12 AÑOS DESPUES
Publicado en May 23, 2009
Prev
Next
Image
 
Andy sabía que a esa parada de autobús llegaría su madre en cualquier momento. La noche anterior no durmió imaginando ese encuentro, pensando en los besos y abrazos que de ella recibiría, en el cono de chocolate que luego irían a comer en la misma heladería donde iban cada fin de semana hasta que él tuvo seis años. Sus manos temblorosas sostenían las fotos que en estricto orden cronológico llevaba: su profesora de primaria colocándole la medalla de honor, el rector del colegio galardonándole como el mejor bachiller, la condecoración que recibió del decano, el saludo del alcalde referenciado en el periódico local resaltando su labor social como joven ejemplar, y todas las demás fotografías que evidenciaban los importantes logros por él alcanzados durante los doce años que ella no estuvo.
Su tío Rómulo estaba muy preocupado, pues desde la mañana había salido sin avisar. Tras buscarlo por todas partes y encontrarlo allí, esperando ansioso a su madre en ese cruce vial, se acrecentó el sentimiento de culpa que desde semanas atrás experimentaba, pues, pensándolo bien, él le había incumplido a su hermana la promesa de amar a su sobrino como a uno más de sus hijos; es más, descubrió que ni siquiera había sido un buen tío, pues desde que el niño quedó a su cuidado nunca se preocupó por su estabilidad emocional; no le brindó jamás el afectuoso calor que hasta el ser más intolerante requiere de su semejante, e incluso hasta llegó a permitir que su esposa reiteradamente protestara que suficiente lidia tenía ya con sus propios hijos como para soportar además a un sobrino político que se estaba volviendo loco; y como en efecto, la salud mental de Andy iba cada día peor, Rómulo estaba ahora determinado a corregir el daño que su indiferencia había causado. Se acercó a su sobrino para decirle de una buena vez lo importante que él era para su vida, la satisfacción que sentía por sus logros alcanzados, lo orgulloso que estaba de él. Pero a esas alturas los delirios de Andy le habían vuelto inmune al confuso afecto de los demás; él sólo esperaba a su mamá; sabía que en cualquier instante ella iba a aparecer.
Algunos al pasar se burlaban con disimulo de los singulares movimientos de Andy mirando hacia la carretera. Otros se detenían a prudente distancia sintiendo lástima del joven que en otrora fuera un gran ejemplo para la comunidad, pero que desde hacía dos años había empezado a experimentar una delicada crisis en su equilibrio mental, protagonizando delirios que no tardaron en ser calificados como actitudes de trastornado, pero él mismo era consciente que no existía tal trastorno, sino el sobrehumano deseo de volver a ver a su madre, deseo que por fin sería concedido.
Su tío se acerca con paternales palabras pidiéndole que regrese a casa y espere allá a su mamá. Andy ni se molesta en mirarlo, pues su atención está fija en la actividad de la carretera; sólo atina a decir: "no, tío. Ella llegará aquí. Le traje las fotos".
Rómulo observa detenidamente una de las fotografías que el muchacho posee. La imagen refleja a un pequeño de nueve años siendo galardonado en medio de un auditorio en el que es ovacionado. Todos los niños de su edad están acompañados por sus mayores, a excepción suya, pues su tío no asistió debido a inconvenientes con su esposa.
Sin quitar jamás su mirada de la transitada carretera, Andy le muestra a su tío cada una de las fotos. Rómulo se conmociona por aquellas imágenes. Le invade toda la culpa del mundo por su ingratitud hacia esa hermana alejada, por nunca haber intentado compensar siquiera en parte el afecto que, aunque jamás puede ser suplido, sí puede edificarse con el vínculo fraterno del lazo del que ama. Compungido, cae arrodillado ante su sobrino. Bañado en amargas lágrimas desea expresar todo el cariño que nunca ofreció, retomando su promesa primigenia, teniendo la certeza que esta vez no volvería a fallar, pero el llanto desesperado le impide pronunciar palabra.
En ese preciso momento Andy es impactado por una portentosa luz interior. Girando su rostro hacia la acera contraria observa que de un autobús que se detuvo ha bajado ella: mamá. En su corazón se enciende un fuego ascendente que le atraviesa la garganta y va a parar a sus ojos, desbordándole en un caudal de lágrimas vivas. Casi no podía creerlo. Allí estaba ella después de doce años, tan hermosa como la recordaba: luciendo el vestido blanco de los dos preciosos encajes que la hacían ver como una diosa. Ella, con sobrenatural sonrisa le abrió sus brazos, proyectando con el gesto de su mirada las palabras que el hijo de sus entrañas escuchaba con gritos calmos en la romería de su silencio: "tranquilo, hijito; llegó mamá".
Impulsado por un sublime instinto, Andy corre hacia el otro lado de la carretera. En ese momento no le importó absolutamente nada: ni los gritos desesperados de su tío, quien al verlo correr se incorporó como loco ordenándole que se detuviera. Ni el vocerío confuso de los curiosos espectadores. Ni el infernal ruido de los frenos de la camioneta por intentar en vano no arrollarlo. Su destino estaba trazado. Ni aún el cruel impacto contra el pavimento hizo que de sus manos se soltaran las fotografías que con tanto esmero seleccionó para ese instante tan postergado.
Acercándose, mamá lo levanta del suelo con inenarrable ternura. Acaricia luego sus mejillas, quitando las lágrimas de su rostro. Andy, contemplándola absorto, desliza sus dedos por la cabeza de ella, comprobando que nuevamente está en su lugar el fino cabello que doce años atrás las quimioterapias se habían robado. Ahora, sin ningún temblor en sus manos, le entrega las fotografías que le había llevado; fotografías algo desgastadas por los ríos de lágrimas sobre ellas vertidas y los húmedos besos durante tanto tiempo allí estampados. Luego de observar cada imagen, mamá le da a su hijo el beso en la frente que en momentos de estupor él tanto había anhelado.
Sin más que hacer en ese lugar, ella lo toma de la mano para llevarlo sin prisa por un sendero sin tiempo donde los vicios de esta vida jamás corrompen la ternura de los inmortales.
Página 1 / 1
Foto del autor Ronald Ubarnes
Textos Publicados: 1
Miembro desde: May 23, 2009
1 Comentarios 250 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Andy, a orillas de una transitada carretera, espera ansioso a su mamá luego de doce años sin verla

Palabras Clave: encuentro amor madre angustia felicidad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
menos espacio | mas espacio

raymundo

Espléndida y conmovedora narración. Felicitaciones y saludos muy cordiales de un servidor, desde el Perú.
Responder
November 20, 2010
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy