Y me volví rayo de luz...
Y me perdí ingenuamente,
Entre el albor de la mañana.
Me desvanecí sin temor,
Entre la floresta de la colina.
Me sumergí casta,
En el manantial inmutable.
Me fusioné,
Con el vigor de la montaña.
Me convertí en eterna,
En la dormida cima blanca.
 
Y me volví rayo de luz...
Y me filtré sin permiso,
Entre los ventanales de la capilla,
Desperté a las alondras que dormían.
Bañe de nácar,
Los pétalos de las rosas.
Pinté de azufrado
Las paredes de tu habitación
Y tú dormías, cándido,
Cobijándote en el amor profano,
Que yo te dejaba.