Momentos de gloria-6 (Sólo para futboleros y futboleras) Diario
Publicado en Dec 03, 2010
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La primera demostración de fútbol total que le dimos a los individualistas del Verbo fue en la misma cancha de césped que guardaba Romario. Aquel día invité a mi amigo Fausto a que formara parte de nuestro equipo junto a mi cuñado Diego y a mí. Jugando cada uno en su lugar: yo como mediocampista, un poco más avanzado Diego y en punta, sin estar nunca fuera de fuego, el mismo Fausto. No importa el resultado. Sé que ganamos con facilidad a los "chulescos" del Verbo. El resultado fue una victoria nuestra con amplitud, pero no moe acuerdo del resultado aunque sí de la demostración. Fue uno de esos partidos que sin jugarse a la bobería de "el que llegue a tres goles gana" (que me sigue pareciendo una infantilada propia de futbolistas mediocres en vez de grandes futbolistas) duró lo que dura un partido serio. Y serios estuvimos jugando los tres: Fausto, Diego y yo. !Aquello si que era mover el balón de un  lado para otro pero en base a la inteligencia y a la profundidad!. Me dediqué a demostrarles a todos los del Verbo que simplemente con otros dos grandes jugadores al lado (Fausto y Diego) ganarles a todos ellos era un simple juego de niño para nosotros. Nuestro dominio fue tan superior que ellos apenas avanzaron dos o tres veces más allá del centro del campo. La línea media estaba bloqueada por Diego y yo. Los pases eran medidos, con la cabeza levantada y haciendo las triangulaciones justas y necesarias. Fue tal el baño que le dimos que Fausto lo anunció por Amanecer Deportivo, cuando radiábamos desde la Emisora Gran Colombia. Destacó su labor y la de mi cuñado Diego y yo (que ya se me  conocía también en Ecuador como "Diesel"). Recuerdo que, sobre mi manera de jugar, exclamó de corazón: "Ya sé por qué se le llama Diesel y si juega así ahora ¡cómo debería jugar cuando tenìa 20 años de edad!". Ni lo hice como venganza ni con una sola gota de rencor. Las ambiciones individualistas de los del Verbo no merecían la pena ser tenidas en cuenta. Sólo lo hice para demostrarles lo que ellos no creían. Creer o no creer eni el fútbol es saber o no saber de fútbol. Y tanto mi colega de periodismo deportivo Fausto, como mi cuñado Diego y yo mismo, sabemos jugar al fútbol porque creemos en el fútbol colectivo y total. Las indiviudalidades al servicio del que esté mejor situado para marcar el gol (algo que deberían haber aprendido los del Verbo y que ahora recuerdo sólo para decirles que todavía estoy en condiciones físicas y psiquicas de repetir partidos como aquél)
Y para que no hubiese duda alguna, la mejor demostración la hicimos una tarde-noche también en un partido sin límite de tiempo que es donde se sabe quien juega mejor. El campo no lo recuerdo pero el partido sí. Ellos habían llevado a sus chavalas convencidos de que nosotros éramos pan comido. Inicié yo la tanda goleadora tras un pase de chilena, desde casi el córner derecho, de mi cuñado Pepe Chile, que cabeceé limpiamente a la red. Eso fue sólo fruto de que sabía seguir las jugadas de mis compañeros para aprovechar sus pases y marcar goles no de forma individualista sino colectiva. Después dos hermanitos de los que no recuerdo su apellido se pusieron de centrocampistas y sólo se dedicaron a tontear con el balón sin profundidad alguna (quizás porque eran del Verbo y nos estaban "entrampando"). Así fue como de ir ganando por 4-1 pasamos, por culpa de ellos, a quedar emnpatados a 4. ¡Pero quedaba mucho partido por delante para demostrar quiénes éramos los mejores. Aquél dia el llamado Patulín venìa con nosotros. Así que harto ya de todo aquel gilifútbol de los dos hermanitos que se pasaban el tiempo con balones sin  ninguna clase de peligro para el rival y, además, con el mmorro de echarme a mí la culpa del empate a 4, me lancé a demostrarles una vez más mi categoría de centrocampista de ataque. De número 8 que es en verdad lo que soy en fútbol. Mandé a los dos hermanitos a la defensa y en el lateral derecho coloqué a otro que no hacía más que estorbar en el ataue aiunque no lo hacía con mala voluntad como los famosos hermanitos (futbolistas de papel o paja nada más). En su lugar se situó mi cuñado Diego. ¡Y en tan sólo 8 jugadas seguidas inciadas por mí, continuadas por Diego y finalizadas por Patulín, les metimos 8 goles dejando el marcador final en un 12-4 que demostró la verdad de lo que es jugar a fútbol!. ¡12-4 y sólo 12-4 porque se nos "rajaron" ante la vergüenza que estaban pasando delante de sus chavalas cuando habían predicho en voz alta que nos golearían ellos a nosotros!. ¡La soberbia, en el fútbol como en la vida, se paga con la derrota al final!. ¡Se avergonzaron tanto, que dieron el partido por finalizado cuando todavía quedaba suficiente luz solar para haberles metido hasta 20 goles si hubiese sido necesario. Escarmiento merecido. Justicia merecida. Y demostración merecida de cómo se debe jugar al fútbol y no al gilifútbol.
Pero lo mejor de mi paso como futbolista por Ecuador tendría que llegar más tarde. Todavía tendría más ocasiones de demostrar mi verdadera capacidad futbolística ganada con muchos sudor y esfuerzo en la Madre Patria España (para que se enteren los malos indígenas de que España es, para toda Hispanomérica, la Madre Patria como Portugal es la Madre Patria de Brasil quieran o no queran recpnocerlo que eso sólo es problema de complejos de ellos nada más ... ásí como que la Tierra da la vuelta alrededor del Sol quieran o no quieran aprenderlo porque esos problemas, si es que son problemas, son sólo problemas de ellos. Como problemas de los futbolistas del Verbo era aceptar o no querer aceptar la verdad de cómo se debe jugar verdaderamente al fútbol de verdad en vez de jugar como peleles. Que no. Que de Pelé no deriva peleles aunque algunos se merecen ser llamados así.
También es impropio de verdaderos deportistas y compañeros dejar a uno de ellos lesionado en la pierna y montarse todos como buitres en la furgoneta haciendo que el lesionado tenga que caminar más de dos kilómetros hasta llegar a su hogar. Por eso y por otras cosas que dan vergüenza citarlas ni soy ni seré nunca de la iglesia evangélica El Verbo porque siempre he pertenecido y perteneceré a la Comunidad Cristiana Mundial sin ninguna denominación separatista. Sólo cristiano nada más. Y no lo he escrito ni por revanchismo, ni por envidia, ni por rencor ni mucho menos por odio... sino por hacer Justicia con J maýuscula de Jesucristo.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Página de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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