1 de noviembre(parte I)
 
Hola, mi amor, despierta no seas dormilona, hace un rato me vengo riendo de ti, te veías muy divertida, mientras el sol daba en tu cara se producían extrañas figuras, tu nariz se hacia enorme y luego se recogía.
Cuanto he dormido-me dijo. Unas tres horas mi amor-le respondí-serán unas vacaciones soñadas, hace mucho tiempo quiero acampar y despertar a tu lado escuchando el rugir de los saltos del laja.
Yo quiero que nos bañemos desnudos, bajo la luz de la luna-me dijo-amor, te agradezco tanto que me hayas despertado, venía soñando cosas horribles.
No sea tontita mi amor-le dije-ya no falta mas de una hora para que lleguemos.
En efecto, al llegar, yo llevaba mucho sueño y dormí un rato en el auto, mientras Diana, mi amor armaba la carpa, era cerca del mediodía cuando desperté, el aroma al rocío que se dejaba caer desde los saltos era embriagador, y como había muy poca gente, nos desnudamos y nos metimos al agua, estaba muy fría pero cuado se comparte ello no se nota, afortunadamente el sol brillaba y calentaba con todos sus fuerzas, yo había escuchado que al atardecer el agua se hacia tibia, y decidimos probarlo, Diana se había metido con bikini al agua, y yo con un traje de baño, no tardamos en arrebatarnos los trajes de baño para quedar completamente desnudos.
El primer paso fue redescubrir sus labios, era un sabor especial, mezcla de su saliva con el rocío que se dejaba caer de las cascadas, luego sus senos, los sentía tan duros entre mi boca que inclusive me llegó un tirón de pelo mientras los mordisqueaba, entonces comprendí que la mezcla de rocío y néctar de sus pechos me convertían en un amante que casi no se podía controlar, que mas puedo decir del aroma y sabor de su vagina completamente devellada, me hizo recordar instantes de mi niñez cuando jugaba a andar sediento y recogía las gotas de rocío de de los pétalos de las rosas con mis labios, en ello nos encontró la luna y continuamos amándonos en aquel lugar que se asemeja al paraíso.