Me desciño de las gaviotas
al ocaso.
Y bajo al suelo semi pulverizado.
Es allí que toco la argamasa del indio
y siento la aguda curvatura de sus flechas.
Viene a mi un sopor de curare suave
y sueño que estoy acechando a los conquistadores.
Y aunque mi sangre sea mezcla de todos los atlánticos
sé que en mi pasado guerré contra las yeguas
y me escondía en el fondo placentero del vaho
desde donde brotaba yo en raíces verdes.