Para mí la censura
no es negociable.
Es inaceptable.
En todos sus matices.
Sus formas.
Sus grados.
No hay nadie que me prohíba
mis versos
Mis versos embozados 
con  libertarias ideas…
Mi verbo  aderezado
con sarcasmos…
 
Sudo solidaridad
por los desplazados…
Condeno a mi país
por sus olvidos.
Porque nos han convertido
en seres desmemoriados.
Condeno el insomnio
de la muerte…
Que nos desvela…
Que nos quita los sueños…
Y nos hace ser más violentos…
 
…y no sabemos,
quien es el asesino…
…y no sabemos quiénes son los muertos.
 
¡Porque ya somos un pueblo asesinado!
 
Condeno a la prensa amarillista
que nos hace comenzar el nuevo día,
con sangre y violencia…
 
¡Terror que a todos nos ha salpicados!
 
Y no conocemos quien es el inocente…
Y no sabemos si el culpable es acusado…
 
En mis versos yo condeno
a los que de roles
cambiamos…
A los que  damos un mordisco
a la manzana prohibida
y luego con una Biblia
nos abrazamos…
 
Y no sabemos quiénes
son los pecadores
pero tampoco conocemos
cuál es el pecado…
 
Somos como la serpiente
que muda la piel;
 luego, de  perfectos santos,
nos disfrazamos…
 
…y no sabemos si ensalzamos
a Dios;
y no sabemos si enaltecemos
al Diablo…
 
Condeno la tragedia
de la droga.
¡Etérea concubina
que nos está matando!
¡Vientos de tempestades
que llegan azotando!
¡Pobre familia puertorriqueña
que se va desintegrando!
 
Peleo en contra
de aquellos que nos victimizan
y  nos marginan…
Simplemente por vivir 
de otra manera…
Por llegar exiliados
Por ser viejos.
Por ser feos o por ser altos…
O tal vez porque nacimos enanos…
¡O no sé, porque carajo!
 
Por vivir en un arrabal;
en el residencial
o en aquella pobre calle de abajo…
 
…y me condeno a mi mismo
por mis pocos triunfos
y mis tantos fracasos.
 
Por no llevar bien puesto
mis  propios pantalones…
Por haber vivido tanto tiempo
entre  muchas falsedades y engaños…
 
Sí, la censura no es negociable…
 
Porque yo mismo me censuro
por ser tantas veces un cobarde…