Climaxxx
Publicado en Mar 05, 2010
Prev
Next
A Pamela, la puta teibolera...
 
Tomó la escalera, iba a descender por la vagina de la mujer gigante. En unos minutos estaba ahí y se dio cuenta que toda la sabiduría de los humanos era una farsa. La verdadera sabiduría estaba ahí, en ese lugar de cuerpos destazados y sangre nueva saboreando la sangre ya podrida. Ahí habían evocado todos los espíritus del averno y también los del cielo; todos tenían que pagar tributo. Había moños gigantes hechos de corazones. Había perros que ladraban luces y sombras, fotografías, imágenes, símbolos, colores. Había hombres-bomba que, cuando explotaban, nacían estrellas en aquel cielo tan cercano, que cualquiera se podía masturbar con una nube.

Ahí no se podía hablar de dioses ni demonios, todos éramos iguales, todos teníamos que rendir tributo. Algunos se arrancaron la lengua para con ella dibujar corazones en el piso de aquel lugar. Algunos, cual globeros, hacían figuras con su alma: caballitos, bicicletas, caritas, lunas… Ellos tenían los ojos blancos, parecían zombis con su ropa sucia y su cuerpo lacerado y sin vida. Otros se acicalaban en las paredes, sin parar, maquinalmente. Otros se hundían en el canal de líquido termal que por ahí corría; se hundían mientras su mente parecía estar en profundas reflexiones. Otros, ebrios, cantaban y bailaban, mientras hacían una fogata con su aliento. Unos pocos, los menos, recitaban poesías de Venus a las pequeñas dunas de ese lugar.

También había dos mujeres en ese lugar. Tiempo después él se dio cuenta que eran la madre y la abuela de la mujer gigante, ambas estaban desnudas, una etérea aura de olor las cubría. Esas mujeres lo maravillaron; pero más lo maravilló y lo espantó el hecho de que todos aquellos personajes, incluyendo las dos mujeres, tenían su mismo rostro. Había hombres flagelándose, comiendo, bebiendo, sembrando besos, orinando lágrimas, eyaculando velocidades, suicidándose, matando, jugando a las canicas con canicas de lumbre, fumando pestañas, pintando rojo, bañándose en sangre, bautizándose, mutilándose, rezando, siendo. Todos ellos tenían su  rostro, el mismo rostro de él. Él estaba ahí sólo para percibir. Tomó su escalera y salió de ese lugar. Caminó rápido, casi corriendo, hacia el ojo derecho de la mujer gigante. Ella lo miró, lo llevó a su pecho y lo durmió con dulces canciones de cuna.
Página 1 / 1

Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy