Con el alma serena por vela,
a blanca estrella desplegada,
partiré con la marea,
ligera y sin apenas nada,
hacia donde nace el viento
y muere el olvido,
entregando al mar mis lágrimas.
 
No me lloréis, angelitos míos,
no derraméis vuestras lágrimas...
Que este viaje es sólo un respiro
y eternos son los  latidos
del corazón que tanto os ama.
 
En buena hora florece la tierra.
En buena hora duerme y descansa.
En buena hora pierde su fuerza
la honda pena que tanto quebranta.
 
Anoche soñé que nos soñaba
el Hacedor de todos los sueños...
Soñé que nos soñaba con alas
y a todos despertaba eternos.
Anoche soñé que nos soñaban,
pero era sólo un recuerdo.
G.S.A.