Es Mentira
Publicado en Apr 30, 2009
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Es Mentira
 
"¡Es mentira!", le dijo tan exacerbado como nunca había estado en su vida. En ese momento nada podía controlarlo, se sentía ido, colérico, sus poros eran atravesados por el sudor a la velocidad de la luz de tal manera que su ropa se convertía en un conjunto de estropajos mojados. Él no supo qué decirle, no entendía qué le estaba diciendo, de qué le estaba hablando, por qué lo miraba de esa manera. Hacía ya tiempo que lo notaba extraño como quien busca algo con la convicción de saber que existe, pero que aún así probablemente nunca lo encuentre. Siempre con libros de cualquier género en sus manos, leyéndolos a toda hora, sobre todo diccionarios de cualquier idioma. Su actitud se había convertido en un fundamento para el temor de cualquiera que osare acercarse a interrumpir sus largas lecturas.
Desde que habló con aquel hombre nunca volvió a ser el mismo, jamás descansó, ni sonrió de nuevo, fue como si se hubiera enterado de una muerte inesperada. Se rehusaba a contarle lo que aquel le dijo; siempre se excusaba diciéndole que eran tonterías o que "no debía entrometerse en asuntos que no le incumbieran". A menudo se lo veía leyendo sobre la etimología de las palabras, buscando el origen de una actual combinación de letras que tuviera principio en la lejanía de los siglos a través de generaciones que hubieran deformado y unido vocablos, teniendo por resultado nuestros símbolos de escritura actuales.
La preocupación de su hermano fue tal que no pudo sino intentar averiguar qué era lo que le estaba sucediendo. Así, fue hasta su habitación, donde habitualmente Flaminio leía.
-¿Qué tienen en esos libros, que la realidad no te dé? -preguntó.
-Aparicio, ya nada será igual, -le dijo-, déjame apreciar el mundo antiguo de las Letras, que aun no se ha contaminado -respondió sin sacar la vista de las pequeñas letras del grueso libro.
-¿¡De qué estás hablando Flaminio!? -le gritó arrancándole el libro de las manos.
-Hermano querido, cuando hablé con aquel hombre, advertí algo que la imaginación de ningún hombre recreó jamás.
-Pero ¿qué te ha dicho? -cuestionó consternado.
-Me miró a los ojos y me dijo que unas rocas que estaban allí, en el suelo, no eran tales, sino pan. Y yo, aún cautivo -como lo estás tú- de nuestro mundo que era perfecto, tomé una de esas piedras y la mordí, ansiando sentir su sabor, más me di cuenta de que el mundo había cambiado.
-¿Qué? ¿No entiendo qué es lo que sucede? -dijo Aparicio, confundido.
-Ese hombre compartió conmigo su poder, el poder de algo inimaginado por todos -agregó.
-¿De qué estás hablando? -volvió a interrogarle su hermano.
-El lo ha llamado "mentira" -dijo en voz baja Flaminio, casi en un susurro.
-¿Mentira? ¿Qué es eso? -preguntó extrañado Aparicio.
-¿Alguna vez, alguien te ha dicho algo que fuera diferente de la realidad, algo que fuera manifiestamente diferente de lo real, aseverándote que era así? ¿Alguna vez alguien ha tratado de hacerte creer algo que no coincidía con lo perceptible? -le preguntó Flaminio con la mirada perdida.
-Mm...sigo sin entenderte hermano...pero definitivamente no, ¿por qué alguien haría eso, por qué alguien afirmaría algo que no es?
-Ay ay, hermano, he descubierto con aquel hombre el poder verdadero. ¿Por qué decir las cosas como son si puedo decirlas conforme a mi conveniencia? -dijo entre risas que le daban el porte de quien no posee dominio de sí mismo.
-Pero eso, ¿estaría bien? Me da la impresión de que significa algo malo -comentó.
-Aparicio, no importa lo bueno o lo malo, además sólo sabemos este secreto tú, aquel hombre y yo, pues ambos prometimos no develar jamás nuestro poder oculto. Prométeme que jamás le dirás a nadie esto, que jamás le enseñarás a nadie a "mentir", prométeme que guardarás el secreto.
