No me importan los destellos
de tus negros ojos,
tampoco si me besan tus labios,
tus labios rojos.
Me duelen las caricias
que no me das,
me agradan tus sonrisas
que despido amargo cuando no te quedas.
No me importa si tu piel
es suave y blanca,
no me importa porque tu alma fiel
grita una libertad laica.
Amo tus pensamientos,
tu corazón eterno en juventud;
el poema de mis sufrimientos
voz y canto a tu virtud.
Quiero al ser humano
que sabe decir te amo,
aunque no entienda mis locuras.
Quiero lo común de tu persona
aunque no siempre me perdona.
Te amo... simplemente sin hacer más conjeturas.