Yo ya nací con cadáveres en mis venas;
con una voz cortando de lejos,
con un pene perpendicular
y unas noches manchadas de norias neón.
Yo ya nací con cadáveres en mis labios;
con la moral muy desangrada,
con un revólver cargado de luciérnagas,
con un camino salvaje
asfaltado de drogas y cuerpos.
Yo ya nací con cadáveres en las manos;
con una erección descomunal
(que atraviesa las nubes)
con lágrimas congeladas para mi whisky.
Yo ya nací con cadáveres en mis ojos;
lamiendo sexualmente mi ruina,
exterminándome en cualquier vagina,
creciendo del cielo al piso,
con los riñones de fuera
como bandera pirata.
Yo ya nací con cadáveres de mujeres;
con una vocación homosexual,
con un hambre voraz de asesinar,
haciendo charcos con la sangre infantil
sangre en la que jugaba solo
sin ningún Dios vigilándome.
Yo ya nací con cadáveres de hombres;
aprendiz de misógino,
evocado desde las cenizas del volcán,
disparando a la noche en la sien,
tomando té rojísimo.
Yo ya nací,
cuando afuera llovía semen
semen y más semen