-¿Mentir?
-¡Sí! Así lo llama aquel hombre, "mentir".
-De acuerdo Flaminio, está bien, solo nosotros tres lo sabremos, lo prometo.
-Así debe ser, esta será la fuente de nuestra felicidad -concluyó Flaminio.
Así, Aparicio utilizó ese gran secreto para beneficiarse casi todo el tiempo, pues había descubierto los beneficios de la mentira, aún más, los beneficios de ese invento diabólico del que nadie había oído hablar jamás y que a nadie se le hubiera imaginado.
Al cabo de un tiempo, Flaminio, ya no soportaba estar tan aislado del mundo, siendo tan poderoso, con aquel invento y se retrajo en su cuarto enfrascado en largas lecturas, iluminado por dos velas de color blanco, que cambiaba cada doce horas. Solo en los libros encontraba la paz de los mundos donde nadie había mentido jamás. Necesitaba saber que el mundo seguía igual, que él no había sido el sicario de algo maligno, sino de un juego absurdo con un desconocido y su hermano, y que probablemente lejos de ser real, hubiera sido producto de su ágil imaginación, o tal vez del autor de alguno  de sus libros de ficción. Al cabo de varios años, Aparicio entró en su cuarto y luego de insistirle más de diez veces, logró sacarlo de la casa para ir a dar una vuelta por el parque. Cuando llegaron, se sentaron en un banquito de madera que estaba a la orilla de un sendero de piedras de canto rodado. Luego de un rato, mientras hablaban de las más variadas trivialidades, se acercó un niño que no tendría más de diez años y les pidió una moneda para poder comer algo.
-¿Una moneda? Pídesela a tus padres muchacho -le dijo Flaminio al pequeño.
-Pero, mis padres no tienen trabajo señor, y yo tengo hambre -replicó el niño.
-De acuerdo hijo, entonces te doy la moneda, perdóname pero es que no sabía lo de tus padres -le explicó Flaminio abochornado por la situación.
-¡Gracias! -dijo el chico mientras se iba corriendo.
-Se nota que no has salido en años Flaminio -comentó Aparicio.
-¿Por qué lo dices hermano? -cuestionó.
-¿De veras crees que ese muchacho te pidió la moneda porque tenía hambre? -cuestionó mirándolo con pena.
-Sí, por supuesto -respondió enderezando la espalda.
-Déjame decirte algo Flaminio.
-¿Qué? -preguntó intrigado.
-No pude contener el secreto -contestó Aparicio, sin sacar los ojos de las piedritas del sendero, sabiendo la maldición que él y su hermano habían lanzado a la humanidad.
Y Flaminio volvió a encerrarse en su cuarto para no salir jamás, en la penuria de saber que había desatado la perdición del mundo,  gritando a cada uno que entraba a decirle que este todavía valía la pena: "¡Es mentira!".
 
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Foto del autor Cristian Omar Alejandro Graf
Textos Publicados: 5
Miembro desde: Apr 30, 2009
3 Comentarios 1458 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Un muy breve relato, que nos tienta a pensar algo distinto, difcil de imaginar.

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Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Cristian O. A. Graf

Derechos de Autor: Cristian Omar Alejandro Graf


Comentarios (3)add comment
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Cristian Omar Alejandro Graf

Realmente, leer sus comentarios me llenan de alegría, pues son los lectores quienes dan vida al relato, y ustedes además, me han contagiado de vida a mi también. Gracias!! Cristian.
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May 14, 2009
 

Verano Brisas

Cristian: Veo que redactas muy bien y manejas los diálogos de maravilla. No es fácil manejar los diálogos adecuadamente. Eso merece una felicitación. Cordialmente, Verano.
Responder
May 14, 2009
 

soledad

hola me gusto como escribes es un gusto leerte .
Responder
May 14, 2009
 

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busy