EL MONLOGO DEL POLTICO
Publicado en Sep 16, 2010
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Una botella de aguardiente, una revista sensacionalista vieja, un libro de García Márquez, una caja de cigarrillo, una de fósforos, más unos lentejuelos. Todo eso se encontraba esparcido en el suelo, en un determinado sitio del patio de Don Eugenio Díez. Dos árboles servían de soporte a la hamaca que resistía el pesado cuerpo de Don Eugenio, -como le llamaban en el pueblo-   quien después de haber estado enrolado en la política por más de cuarenta años, ahora se dedicaba a dormir en el patio de su hermosa casa con amplios y bien cuidados jardines, en donde los salones estaban decorados con hermosos cuadros originales de Botero, esculturas de Arenas Betancur,  costosas alfombras y pisos de granito perfilado. Ahí, en su mansión de paredes pulidas con mármol se encontraba disfrutando del descanso absoluto, contemplando los árboles de su patio, como tratando de encontrar la realidad de su vida o quién sabe qué.
 
Estaba casi dormido, de pronto de su hamaca dejó caer su brazo derecho y su mano ciega empezó a buscar algo, hasta que al fin encontró su objetivo que era la botella de aguardiente, la cogió, la destapó y se la paró, tomando un trago grande en honor a Baco. Sí, todos sus tragos se los tomaba en honor a él, jamás lo hacía en homenaje a alguien más, quizás porque tendría una gran obsesión por la bebida embriagadora o tal vez para no brindar por ningún mortal huevón, como solía decir. Las tinieblas de la noche se estaban apoderando del espacio. Don Eugenio Díez, un tipo de setenta y cinco años, bastante obeso,  con cara de marrano gordo, de voz firme y ojos pícaros, apoyándose en su resistente hamaca, se puso de pie  dispuesto a continuar con su normal rutina.  El descanso consistía en comerse dos pollos asados con papas cocidas, plátano amarillo y un buen jugo de piña, siendo esa su habitual cena, después se iría a entretenerse viendo televisión o  continuar durmiendo.
 
Al día siguiente  -como todos los días- Don Eugenio seguía con su secuencia de vida, disfrutando de las comodidades de su vejez, obtenidas gracias a sus esfuerzos como político. En medio de su relax, empezó con sus pensamientos profundos en los que se decía muchas cosas.
           
-¡Ay! Tiempos aquellos… cuando empecé mi carrera de político, sin ella yo no tendría ahora  buen roce social, buena comida, buena casa, buen billete y mis hijos no se encontrarían estudiando en los mejores colegios y universidades de la capital del país,  todo a costa de mi carrera, pero; ¡Para eso es el poder!.
 
…- Que tristeza me da al pensar en mi compadre Gaspar, ése es un tonto de punta a   punta, sí,  fue concejal por más de seis veces,  alcalde en cinco oportunidades,  gobernador en tres    ocasiones y    hoy   día vive a expensas de  sus  amigos.  Bueno,… yo tengo que darle todos los meses para que subsista, porque    el     pobre   no   aprovechó    la política siquiera para estudiar por correspondencia y sus  tres hijos,   de bachilleres   académicos   no han pasado, como que les gusta más la política   tonta   del  papá,  que el propio estudio.  ¡Caramba!, yo no sé qué le pasó a mi compadre, la tuvo todita y hoy no tiene un carajo…  lo que sí dejó el hombre  fue  buenas  obras  de  progreso  para  este pueblo, buen hospital, buenos colegios, buenos servicios…¡Ah! y el respeto del pueblo,  aunque  yo   después  de  todo   también lo tengo, ¿para qué le ha servido toda esa vaina a él?. A pesar de que estuvimos   juntos   en la política y  que yo solamente fui concejal tres veces, alcalde dos   y  gobernador   una vez, el tipo no aprendió nada de mí. Hombre compadre  mejor le    sigo   diciendo ¡Pendejo! Pa´ no decirle otra vaina.
 
¡Ay! cosas de la vida, que gratos recuerdos me traen, por ejemplo, aquellos cincuenta millones de pesos que me dieron en mi primera administración de Alcalde, para hacer la represa con la que se evitarían las inundaciones del pueblo. Bueno, aunque mi administración hizo la represa, jums…pero se duró más en hacerla que en destruirse, je,je. En fin, si el pueblo se inunda por completo entonces me iré a vivir a una de las casas que tengo en la capital.
 
Cómo olvidar aquella ocasión en la que  me dieron quince millones de pesos para que durante  mi administración permitiera un centro de acopio en el corregimiento de la Ye, de una empresa que manipulaba minerales contaminantes. Centro de acopio que contaminaría a más de medio pueblo, en donde yo casi no iba y ahora que estoy viejo menos voy. Aunque yo sólo no goberné, conmigo les fue bien a muchas personas, ya que en política casi no se puede gobernar con autonomía absoluta.
 
…-Hombre vida, tú si me has tratado bien y para completar tengo muy buenos amigos parlamentarios, ministros, gobernadores, que me ayudan mucho con el clientelismo. Ahora pienso enrolar a mi hijo Alberto en este maravilloso mundo  de la política, al término de su carrera  profesional continuará con la mejor de todas, la política, ¡Pa’que haga plata, carajo!.
 
