Mi amor, se buena, prepara el mate,
pero no lo quiero dulce, sino bien amargo.
Ya la noche se cierne pronto sobre mí
y la poesía, en mi alma se ha marchado.
 
Miro la ventana y sorbo poco a poco
del mate, de la ausencia, del pecado...
Me dejo invadir por la fría congoja,
como un pájaro elige, morir cantado.
 
Ya da vueltas la sangre sobre si misma.
¿De qué color será, mi abismo predestinado?
Mi infierno, no es de azufre ni de fuego,
pero ¡ay, cómo duele el estar condenado!
 
Amor, calienta un poco más el agua...
Ya caerán las estrellas, los cielos se abrirán,  
lloverán al suelo, cometas mundos, pájaros,
satélites, dioses, almas, versos inacabados.
 
Mi boca, presurosa, sorbe el néctar pobre,
de la esperanza...solo el verde me ha quedado,
no el verde esperanza, no el verde marino,
solo el verde mate, desde que...he plagiado.