Graba en tu memoria mi rostro sonriente,
que nunca más volveremos a encontrarnos.
Intenta descifrarme en el laberinto de aire;
busca mi rostro entre veinticinco,
no estoy ahí.

Al roce de tus pensamientos, eterno delirio,
historias de encanto y de ira cobijan el destino,
cortante el viento danza con cada hijo de las sombras
entre montañas de fuego, entre sonrisas de niños sin patria. 

Todo cambia al amanecer,
caminas entre calles cuyo nombre desconoces,
sonríes a la gente que jamás olvidarás,
la mirada afilada te dice te siento,
las lenguas que arden lastiman tu interior,
pero las cicatrices no duelen y te hacen más fuerte, hieres.
Ahora eres parte de todo, y de todos,
caminando con orgullo hacia ningún lugar.

Vivir entre muros no mata, sólo duele
¿qué más da si todos somos parte del olvido?
¿Qué más da si las ruinas a mis pies se cimbran 
y me atrapan para no dejarme ir jamás?
para no volver, para siempre vivir aquí.

No tengo nada, sólo esperanza
y la ciudad que me protege, vida tras vida.