Manos sazonadas con un manojo de hojas verdes
Publicado en Nov 03, 2010
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1.
Me crié comiendo arroz y habichuelas.
Allá en el campo donde vivía el aire me lo regalaba los árboles de quenepas y algarrobas que había en el patio de mi casa.
¡Nada de aire acondicionado, ni televisores de plasma!
Con mirar por la ventana desde lo alto de mi casita de maderas, los ojos se me deleitaban con la belleza y el ambiente genuino de mi barrio.
Esas casitas de maderas quedan intactas en mis remembranzas y en momentos de sosiego mi memoria se escapa al cerro de mi niñez pobre. 
Hace tantos años que lo dejé para venirme a vivir a la losa y luego de emigrante a este país tan frio.
 
2.
Mi padre era un fajón. En el día no tenía mucho descanso. Llegaba de su trabajo y se iba al patio a sembrar su huerto casero con plantitas de orégano, ajíes y tomates.
Mami solo sembraba flores y gandules porque mayormente se la pasaba en la cocina.
¡Es la mejor cocinera que conozco!
Yo era quien le daba el primer bocado a los bacalaítos fritos y las arepas  que hacía en la mañana y entre mordico y mordisco iba ayudándola a colocarlas en una caja de cartón para luego venderlas a los trabajadores de la fábrica.
Crecí corriendo por mi barrio.
Me gustaba ese olor de la yerba mojada en el campo. Tenía un encanto especial para mí, ver a mi padre sembrando sus matitas  de orégano y yerbabuena en su patio. Luego se sentaba en la mesita de la terraza, cubierta con su mantel de hule, a comerse sus arepas con una lata de agua fría.
El tiempo ha pasado y pienso que muchos de estas hermosas memorias están en peligro de extinción. Después del fallecimiento de mi padre se acabaron aquellas reuniones donde  manteníamos  vivas las tradiciones.
Conversar con él era una experiencia de aprendizaje.
 
3.
Hace tiempo que no he vuelto a visitar mi pueblo natal. Mi madre viene todos los veranos a pasar una temporada con nosotros. Entonces es ella la que cocina. Me prepara un rico arroz con tocino y gandinga que trae de la isla. Hace su delicioso majarete que no dejo que nadie me lo coma.
¡Es toda una chef!
Igual te sabe preparar una lasaña como un buen plato de arroz con salchichas. Entre comida y comida te cuenta sus anécdotas sobre el Centro de Ancianos  donde asiste diariamente.
¡Sabe preparar los más gustosos pasteles de masa y cerdo  que hayas probado en la vida! 
No vive en el mismo vecindario, pero si la visitas su casa, notaras su genuino ambiente de barrio por todas las fotos en sus paredes y los cachivaches que sigue guardando.
¡Si llegas hasta su cocina no podrás nunca olvidar ese olor a especies y yerbas!
Ella ha tenido la capacidad de seguir intacta en el tiempo…
Pronto celebrará en grande sus ochenta eneros. Me ha dicho que tirará la casa por la ventana. Invitará todo nuestro familión y a sus amigos del centro.  Preparará sus más exquisitas recetas: pastelón hecho de plátanos maduros y rellenos de pollo, chayotes rellenos de carne molida de res, arroz con gandules, habichuelas rojas con patitas de cerdo y su rico arroz blanco con tocino.
¡Qué banquete!
Y como si fuera poco, sus sabrosos pasteles de masa y cerdo.
Me ha pedido un bizcocho adornado con mariposas y flores y como gran regalo un mariachi que le cante las mañanitas y todas las canciones y boleros que ella aun canta.
¡Nada menos que un mariachi para mi adorable jibarita de Corozal!
¿Quién se hace de oídos sordos a tan extraña petición?
 
4.
Me rio solo de sus ocurrencias, y ahora,  quitándome esta corbata que me aprieta con cojones, comiéndome este desabrido hamburgués que pedí desde mi auto y mirando caer la nieve, que siento tan ajena a nuestro clima pero tan común en este país de soledades encontradas; creo que estoy contento de poder volver a ese calor tropical de nuestro país.
Dándole otro buen mordisco a mi  grasosa carne, le pongo alas a mis sueños y vuelvo a mis montañas. Pinto de colores verdes y azules mis recuerdos y adorno de estrellas y cucubanos mi paisaje campestre.
Y pienso…
A estas horas mi madrecita añorada, de ochentas largos eneros, estará preparando un suculento fricasé de pollo, tomará con sus sazonadas manos un manojo de hojas verdes, las olerá con ternura cada una, y  luego  las volcará en  la olla, diciendo:
___Hijo, esta es la carnada para darle el toque criollo.
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Luis Marrero
Textos Publicados: 400
Miembro desde: Jul 28, 2010
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Descripción

Dndole otro buen mordisco a mi grasosa carne, le pongo alas a mis sueos y vuelvo a mis montaas. Pinto de colores verdes y azules mis recuerdos y adorno de estrellas y cucubanos mi paisaje campestre.

Palabras Clave: ceunto relato comidas criollas recuerdos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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