Historia del Fútbol, un tal Edwin Van der Sar?. Eso no. Eso sí que no. El mejor portero del mundo no puede serlo uno de países bajitos pues los grandes porteros deben ser altos y espigados y no con tantos kilos de más que cuando se tiran al suelo despellejan el césped y así están las áreas pequeñas de todas las porterías del mundo futbolero que parecen calvas de elefantes. Eso, al menos, lo he oído decir a alguna periodista colega de profesión metida a comentarista de chismes futboleros y no futboleros. Así que descartamos a Van der Sar y de paso, también, a Víctor Valdés el de "Can Barça" que parece que te va a comer con sus caninos cuando te acercas a tres metros de distancia para "fusilarle". Claro que, por otro lado, hace bien en defenderse del intento de "fusilarle". Bien. Lo dejamos fuera y en paz. Que para Valdés ya tenemos a ese colombiano del café que no hace más que salir en la propaganda de la denoominación de origen. ¿Pero qué es eso de la denominación de origen en el fútbol?. Que haya denominación de origen en el café Valdés no quiere decir que Valdés sea el mejor del mundo. Yo, por ejemplo, prefiero a La Brasileña que está de mucho moejor ver. Bueno, volvamos al buen camino. Yo sólo aclaro lo siguiente para los que entienden poco de porteros, porterías y señores durmiendo la siesta a esta hora en que ya son las siete de la tarde hora ecuatoriana.
Pues bien. Terminemos con el asunto para no volvernos "tarumbas". El mejor portero del mundo está entre tres españoles porque yo soy español y aquí cada uno arrima la sardina a su sartén. Por eso muchos queman las sardinas y tienen que comer bacalao o aceite de bacalao como sustituyente. Esos tres porteros son Ricardo Zamora Martínez (que ya murió en 1978), José Ángel Iríbar Kortajarena (que ya se retiró del fútbol en 1980) e Iker Casillas Fernández (que sigue siendo todavía el "ángel salvador" del Real Madrid y de la Selección Nacional Española).
Luego entonces quedamos en que Iker Casillas Fernández es el mejor portero de la Hitoria del Fútbol. Y si algunos pocos y algunos muchos (incluídas las chavalas de muy buen ver) no están de acuerdo con ello pues bien, me presento yo, que soy alto y espigado a ver si consigo por lo menos el voto de mi chavala (entiéndase mi esposa) y si alguna más (porque creo que los hombres no me van a dar ningún voto) quiere darme su voto de confianza pues yo confío en esos votos de chavalas guapas (dando por seguro que lo de mi chavala guapa ya lo tengo concedido) y no voy defraudar. Adiós. Me voy antes de que algún "sabelotodo" nos explique que es una portería. Pues... ¡zumba y dale!... aquí me envían una nota urgente: portería puede ser: 1) Pabellón, garita o pieza del zaguán de los edificios o establecimientos públicos o particulares, desde donde el portero vigila la entrada y salida de las personas, vehículos, etc. 2) Empleo u oficio de portero. 3) Habitación del portero.
4) En el juego del fútbol y otros semejantes, marco rectangular formado por dos postes y un larguero, por el cual ha de entrar el balón o la pelota para marcar tantos. 5) Entre las damas (¡no podían faltar las damas metiéndose en esto de las porterías!): En los palacios y algunas casas importantes, puerta que tenían destinada para servicio de las mujeres. y 6) en marinería (no confundir con marroquinería que es de Marruecos más o menos): Conjunto de todas las portas de un buque. Por cierto a José María García ya se le ha olvidado aquello de "Pablo, Pablete, Pablito" con lo que durante tantos años estuvo "machacando" al presidente de la Federación Española de Fútbol, Pablo Porta.
Venga. Dejémonos de cuentos. Si hay alguna chavala guapa lectora de este artículo (aparte de mi esposa) y me quiere dar su voto de confiazna como el "mejor portero de la Historia" (aunque se enfade el señor Joseph Blatter de la FIFA que sigue siendo tan envidioso como el señor Joao Havelange) pues se lo agradezco y les envío mi más cordial abrazo amistoso. Hasta mañana si Dios quiere.
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