Se apago la luz. Todo era una total oscuridad, escucho voces a su alrededor pero no podía ver nada, tampoco podía moverse, sus miembros estaban rígidos, todo su cuerpo estaba inmovilizado, por mucho que se esforzaba no lograba mover ni un dedo. Trato de gritar, pero de nada le sirvió, no le escuchaban, o simplemente no tenía voz, pero estaban allí, escuchaba voces conocidas, extrañas, lejanas, apagadas, extenuadas. Se afano en ver pero todo fue inútil, solo la perenne sombra, no obstante empezó a sentir la presencia de algunos que se le acercaban, sentía sus alientos, sus movimientos, sus voces, sus sollozos, sus risas, sus llantos, los olores a cirios, a café y chocolate, de whiskey y de brandy, de flores y de perfumes ostentosos y baratos... a formalina y alcohol isopropílico... recordó entonces su salida violenta del estacionamiento, el largo camino, el viaje forzado... el sueño y el cansancio... y el otro auto que se le vino encima... Se apago la luz. Todo es una total oscuridad y un grito desesperado se ahogo en su boca cosida y llena de algodón.