SONATA EN CLAVE DE DOS
Publicado en May 23, 2009
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             SONATA  EN  CLAVE  DE  DOS
   Teníamos que hablar. Nuestra amistad, delicada como alas de mariposa, nos lo permitía.
   Subimos al coche y nos dirigimos por la Av. Libertador hacia el Bajo, acompañados por tres cosas: el zumbido del aire acondicionado, tus ojos azules y una suave melodía trasmitida desde el aparato de audio.
   Yo observaba tu mirada inquieta, , buceadora, como si mirases una nube que se alejaba sobre las terrazas de los edificios a la vera de la avenida que estábamos transitando en nuestro recorrido, por este Buenos Aires, empapado en una humedad pegajosa y grisácea.
 -Imagino la cara de mi viejo, pobre, cuando se enteró que Mariano y yo, como pareja, fuimos un desastre- dijiste.
 -De eso hace mucho tiempo - respondí.
 -Sí, es cierto. Sin embargo, él se murió con ese ése dolor que se le veía en el alma. Había puesto no sé qué sueños en nosotros y, como eran los suyos y no los míos, la realidad lo volteó. Ya pasará Brian. Sólo me resta poner en negro sobre blanco que era mi vida, no la de él.
   Yo seguía mirando tus ojos que no cesaban de moverse, inquietos, hasta que los clavaste en un rincón del piso del auto, y pasaste una mano sobre ellos, como si quisieras borrar algo. Luego moviste la cabeza como diciendo " no sé qué pensar".
   Sonreías, te mordiste los labios, dijiste que a veces, una sensación te venía de afuera, sin motivo, viendo un cuadro, oyendo música o sintiendo el tacto de una mano acariciada en algún tiempo.
   Moví la cabeza ligeramente hacia ti y traté de respirar a tu ritmo para que pudieses sentirte más acompañada mientras viajabas  a través de tus recuerdos.
   Cuando me dijiste que te atormentaban las memorias de aquellos días, se me ocurrió sugerirte que te imaginases a ti misma, en perspectiva, en un horizonte lejano. Seguramente las cosas cambiarían. Te  resultó bueno ese momento. Y te aclaré-se trata de ver lo mismo desde un aspecto diferente, que te sea útil.-
   Noté que tu respiración disminuía su ritmo y parecías sumergida en un diálogo interno más productivo contigo misma, que aquietaba tu mirada y hasta la dulcificaba.
   Miré a lo lejos.
   La tarde estaba erizada como la piel de un cachorro siberiano.
   En ese vagabundeo singular que nos servía para charlar lo trascendente, ya habíamos llegado a zona Norte, y circulábamos por San Isidro, pasando por su magnífica Catedral gótica.
   Me pediste que pusiera "Adios Nonino" de Piázzola.
   Mientras lo escuchábamos, recordé los versos de un poema tuyo:
                           Hablo de un Buenos Aires húmedo,
                           viscoso,
                         raído hasta la médula
                         por este sol de estío....
   La música nos distrajo.
   El camino se había enangostado y decidimos emprender el regreso hacia la Capital. A los lados podíamos observar las casas quietas de los barrios paquetes, con jardines escondedores, de vaya a saber uno, cuántas historias acalladas entre sus muros.
   Por Libertador, nuevamente, llegamos a los parques de Palermo.
   El tránsito nos detuvo.
   En medio de los árboles oscuros, intuimos los fantasmas de "Sobre héroes y Tumbas" enhebrando su tragedia.
   Tu voz sonaba cadenciosa.
 -Escucha - decías - cuando paso por acá, me dan ganas de gritar para advertir a la gente que preste atención a los ritmos del aire. Ahí, entre esos agujeros del parque, algún espectro creado por Sábato, torturado detrás de una quimera, puede espiar en silencio y mandarte al mundo de las sombras de aquel "informe para ciegos."
   Me miraste perpleja, quizás por tu reflexión, desconfiando de si yo realmente te oía.
 -Te escucho - dije - soy todo oídos.
 -Mm - dijiste - me suena a verso. Nunca escuchas cuando digo estas cosas.
   Iba a preguntarte sí nunca, nunca te escuchaba, pero opté por callarme. Comprendí que había empezado tu hora retórica.
   Continúe manejando en silencio, permitiéndote que rumiases entre tus pensamientos y recuerdos.
   Así llegamos a La Boca.
   Frente a los viejos barcos, en la Curva de Rocha, allí mismo, donde Garay dijo que aquello se llamaría La Boca del Riachuelo ( y así figura en viejos mapas), dejamos un rato el auto.
