Desde los canales hasta Canalejas-16 (Madrid) Sólo para futboleros y futboleras. Diario.
Publicado en Oct 14, 2010
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Hablando de goles en fútbol-sala con el Transferencias, aún recuerdo un puñado de ellos de excelente factura: demostración de que estaba capacitado para triunfar en el fútbol de 11. No sólo trenzaba, desde mi posición de líbero, pases a los huecos que dejaban los rivales o pases a los pies de compañeros a los que avisaba, previamente, que se colocasen en la posición ideal para dárselos, sino que marcaba goles importantes porque los rivales, en realidad, eran incapaces de saber cuándo iba a aparecer en ataque o con jugadas iniciadas por mí o subiendo para acompañar las jugadas de mis compañeros.
El más increíble de ellos (o uno de los más incréíbles) fue, reconozco, un error. El más aplaudido por las personas que lo vieron ocurrió como de milagro. El caso es que en aquella ocasión me encontraba al borde del centro del campo, un poco dentro del campo de los rivales; me vino un balón desde el lado de mi defensa derecho (un balón demasiado fuerte como para controlarlo debidamente) y se me ocurrió golpearlo con la cabeza intentando dirigirlo hacia la posición de un compañero que se encontraba en el extremo derecho del ataque. Quise cederle el balón a él, pero éste salió disparado con tan potente ,debido a mi cabezazo, que cambió la trayectoria y se hizo vertical, hacia arriba, hasta que, tras una parábola final, se metió en la portería del equipo rival sin que el portero pudiese reaccionar ante la velocidad que llevaba. Fue como un bombazo inesperado que entró por la escuadra izquierda de la portería rival. Insisto que fue un error mío. A veces ocurre que los goles más aplaudidos son fallos que, de milagro, se tranforman en golazos.
Otro gol inolvidable fue, siguiendo con los que metía de cabeza, y en el equipo de Transferencias del BHA-OP (a cuyo equipo de fútbol 11 seguía negándome en participar por lo menos mientras estuviese entrenado por el señor Ordóñez) fue uno que marqué de forma totalmente reglamentaria auqneu el árbitro (uno de esos muchos árbitros que odiaban a los de Transferencias y nos querían ver perder, como era el caso de Sancho Ochaíta), el balón me vino desde la defensa, muy alto, y yo que estaba situado reglamentariamente fuera del área de gol, salté cuando el portero rival salía con los puños a la desesperada. Conecté el balón con la cabeza unas décimas de segundo antes que él e hice una dejada que superó al portero y se coló en la portería. Tan buen gol fue que uno de los espectadores dijo: "¡nunca había visto yo un gol así en un campo de fútbo-sala!". Lo importante del gol es que yo estaba fuera del área al saltar hacia el balón. Cuando caí, por la inercia del movimiento (que se puede ver mucho en balonmano) lo hice con los pies dentro del área. Pero el gol lo había marcado desde fuera y era legal. Totalmente legal. Así que me lo apunto, diga lo que quiera decir el árbitro, como gol.
Hay más. Ya he citado el que marqué al equipo de Cachán quien, en un acto de prepotencia e impotencia dijo en voz alta: "¡Éstos se conforman con ganarnos por 1-0!". Sería justo y lógico que hubiésemeos ganado por 1-0 (para eso nos estábamos defendiendo a toda costa) pero para mis adentros me juré que se tragaría esas palabras. Así que en la segunda parte del partido cogí un balón dentro de mi campo, lo controlé y avancé rápidamente (otra vez demostraba que era rápido cuando se necesitaba ser rápido) y sin descontrolarme me acerqué hasta la línea media teórica del campo rival donde templé el disparo hacia la puerta que estaba vacía, ya que el portero rival estaba lanzado desesperadamente al ataquel. Lo que hizo Cachán, en su desesperada carrera para atrás, fue, que en su afán por evitar el gol, lo introdujo dentro de su propia portería. Les dejamos en el útltimo lugar de la tabla clasificatoria despuéss de aquel 2-0 que fue tan humillante para él, que decidió no jugar más en aquellos torneos.
