UN REY VIKINGO Y SU RAMERA
Publicado en Apr 29, 2009
UN REY VIKINGO Y SU RAMERA
En la aurora de los tiempos existió dentro de mí un corazón floreciente. Dentro de él una ciudad, y dentro de la ciudad la más tranquila dársena, protegida por un dique que se abría en la hora culminante de la bajamar. Allí, sereno y confiado, fluía el río de aguas claras donde bañaba mi cuerpo y el de mis valkirias. Sólo yo -el Rey- tenía la llave. La preferida de mis sueños, disoluta y perversa como probé después ante los tribunales, una noche de luna me la robó diciendo que se la daría al primer amante que hallara dispuesto a etrangularme y a premiar sus veleidades. Éste abrió las compuertas, con el propósito de anegar mis campos y castillos, con sus habitantes. Gracias a Odín y a otros dioses que jamás me abandonaron en ninguna circunstancia, pude escapar ileso de aquella perfidia infame. Aún reino en Escandinavia, mi península, con una bella ciudad dentro del corazón, que ofrece, como antaño, una dársena tranquila, cuyas esclusas manejo con un sistema electrónico. Sólo yo -el Rey- tengo la clave. Y una nueva enamorada que la desconoce.
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