M
 
Se manifiestan contigo muchas cosas
y se nombran lugares como México,
Montreal, Maracaibo y Mar del Plata,
Macedonia, Melbourne y Melanesia.
También personajes... situaciones...
movimientos... aventuras y desgracias.
 
Eres signo gramatical y acción externa
cuando inicias la palabra que te nombra,
expresando lo plástico y local.
En cambio, cuando al final te encuentras
con grafías extranjeras muy exóticas,
te conviertes en algo general y colectivo.
 
En ti cabe el Mundo y cabe Marte,
que juntos con Mercurio se desplazan
como granitos de arena por el Sistema Solar.
Se acomodan igualmente muchas megas
de galaxias, de ciclos... monumentos,
y hasta padecemos delirios de grandeza,
más conocidos como megalomanías.
 
Además de macrobiana eres modesta
cuando cumples tus deberes cabalmente
(como sueño que lo hacía Matusalén),
dando de mamar a los humanos
la leche del amor y del olvido.
 
Está en ti el universo aunque le niegues
tu forma sugerente y majestuosa,
porque puedes mandarlo al ostracismo
como a un burdo presidiario el tiranuelo.
 
No temes a la muerte ni maldices
aunque inicias la palabra maldición,
que succiona las médulas, ya secas,
de mendaces malandrines y matones.
 
Y no olvidas (al darte un hasta luego)
a la excitante nativa de Magdala
que con amor y erotismo deliciosos
apaciguó las ansiedades del Mesías,
mientras éste predicaba en los desiertos
parábolas que el viento se llevó.