 -Lo que no dijo Garay es que aquí te afanan hasta el alma; así que, Brian, por las dudas, llevate el pasacasettes.
 -Gracias - te respondí.
   Paseamos por la calle Caminito, que recuerda al tango del mismo nombre, aunque el mismísimo Juan de Dios Filiberto, su compositor, dijo que la letra nada tiene que ver con este lugar, ya que él se inspiró en un camino de campo.
   Mientras caminábamos me atreví a preguntarte:
 -Lo de tu papá...¿ya fue?
 -Sí, claro que sí...parece mentira...tantos años y esa herida...
   Disculpame si te traje un tema...no te enojes.
 -Que me voy a enojar, Brian.
   Regresamos al coche y dejando atrás Parque Lezama, retomamos Paseo Colón hacia Libertador nuevamente hasta llegar a Pueyrredón, y ahí doblamos.
 -Vayamos al boliche de la esquina de Berutti. Allí podemos charlar. Ahora es tu turno.
   Yo ya no podía eludir más.
   -Bueno - le dije - está bien.
   Nos sentamos frente a frente. Miré a todos lados, y respiré profundo.
 -Estoy confundido. A veces no sé qué decir. Y para colmo, veo que mis actitudes o palabras, producen enojo.
   Lejos se oía una sirena.
 -¿Qué es lo que te confunde?
 -No sé....Todo.
 -Todo...¿qué?
 -La gente- dije
 -.¿Quienes, específicamente?
 -Los que me contradicen -
 -
 - Es a ellos a quienes no sabes qué decir? -
 -Sí, siempre. Siempre me quedo mudo.-
 -Siempre, ¿siempre?
 -No, no siempre. Algunas veces.-
 -¿Cuándo?-
 -Cuando me parece que saben todo, o al menos así lo  creen -
 ¿Y qué es lo que no sabes decir?-
 -La respuesta. Me callo la boca. Es mejor para mí.-
 -¿Mejor, con respecto a qué o a quién? -
  -Mejor que hablar al cuete, con megalómanos que lo saben todo. Ya sabes que la mejor respuesta es la más difícil de encontrar.
 -Sí, comprendo que es difícil, sin embargo es realmente tan así?-
   Ni me daba cuenta donde estaba. Me dolía el cuello, el estómago.
 -Yo ...quiero escuchar...
 -¿Qué te gustaría escuchar, Brian?
 -Al menos una palabra.-
 -¿Una palabra? ¿Cuál?
 -De comprensión, che, de comprensión. Pero siempre, lo que uno dice, produce enojo.-
   No sabía qué decirle. Noté el esfuerzo que hacia por escucharme, pues yo ya no hablaba, susurraba. Tenía ganas de moverme, de caminar, y sólo me movía inquieto, en la silla, acomodándome continuamente.
   Ella puso su mano sobre la mía. Fue un gesto dulce, como la ternura de un osito koala.
 -Brian, recuerda algo positivo; algo que represente una sensación muy valiosa para ti.
   Y allí estaba su mano........salté en el tiempo.
 -Si, ya está. Fue aquella sensación de gozo cuando el tren partió de mi pueblo, alejándome para siempre, de una vida de borrachera y mansedumbre; de días olvidados en los vahos del alcohol, de noches interminables en el atontamiento de quien huye de una realidad que le es ajena y sin embargo se asemeja a la propia pesadilla.-
    Tu toque había traído aquella sensación pletórica que me inundo y quedó anclada en mis oídos con el sonar de la sirena de ese tren, que ponía distancia de ese pasado triste y solitario que ya sólo era un recuerdo en mi mente.
   Y esos eran los fantasmas! Un Brian, joven, pedante, fuerte y seguro.......el otro Brian, reflexivo y evaluador.
   El pedante era irónico. Le importaba un rábano lo que los demás pensaran o dijesen. Él simplemente actuaba, hacía, a veces hasta con violencia; como un torbellino que todo lo arrasaba a su paso. En cambio el otro, era el meticuloso, casi parecía indiferente, prudente, tal vez en demasía. Quería protegerse, Dios sabe de qué.
   Ese había sido el Brian joven, alrededor de los veinte y pico, en cambio el combativo, el aparentemente, seguro de sí mismo, había pasado la treintena. Se había conseguido un lugar en la sociedad y quería respeto a toda costa........pero todavía había miedo, miedo al no reconocimiento de los  otros....esa era, finalmente la verdad escondida detrás de tanta confusión!
   El toque de tu mano me volvió a la realidad del bar, a sus ruidos, a los murmullos de las otras personas, al presente de los dos frente a un café, confiándonos nuestras cuitas.
   Y tu pregunta, dura, concisa - ¿Y cómo es el Brian de hoy, este hombre en la mitad de sus cuarenta años?-
 -Más manso, más maduro, más cauteloso. Aprecia la vida. Analiza y piensa más cada paso. Sostiene.......
 -¿Qué sostiene?-
