Del libro "Abecedario poético"
Publicado en Jun 24, 2010
N
Sé que soy un NN para ti, aunque tú para mí eres infinita como la numeración, como el amor que se juran los enamorados, como quisiéramos que fuera el universo. También eres amable, no lo niego, pero temo tu presencia muchas veces porque tu vicio principal es sólo el odio, si me atengo a lo que dicen algunos ocultistas. Tu perfume es el jacinto, me aseguran, aunque mi olfato demuestra que tu olor se nota siempre en la demonología como signo mayor de los tormentos. Das origen a la palabra nacimiento que según Ambrose Bierce, periodista y escritor amablemente cáustico, es el primero y mayor de los desastres. Además, le das nombre a la nariz, ese puesto de avanzada en plena cara que nos hace parecer ridículos frente a cualquier espejo, y asimilarnos a los grandes simios. Designas el norte geográfico y el conjunto de números llamados naturales, incluyendo el cero. O si alguien lo prefiere, designarlos igualmente descartando el mismo. Te acepta como símbolo ese cuerpo simple, inodoro, insípido, incoloro y gaseoso bautizado nitrógeno por los especialistas. Lo eres igualmente del prefijo nano y de tres unidades de medida que involucran la palabra newton. En todo caso, mi querida N, te sobras en valores, casi todos piezas magistrales de la contradicción; paradojas que viven para enriquecer aparentes incompatibilidades en la coexistencia de cosas nada lógicas, pero llenas de misterio y beatitud.
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