El vidrio transparente  de los balcones de mi vida
me mira,
me mira de una manera rara
como si no me conociese,
como si no hubiese subido miles de veces
por las enredaderas que cuelgan
desde su frente quieta y melancólica. 
 
Desde ahi he visto sollozar la muerte,
he sentido el frio del mundo en mis manos.
He caminado sin fuerzas,
he descendido abandonada y fragil.
Rodando a veces,
otras cruzando cual sonámbula
por hilos invisibles,
hacia la noche ciega y oscura
     noche enmarañada  de poetas trasnochados.