Son las diez menos diez de la noche en mi querido Timberland. A las diez en punto sonará la hora de vida y sueño y estaré presente. Sí. Estaré presente en este único afán de saber qiuien soy y de saber quién es ella. Todo lo demás quedará atrapado en estos diez minutos de distancia que son, sencillamente, como diez años luz de separación entre mi realidad actual y mis olvidos de ayer. Diez minutos para seguir sintiendo esta hora de vida y sueño que son siempre, para mí, causa irrenunciable. Si me considera el mundo un bohemio por tal suceso... pues sí... soy poeta con alma de bohemio y la esperanza cristiana de existir en esa hora de vida y sueño que son las diez de la noche.
Noche. ¿Para qué quiero la noche si no es para disfrutar esta infinita sensación de soñar con los ojos despiertos mientras los gatos de la fantasía se calzan las botas de andar por casa?. Sí. Hasta los gatos comprenden...