Cenicienta y el Prncipe
Publicado en Jun 15, 2010
Envuelta en gasas y sedas, de suave multicolor,
con sartas de perlas finas, su cabello, recogió Perlas en sus orejitas y en la mano, un abanico. Con elegancia y belleza, a todo el mundo encantó. El príncipe estaba aburrido pero al verla, se animó. Con adecuadas palabras, expresó su admiración Ella, que estuvo fregando, como siempre, en la cocina, no supo qué contestar y se sintió, confundida. Los compases de una danza, la sacaron del apuro, es una inocente niña, muy poco sabe del mundo, Confinada por ser bella, en el hueco más profundo del castillo de su padre, por una madrastra cruel y sus dos hijas feúchas y amargas como la hiel. Danzaron toda la noche. Embriagada de emoción ha olvidado que el permiso, que su madrina, le dió ha expirado y el hechizo, también ya se terminó. Al oír las campanadas, por la escalera bajó. Uno de los zapatitos, de su pié, se ha desprendido No puede recuperarlo, allí queda, en el camino. Con el zapato en la mano, el príncipe, pensativo. Es todo lo que conserva de ese momento vivido Y con esa sola prueba, llegará a quien lo ha perdido.
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