Mi compadre Gaspar también tiene sus amigos influyentes,  no los aprovecha como debe ser, en cambio los tiene en cuenta para bien del pueblo. Ahí si los   molesta, pidiéndoles  que le den para la carretera, el hospital, acueducto y quién sabe cuánto más.
 
¡Carajo…! mi compadre Gaspar si se desvive por este pueblo y el pueblo  no sabe diferenciar, para ellos todos somos la misma vaina.
 
Estando Don Eugenio monologando llegó su compadre Gaspar, sacándolo de su ensimismamiento.
 
 –Hola compadre, ¿qué tanto piensa hombre, o es que todavía se queja?. A lo que Don Eugenio dijo.
 
-¡Nooo! Compadre, yo no tengo  por qué preocuparme, así como estoy me siento bien, aquí estoy más que todo   descansando del  trajinar diario, ¡Como buen político, claro  está!.
 
-Eso está bien. -Dijo Don Gaspar-  Compadre, léase la obra El Príncipe, de Maquiavelo,  creo que eso le ayudaría  a sentirse mejor.
 
-¡No, compadre! -respondió Don Eugenio-   esa ya me la leí, pero ahora que usted me recomienda ese libro, déjeme sugerirle uno que creo es el que le falta a usted para continuar siendo una gran persona con una buena calidad humana, compadre léase  Emilio, de Rosseau  -don Gaspar con una sonrisa a flor de labios  cordialmente respondió-                                                   
-¡Gracias, compadre! ¡Gracias! creo que me lo voy a leer.
 
Eran aseveraciones que ambos personajes    se hacían, quizás a manera de indirectas, pero objetivas.  
                                               
-Bueno compadre -dijo Don Eugenio- ¿y qué lo trae por aquí? por que usted no viene aquí a perder el tiempo, usted siempre que viene hablar conmigo trae un manojo de cartas, como queriendo hacer las mismas maromas que hacen los tahúres con ellas.
-A lo que  Don Gaspar responde-
 
-Sí compadre, usted tiene la razón, pues fíjese que hace unos minutos me llamó el senador Castellanos, para proponer mi nombre como candidato al Senado de la República en las próximas elecciones.
 
...Don Eugenio se  sobresaltó tanto que casi se cae de la hamaca que sostenía su pesado cuerpo.
-¡Cómo va ser hombre! y  usted ¿qué le respondió?.
 
-Pues, yo le dije que sí, que aceptaba y desde la próxima semana empezaremos a planificar todo. Creo que ahora de verdad, yo de Senador voy a darle a mi pueblo y a la región la grandeza que se merece, porque estando ahí vendrán cosas buenas y más progreso, ¡Compadre, téngalo por seguro!.
 
Mientras tanto, Don Eugenio continuó con sus pensamientos. -¡Ay! compadre, usted con sus vainas, a usted lo hicieron fue para servir, un ángel le queda pequeño. Bueno después de todo ese es problema suyo compadre, continúe haciendo su política que yo me quedo con lo que ella me produjo.
 
Al cabo de los años, el pueblo se sintió bien correspondido por los proyectos y gestiones del único Senador que ha tenido en su historia. Habían solucionado los problemas de inundaciones y otras significativas obras estaban en proceso de hacerse realidad.
 
 
 
 
 
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Foto del autor Luis Alcides Aguilar
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Descripción

Cuento que pretende mostrar la visin a manera de intuicin que tenemos de nuestros polticos "buenos" ; pero que en el fondo tienen el alma negra y el pueblo lo sabe y lo premia.

Palabras Clave: Monlogo poltico.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Luis Alcides Aguilar

Derechos de Autor: Reservados los derechos.


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raymundo

Amigo Luis Alcides Aguilar, efectivamente los políticos, casi en su totalidad, son enormemente egoístas. Esto sucede en todos los países del mundo, incluyendo a los desarrollados. La democracia, que tanto defendemos, fue inventada por la oligarquía para tener ventaja sobre el resto de la población que elige a sus gobernantes. Este pequeño grupo de gran poder económico, patrocina las campañas de los líderes políticos para que éstos ganen y luego trabajen para sus intereses capitalistas, en desmedro de las grandes mayorías del país que gobiernan. La oligarquía se enriquece más y el resto de los pueblos se empobrecen cada día más. Compran conciencias de los conductores periodísticos y de las encuestas para engañar al pueblo y éste lamentablemente los cree. Sin embargo, no debemos perder la fe y confiemos en que algún día nuestros pueblos despierten y elijan al gobernante indicado para sacar de la postración en que se encuentran la mayoría de los países subdesarrollados y en proceso de desarrollo. Un saludo fraterno desde el Perú a la hermana república de Colombia.
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October 30, 2010
 

Luis Alcides Aguilar

Gracias Raymundo.
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November 02, 2010

Luis Alcides Aguilar

En lo profundo de mis sentimientos, creo que así piensan la mayoria de nuestro politicos Colombianos, la historia de las últimas década, así nos hace pensar, son egoistas, toman el poder para enriqueserse dejando a l pueblo a la deriva, no les duele que los niños mueran de hambre, hacen leyes que golpean al pueblo de dónde salieron y los eleige, piensan solo en ellos, en sus intereses; pero Dios no es cachaco ni usa carriel y es así que aquí mismo, en la tierra, alguien les pedirá cuentas.
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September 18, 2010
 

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busy