La decisin
Publicado en Nov 27, 2009
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-¿Qué ocurrió Cadmo?, ¿era un asaltante?, ¿tenía algún defecto físico?
-No padre, ojala hubieses sido eso.
-¿Entonces?
-Era un hombre moreno, corpulento, digamos que musculoso, traía una polera blanca, sus gruesos brazos brillaban con la transpiración y sus ojos eran verdes.
-Bueno hijo, y eso ¿qué tiene que ver con lo que te ocurrió?
-Bueno padre, eso es lo que me ocurrió, lo encontré muy lindo, muy sexy, me gusto verlo.
El padre al escuchar las palabras de Cadmo, se queda mudo, mira un punto fijo hacia delante, del cual no se despega por un largo rato. (Extracto de "el taxista", ya que el Sacerdote de esa historia, recuerda su historia de juventud, debido a la confesión de Cadmo)

Sócrates deja de besar a Narciso, la pasa la mano por la cara y lo queda mirando, piensa que a la luz de la luna, la cara de Narciso alcanza su máxima expresión, lo único que quiere es estar así por siempre, viendo a Narciso iluminado por la luz de la luna, ambos desnudos, mostrándose con sus defectos y virtudes, amándose por siempre.
-Te amo Narciso, me gustaría estar así por siempre.
-Yo también te amo Sócrates. Si quieres estar así por siempre, es cosa que lo hagas.
Sócrates se sienta en la cama y se pasa las manos por la cara.
-Tú sabes que no podemos, que cuanto nos amemos no importa, nadie está preparado para que dos hombres se amen.
-Sócrates, deja preocuparte, vivamos nuestro amor, que no nos importe lo que los demás piensen.
Sócrates mira a Narciso con una sonrisa en la cara, le encanta su optimismo, se siente aun más enamorado.
-Narciso, pero eso te amo, tu vives el día a día, pero aquí no importa cuánto nos amemos, importa lo que nuestras familias piensen de nosotros.
-Deja de pensar así, jamás serás feliz, jamás seremos felices, lo que nuestras familias digan no importa, si fuese por eso, me preocuparia la opinion de mi padre.
-Lo se, pero claro que importa, somos menores de edad, nuestras familias nos mantienen, lo que ellos digan es muy importante, si me rebelo, por mucho amor que tengamos, eso no nos mantendrá.
-Esa es tu experiencia, mi papá me abando....
A lo lejos se escuchan pasos, Sócrates y Narciso se miran, se dan cuenta de lo que ocurre, de quien viene.
-Cállate Sócrates, es el padre Severino, acostémonos cada uno en su cama, si nos pilla así, nos cuesta la excomunión.
-Ves que importa la opinión de los demás.
-¡Cállate!, si nos pillan hablando, nos darán penitencia.
Narciso se levanta y rápidamente se acuesta en su cama, se tapa hasta la cabeza. El padre entra a la pieza con una vela en una mano y en la otra un rosario.
-Muchachos, despierten, despierten.
Sócrates y Narciso fingen que despiertan y se sientan en la cama.
-¿Han escuchado los quejidos?
Narciso no aguanta la risa y da una carcajada.
-¿De qué te ríes Narciso?
-¿De qué quejidos habla padre?
-Uno de los muchachos del cuarto del lado me dijo que se escuchan alaridos en esta pieza.
-Ha padre, era un gato que estaba en la ventana.
-Eso me imagine, andan muchos gatos estos días. Bueno muchachos, que duerman bien.
El padre sale del cuarto y cierra la puerta, Sócrates mira a Narciso.
-¿Por qué dijiste eso?
-Que, ¿Querías que le digiera lo que hacíamos?
-Bueno no, es que…
-Cállate mejor y duérmete, tú ya sabes qué pasa si nos pillan hablando.
A la mañana siguiente, Narciso al despertar se levanta y se dirige a la cama de Sócrates, se acuesta junto a él y lo abraza, lo mira largo rato, le pasa la mano por la cara y lo besa, Sócrates despierta y lo queda mirando.
-Narciso ¿Te puedes ir a tu cama?
-¿Qué te pasa?, ¿Por qué me hablas así?
-Lo que pasa es que no quiero seguir mintiendo, menos al padre Severino que nos enseña que mentir es malo y que lo que estamos haciendo también lo es.
-¿Qué? ¿Ahora con esas?, me extraña que me digas eso, después de que me dices que me amas y que te gustaría estar conmigo toda la vida.
-Tuve tiempo de pensar anoche y me di cuenta que esto no nos llevara a ninguna parte, que solo nos traerá problemas, es verdad que te amo, pero para Dios esto está mal y es así, mejor me olvido.
Narciso lo queda mirando, se lanza encima de Sócrates y lo besa con furia, Sócrates se resiste, Narciso lo comienza a tocar y desvestir, Sócrates se siente a gusto con lo que ocurre, se deja llevar.
Sócrates se levanta y se pone un pantalón
-Pensé que no te gustaba lo que estaba ocurriendo.
-¡Narciso cállate!, lo que siento por ti me hace ser inconsecuente con lo que pienso. Mejor levántate para que te alcances a bañar, tocaron la campana hace cinco minutos, si los curas no ven movimiento vendrán al cuarto.
Esa misma mañana durante las clases, el padre Severino se dirige a los alumnos.
-Hace unos días, durante la inspección a los baños, encontré una revista que muestra el cuerpo desnudo de mujeres.
Al decir esto, el padre queda mirando a los alumnos que están sentados enfrente de él, quiere ver quien se delata, pero nadie hace un gesto. Con una vara que esta encima del escritorio, el padre golpea el escritorio tan fuerte que quiebra la vara.