 -Sostiene...mi vida...sin presión, cálida y suavemente. Me impide la torpeza....tal vez parece débil, sin embargo es mucho más estable que los otros.
   Yo ya no podía parar. Sentía que los dos, Laura y yo, hasta respirábamos al unísono. Sus palabras, precisas y delicadas me habían ido guiando cuidadosamente en un derrotero de reencuentro con mis otros yoes olvidados por el camino del crecimiento.
   Estaba transpirado, el corazón latiendo con fuerza inusitada, las manos heladas y el cerebro hirviendo.
 -Brian, ¿qué te gustaría rescatar de esos otros Brians del pasado que pudiera resultarte útil en tu vida actual?-
 -Del más joven, su fuerza. Me haría bien cuando las papas queman, y del otro su manera de reflexionar, porque me ayudaría a conseguir mejor equilibrio en mi funcionar diario.-
   Estaba agotado. Cerré los ojos y viajé hacia mi interior para sellar un pacto de respeto y agradecimiento con esas partes tan mías que había re-descubierto. Me sentía renovado, casi renacido, con nuevas energías abiertas en mi vida.
   Nos quedamos un rato en silencio, simplemente dejándonos ser.
   Luego charlamos sobre varios temas. Yo te pregunté si sabias que Recoleta había sido un matadero fétido y esquivo, si conocías que la calle Arenales, lleva ese nombre por los arenales que tenía y que estaba llena de tugurios. También te conté que la avenida Santa Fé había sido el "Camino de la Santa Fé", porque, al ser el camino más alto, era el que usaban los conquistadores para ir a Rosario de la Santa Fé. Que el ahora importante barrio de Belgrano, era un pueblo distante, de quintas y casas de descanso, hasta que llegó a ser Capital por un tiempo, cuando Avellaneda......
   La noche había caído sobre la ciudad. Recordé a Esteban Ratti, que decía en un poema:
                    Hoy la tarde es una muchacha pálida
                     ojerosa, pausada, con cabellos
                     habitados por pájaros colores
                     y bellísimos ojos de caléndulas....
 -Uy, Brian, dijiste, se hace tarde, vamos , ya seguiremos hablando.-
   Y yo seguí con Ratti, mientras pagábamos y salíamos:
                       Para callarme, necesito poco
                       He oído ya mucho y visto demasiado
                     Solo debo encontrar el cielo predispuesto
                      Y a mi corazón, en condiciones de sostener
                      la proximidad de un horizonte
                      tantas veces hablado........
   Salimos del bar. La avenida Pueyrredón, hermosa y cálida como el amor, nos llenó de sonidos.
 -¿Sabes, Laura, que Mozart, compuso una de sus más bellas sonatas en un café, como nosotros en esta charla?
 -¿En un café?-
 -Sí, en un café de Viena, llamado Der Brucke, en una esquina formada por las calles Wilhelm Tell y Frau Helga.
   Comenzamos a cruzar la avenida.
 -Qué genio. ¿Y todavía existe ese lugar?
 -Sí, te respondí.-
Ya llegábamos a tu casa.
 -¿Y te lo creíste? - te pregunte
 -Lo de Mozart, ¿por qué no?-
 -Porque es una creación mía, una broma, Laura.......
   Tu hijo abrió la puerta, iba  saliendo apresuradamente, rumbo a la facultad. Ni siquiera llegó a vernos.
   Te besé en la mejilla y arranqué el motor nuevamente. Ya me sentía mejor, liviano como las palabras que decía mi madre en ocasiones vanas cuando soles y noches eran instancias únicas, y hoy sólo recuerdos encantados de una serena paz, casi una transformación de tiempos y de espacios, ahora recuperados finalmente.
 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
  
  
 
  
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Foto del autor Becky
Textos Publicados: 4
Miembro desde: May 20, 2009
1 Comentarios 366 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Cuento de una charla entre dos personas durante un paseo recorriendo lugares en Buenos Aires, con caractersticas psicolgicas en los personajes.

Palabras Clave: PASEO TARDE PALERMO TANGO BUENOS AIRES

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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MAVAL

>aprecio tu decir estimada
pocas veces damos el tiempo a otros para escucharlos simplemente
porque hoy por hoy ...vamos de apuros por la vida
casi sin detenernos y no vemos a los que nos rodean...
Saludos cordiales
Responder
May 23, 2009
 

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busy