El pavo de Navidad
Publicado en Dec 19, 2009
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Mi madre no pudo encargarme algo peor para Navidad, como que yo comprara el pavo para la cena. Hijo por favor, encargate del pavo este año - había dicho por teléfono. Como si yo no tuviera otra de que preocuparme. ¿Por qué a mí? Si soy el único de los cuatro hermanos que no tiene auto. No tenía caso seguir lamentándome y atiné a contestarle – si mamá, seguro, cuenta con ello. A mi alrededor mis compañeros de trabajos se preparaban contentos para celebrar en sus hogares, todos se despedían deseando buenos augurios, mientras yo sentado después del llamado de mamá, me debatía entre la angustia y la incertidumbre. Salí de la oficina con el único fin de encontrar un pavo, nada menos que el mismo día de la navidad y siendo ya pasadas las siete de la tarde. Dirigí mis pasos raudos al supermercado ubicado tras la oficina y al asomarme a la vitrina, me topé con un letrero escrito con letras rojas enormes, que decía “pavos agotados”. Con los ojos inyectados de un vidrioso angustioso, me salió una voz temblorosa de amarillento aspecto y le consulté a la dependiente si no tenía alguno por ahí rezagado o algo así, pues necesitaba “urgente” costara lo que costara un maldito pavo (el maldito sólo lo dije para mí). Ella con esa voz de celestina indolente, me respondió con un tono apagado.
 
-“No señor, lamento decirle que no tenemos nada en nuestras bodegas, creo que deberá cambiar de menú” terminó diciendo esto, con una sonrisa, que no pude descifrar si era de burla, o era un tic nervioso pegado en su cara de palote mojigato. Lo cierto es que en mi cabeza estallaba, una interrogante con su afilada punta, que provocaba cortes en mi cerebro y era “¿Por qué mi madre me encargó a última hora, el famoso pavo, si mi hermano Andrés, de seguro lo podía haber conseguido entre sus influencias? No podía llamarle para salir del paso, además eso le daría una vez más el crédito y volvería a lucirse ante los ojos de mamá. Por qué será que a él, todo le sale bien, maldije una y otra vez, con las manos en los bolsillos, al tiempo que vagaba por los pasillos, totalmente aturdido y angustiado, por el encargo de mamá. Entonces lo ví, gordo, reluciente, de unos 7 a 8 kilos, pasó frente a mi y se perdió tras la estantería. Pensé que lo había soñado, me asomé con incredulidad y entendí que ese había sido el motivo de mi vagar por el interior del supermercado y no haberme ido antes. Claro, ese era el pavo que había venido a buscar, estaba escrito, era el destino. Tomé un carro, coloqué algunas cosas menores e inicié la persecución. La victima (me refiero a la abuelita que lo había elegido) se movía con lentitud por los pasillos y se demoraba una eternidad en elegir sus compras; si quería una salsa, se detenía frente a la góndola, ubicaba las salsa y daba la sensación que leía casi, una por una las etiquetas, tomaba una lata, la comparaba con otra, leía los ingredientes, fecha de elaboración, o que sé yo, las colocaba en el carro y después se deshacía de una. Este ritual se repetía casi con todos los productos que llevaba. Entonces, nuevamente el destino jugó a mi favor (yo creo que en recompensa de todo el tiempo que llevaba acechando a mi presa pacientemente), la veterana se dirigió a un área algo desértica, se disponía a elegir papel higiénico, era el momento propicio. Colocó un paquete de 16 unidades sobre el pavo y fue en busca de otra cosa, entonces la intercepté, los carros chocaron e hice un ademán de disculpas, pero en los momentos en que ella se disponía a continuar su marcha, como una víbora estiré mi brazo y me hice del pavo, para luego perderme por los pasillos.
 
Aquí me tenían, a un puesto de pasar por la caja, cuando divisé a la anciana acompañada de un guardia que venía por mi. No estaba dispuesto a perder esta batalla, no por ningún motivo iba a dejar escapar el pavo de mis manos. Me concentré en un punto y esperé que el guardia se acercara. Las pulsaciones de mi corazón las disminuí a la mínima expresión, todo en mí reflejaba serenidad. Deje que el hombre me explicara la situación, e indiferente como una luminaria, me encogí de hombros, y les indiqué a ambos que era mi turno y desplacé mi carro, saliendo triunfante de allí. De reojo miraba al guardia como reconfortaba a la anciana, y le instigaba  a resignarse.
 
Ya en el bus rumbo a casa, sostenía el pavo como un trofeo, y miraba la cara de los pasajeros como lo admiraban. Al llegar al edificio de mamá, Carlitos el portero, celebró el tamaño de éste y con un palmetazo en la espalda me deseo una buena cena. Sólo quedaba ver la cara de mi madre, el viejo ascensor me hacía eterna la espera. Por fin tenía ante mis ojos, la puerta al final del pasillo, tras ella mi viejita, quería tanto ver sus ojos de alegría. Toqué el timbre varias veces, y cuando me abrió  ni siquiera reparó en lo que sostenía entre mis manos, su rostro estaba tenso y escuchaba atenta lo que le decían al otro lado del teléfono. Resignado dejé las cosas en la cocina, y fui tras ella, para enterarme de lo que pasaba. Ella compungida me miró de reojo, sin prestarme mucha atención. Tan pronto colgó, se dirigió a mi con voz afligida y me dijo “ Hijo, yo sé que esta es una fiesta familiar; pero es que lo que le pasó a mi amiga fue terrible y no pude evitar invitarle.
-Pero que pasó, mamá.
- Después te cuento, trajiste el pavo….
- Si mamita, si supieras lo que me costó conseguirlo. Quería entrar en detalles, pero ella ya estaba en la cocina.
 
Cuando todos estaban sentados a la mesa, le dije a mamá que yo serviría y caminé orgulloso sosteniendo la bandeja que contenía aquel pavo jugoso y crujiente. En ese instante sonó el timbre. Mamá se paró y dijo, debe ser mi amiga.
-         Pasa, pasa a conocer mi familia, escuche decir a mi madre en el pasillo.
Me disponía a dar el primer corte, cuando mis ojos se posaron en la acompañante de mi madre. Nos miramos y bajé la vista. Cuando le serví el trozo más grande, creo que ella entendió y me dirigió una sonrisa, que me alivió.
 
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Foto del autor Esteban Valenzuela Harrington
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Descripción

A veces las cosas se complican

Palabras Clave: Pavo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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