Secuelas del gris de la patria
se lamentan,
se ahogan en arcadas cuando
los negros de mierda copan
las calles,
hacen suyas las sonrisas,
agigantan las batallas.
Vociferan los infámes,
los Rosendos como gauchos
desde adentro no me toquen
la cosecha,
pobres bestias desoladas,
lamedoras del asfalto,
por un plan, un choripán.
Siempre lloran pan de lágrimas
que amasan por sus muertos,
por fín muertos,
tanta falta que nos hace
sosegarnos,
con las divas consolando
y proponiendo un gran abrazo
por los siglos de los siglos,
sin amén porque nunca es el
momento,
porque es bueno que haya
frenos aunque mueran mas
Marianos en el medio,
porque vive el desencuentro
en el rencor que ellos
sembraron,
en el odio pata sucia
que les trajo un general
a contramano.
Secuelas del gris de la patria
se las verán fuleras.
Pibes pecheando barreras,
consignas que se contagian,
ganas de abrirse paso,
construyendo quimeras,
multiplicando abrazos para
ser lucha de nuevo,
recuperando incrédulos
de las tinieblas del ocaso.
Ciclos que se vislumbran,
jaque mate a los retazos.
Sincerar las militancias,
apostar al crecimiento,
territorio comunión,
creciendo fuerte,
convicción al paso.
Falta mucho para el bríndis,
el descanso del guerrero,
las guitarras puntiagudas
fusilando con sus notas
los oidos que despacio
se retuercen,
bombos que florecen,
almas incultas que asolan
con creces tranquilidad
cortesana,
sol de la mañana
en una plaza regada
por la tibieza mientras
se extinguen de buena
fuente y para siempre
secuelas del gris de la patria.