Una historia hace ya mucho tiempo, que había sido olvidada
Publicado en Jun 06, 2009
Había una vez un gran árbol una pequeña niña y un extraño abuelo.
En ese día fue el día que ese abuelo y esa nieta tuvieron su mayor comunicación. Estamos hablando de ya hace bastantes años. No se sabe mucho de ese abuelo ya que no se comunicaba mucho y era un tanto extraño. Por algún motivo este abuelo se quedo en el patio con su nieta y ella quería subir a un gran árbol, ella pasaba mucho arribas de los árboles pero este árbol era mas grande y esta niña un tanto pequeña. Como era de costumbre esta niña se disponía a subirse en el árbol ya que hacerlo le hacia sentir gran libertad y sabia que tenia mucha facilidad para encaramarse. Pero sabia que seria muy complicada la bajada, pero ella sentía que su abuelo no era muy empatico pero igual penso que le ayudaria en su bajada. El abuelo le dijo no te subas, no podrás bajar, si crees que puedes bajar sola sube, ella lo subió y este abuelo desapareció, ella se encontró arriba del árbol estaba muy arriba, y quiso bajar, en eso aparecio el abuelo y le dijo que no la ayudaría a bajar y se fue, entonces la niña con algunos rasguños a cuestas y unos grandes sustos para su sorpresa pudo bajarlo sola, apareció el abuelo y con gran asombro la vio abajo del árbol, ella callo sus rasguños, de ese día esa pequeña comprendió que podía lograr todo lo que quisiera y le digieran imposible. Han pasado los años y esa niña ha crecido ha subido muchos árboles, a quedado muy rasguñada pero puede decir con orgullo que a podido sobrellevar y superar todos sus obstáculos que han dependido de ella, pese que le han costado a comprendido que no todos los árboles vale la pena subir, que algunos pueden dejar grandes heridas. El abuelo le quiso dar una lección, pero quizás no fue la que quería, si no la contraria, pero al fin al cavo, le enseño algo que marco su vida. Que nada es imposible cuando es responsabilidad que no es compartida. En realidad no puede decir: mi abuelo no me enseño nada, aun que sea contados su recuerdos de ese extraño hombre que callo tantas cosas.
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Anna Feuerberg
Un abrazo,
Anita