Otro gol de bella factura fue el que sirvió de empate (1-1) contra un equipo que vestía de blanquizaul. Todo el partido había sido comopletamente anárquico por parte de ambos bandos. Yo estaba jugando "a mi aire2 y entrando demasiado fuerte a los rivales (sin hacer falta alguna) y cuando ya estaba finalizando, perdíamos por 1-0 pero en los últimos minutos me encontré con un balón a media altura entre dos defensas rivales y no tuve miedo en meter la pierna izquierda a pesar de que me la hubiesen podido lesionar. El caso es que enganché el balón con la izquierda y de volea marqué el empate a 1-1 final. Después, en la barra del bar donde estábamos tomando la cerveza, un rival (de fútbol sala y no el gordo de Esteban de Compensación Bancaria al cual ni me importaba un pimiento si tonteaba o no tonteaba con las chicas) me dijo que había sido un golazo. En fin, podría recordar algunos más; pero mi función esencial era la de ser líbero y di muchos más pases de gol a mis compañeros que goles marcados por mí mismo.
Al margen de todo esto, hago una consideración especial: el famoso "dribling" no es una jugada preferida por mí y creo que quienes abusan de ello terminan siempre por perder la pelota. Porque es más efectista que efectivo. a veces he tenido que recurrir al "dribling" pero siempre como último recurso. Y los he hecho. Y me han salido bien (salvo raras excepciones) pero el "dribiling" que quiere decir, en español, regate, es quebrar con la cintura para salir de la presión de un rival o varios rivales. Por eso, a mí por lo menos, era una jugada de improvisación. Cuando lo tuve que hacer lo hice, pero mi estilo de juego no lo necesitaba. Es un quiebro de cintura que, muchas veces no lleva a otra cosa más que a desequilibrarte. Abusar del "dribling" no conlleva a otra cosa sino a perder el control de la dirección de la jugada y entonces muchos que a veces abusan de eso (por ser jugadores simplementes efectistas y no efectivos) suelen quedarse quietos y esperar a que otro compañero les saque las "castañas del fuego" luchando por volver a alcanzar el balón que ellos han perdido. Me ha sucedido infinidad de veces. Eso de tener que crecuperar unbalón que sólo se ha perdido por culpa de quienes abusan del "regate" es algo que debería darles vergüenza a quienes lo hacen.
Especifico, para quienes no lo sepan, que, efectivamente, el "dribiling" significa regate y sólo jugadores muy habilidosos son capaces de hacerlos en carrera sin perder el control de la pelota. A veces lo hice al borde del áre rival para descomponer la situación del defensa y dejar goles en los pies de mis compañeros que sólo tenían que empujar ya el balón. Varias veces lo he hecho. Sin embargo ni es una de mis jugadas favoritas ni las necesité nunca porque yo jugaba siempre con la cabeza levantada y los que abusan del "dribling" bajan demasiado la cabeza. ¿Qué sucede con eso?. Que pierden la visión del terreno de juego y no saben donde están situados ni sus compañeros ni los rivales. Un mediocampista o un interior derecho no debe abusar de ello. Su misión es, siempre, dirigir al equipo, y con la cabeza mirando al suelo no se puede dirigir a nadie. Llevar la cabeza alta es, tanto en fútbol de 11 como en fútbol-sala, señal de que eres líder y tienes visión amplia del juego. Por eso apenas recibí patadas en los muchos años que he jugado al fútbol en ambas especialidades. Los que abusan del "dribling" continuametne están lesionados; lo cual perjudica muchísimo a su equipo hasta el punto de que les puede hacer perder una competición por muy "estrellas" que sean. y eso lo digo por jugadores como Messi por ejemplo. Hasta el próximo capítulo. Adiós.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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