Mi suegro, el alemán.
Publicado en May 16, 2009
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Mi suegro, el alemán.
Su respiración se extinguía lentamente, avisando el augurio de la muerte de aquel hombrazo con cuerpo de atleta viejo y ojos verdes, que sobrevivió el tiempo frío  siberiano,  luchando en la invasión de las reservas petrolíferas rusas, hasta llegar a Stalingrado en la batalla más sangrienta y con más bajas humanas de la segunda guerra mundial.
 
Él y sus compañeros fueron como peones de ajedrez, avanzando por los campos de batalla, liquidando y sucumbiendo. Sólo en dos días cayeron diez mil hombres por la torpeza de sus líderes, quedando engañados en una ciudad de ruinas a la merced de un millón y medio de soldados rusos.  A pesar de las circunstancia, Hitler, en su loca idea de conquistar el mundo, ordenó la permanencia de esos grupos para reprimir los ataques rusos, sin obtener ni la tercera parte de los víveres requeridos. Finalmente la  aviación rusa desató un terrible bombardeo sobre los soldados invasores, los cuales morían de hambre y frío a una temperatura de treinta centígrados  bajo cero.
 
De los doscientos setenta mil alemanes atrapados en el cerco, al final de la contienda sólo quedaron con vida noventa un mil soldados, estos fueron a parar en los campos de trabajos forzados en Siberia. Después de la guerra sólo cinco mil de ellos, incluido mi suegro, regresaron a Alemania, sólo dos de cada cien vivió para seguir con su historia.
 
El futuro padre de mi esposa retornó a su país herido de una pierna y afligido del alma. Cuando caminaba, esa pierna herida, la cual estaba más corta que la otra, le recordaba con su cojera esa guerra maldita. Un día sentí la curiosidad de preguntarle sobre estos sucesos, sin  contestarme se volteó con los labios temblando  al recordar como había cargado a sus compañeros para ser incinerados en una hoguera en las afueras de la ciudad. Con esa misma mueca se despidió de mí un ser macilento vencido por el cáncer  que no le permitía digerir correctamente los alimentos. Al verlo vencido, pensaba que su fin estaba por llegar, pero tuve el tiempo de darle las gracias por haberle dado a mi hija una gran madre y de haberse arrepentido por censurar mi color oscuro en mi piel.
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Foto del autor Carlos Campos Serna
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Descripción

Después de la segunda guerra mundial sólo cinco mil soldados, incluido mi suegro, regresaron a Alemania, sólo dos de cada cien vivió para seguir con su historia. Relato tomado del libro ¨Sin presencia de arquitecto ¨

Palabras Clave: guerra Alemanía Hitler locura holocausto suegro soldado Stalingrado papá hija.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: A mi suegro, por arrepentirse

Derechos de Autor: Carlos Campos Serna


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Verano Brisas

Carlos: Es un testimonio excelente, pero lo dejas incompleto. Si lo terminas, será importante, porque tienes garra de periodista, de cronista o de historiador, qué sé yo. Cordialmente, Verano.
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May 16, 2009
 

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