Todo lo fugitivo del crepúsculo de este atardecer se resbala, se deja escapar entre las dudas como vela de barco en horizonte, como gaviota de vuelo perseguido, como espuma de ola aventada... y la blancura se transforma en un ir flotando con la música corta de los zorzales; con un tropel de ninfa convertidas en sombras que zigzaguean sobre el agua.
Y la tarde pasa como flecha rebotada en el pecho abierto y nos hacemos destino del mundo ante el ventanal abierto de la noche, rotos ya los cerrojos de las horas yertas. Entonces comienza la vida a ser una forma de escape con el ansia de bebernos la frágil llamarada del viento.
En esos momentos, todo lo fugitivo del crepúsculo lo podemo atrapar en un haz de conciencia y sentimiento y expresarlo a través de un verso. Yo atrapo el mío y lo escribo: "Crepúsculo soñado / en tu alma he amado / la luz fugitiva de la tarde. / Por eso arde / la conciencia de lo andado / y el sentimiento atado / a tu mirada, alarde / de corazón enamorado".