-¡¿De quién eran la revistas?, contesten!
Ningún alumno dice nada, el padre se impacienta.
-Está bien, yo se que son hombres que están en crecimiento, tienen 15 años recién, su cuerpo les está cambiando y les atraen ese tipo de cosas, pero les tengo que recordar que eso es pecado, si lo hacen por un impulso carnal, no se arrepienten, lo siguen haciendo, irán al infierno, sin recordarles que al hacer eso ustedes como hombres, se tocaran, eso sí es pecado, ¡ustedes no son quien para derramar al suelo lo que Dios les dio para procrear! Deberían sentirse orgullosos de tenerlo y no desperdiciarlo. 
Aun nadie se conmueve con lo que el padre dice, pero de repente se escucha un llanto al fondo de la sala, todos se giran a ver quien llora.
-Parece que tenemos un culpable, muy bien señor De la Masa, acompáñeme a mi oficina. Los demás tienen la mañana libre, vallase a sus cuartos y aprovechen de estudiar.
El muchacho se levanta de su puesto avergonzado, llega donde le padre, este lo toma de su chaqueta del uniforme y lo lleva a su oficina. Todos los alumnos salen de la sala y se dirigen a sus cuartos, incluidos Narciso y Sócrates. Al llegar a su cuarto, Sócrates se sienta en su cama impávido con lo vivido recientemente, Narciso se le acerca y lo intenta besar, Sócrates le da un manotazo.
-¿Qué te ocurre estúpido?
-¡Déjame en paz, no te das cuenta de cómo están las cosas! Quizás que le ocurrirá a De la Masa, eso que lo que hiso es algo normal, imagínate lo que nos ocurrirá a nosotros.
-¿Normal?, ¿Acaso nosotros somos monstruos?
-No, pero lo que hacemos no está permitido, debemos dejar de hacerlo ya, me cambiare de pieza y esto se acaba.
-¡Con que te cambies de pieza no dejaras de amarme!
-No, claro que no, pero ya no cometeremos pecado.
-¿Pecado?
-Sí, pecado, mi padre no quiere eso para mí, quiere algo bueno, algo digno.
-Puedes fingir dignidad, haz lo que quieras, puedes casarte y tener muchos hijos y ser el orgullo de tu familia, pero jamás te gustaran las mujeres, siempre te gustaran los hombres, no lo podrás evitar. Y está bien vete del cuarto, vete al cuarto de De la Masa, de seguro que ya debe estar saliendo del honorable internado de curas hipócritas.
Durante la tarde, Sócrates se dirige a la oficina del padre Severino, quiere pedir el cambio de cuarto.
-Lo siento señor, pero los cambios a mitad de año no están permitidos, usted ya tiene asignado su cuarto, además llegara un estudiante nuevo y ocupara el lugar de De la Masa. Si se quiere cambiar por problemas con su compañero, deberá conversarlo con él, el dialogo ante todo.
Sócrates regresa a su cuarto resignado. Al entrar, Narciso lo queda mirando.
-Y ¿Cuándo te vas?
-Cállate estúpido, dedica a hacer tus cosas y a mi déjame en paz, no quiero tener nada más que me vincule contigo.
-Difícil, después de lo que hemos vivido, han pasado cosas maravillosas entre nosotros.
Al día siguiente, durante la clase matutina, ingresa a la sala el padre Severino, quien trae una importante noticia.
-Muy bien muchachos, les presento a Saúl, su nuevo compañero.
El muchacho tímidamente ingresa a la sala y se sienta, todos lo observan, el muchacho se avergüenza y su cara se enciende. Durante el recreo, Narciso se le acerca para hacerse su amigo, ya que el muchacho está apoyado en un árbol, solo.
Ya en la noche, Sócrates se acuesta y se dedica a leer un libro. Narciso se pasea de un lado a otro tarareando una canción y arreglando una ropa, Sócrates se hace el sordo, solo lee, hasta que Narciso rompe el silencio.
-Tú no piensas arreglar tu bolso, mañana es viernes, eso significa ir a nuestras casas a pasar el fin de semana.
-Ya lo arregle, lo más probable que no te hayas dado cuenta, como estabas con tu amiguito nuevo.
-Simpático él, además bien guapo, no tienes para que ponerte celoso, yo te amo a ti.
-No estoy celoso, lo que pensé que sentía por ti ya se me quito, me di cuenta que soy normal y le pedí perdón adiós por las herejías que cometimos, también pedí por ti, para que te perdone.
-Tú jamás vas a ser feliz, serás una persona oprimida que andará por el mundo a razón de los demás, me da pena por ti, espero que reacciones a tiempo.
-Tú debes reaccionar, estás haciendo las cosas mal, si sigues así Dios te castigara, ya lo deberías saber.
-Eso sí que es falso, Dios nos quiere a todos por igual, sin importar como seamos, es mas quiere a aquellos que reconocen como son, no a los hipócritas que aparentan ser de una forma correcta.
Sócrates solo lo escucha, las palabras de Narciso se graban en su mente y jamás se borraran.
Así llega el fin de semana, todos los alumnos del internado se retira a pasar el fin de semana a sus respectivas casas. Sócrates al llegar a su casa, es bien recibido por toda su familia, su padre, madre y hermano mayor. En la cena, el padre de Sócrates le hace una pregunta muy importante.
-Hijo mío ¿Has pensado a que te dedicaras en tu futuro?
-No padre, aun no se cual es mi vocación.
-Deberías comenzar a pensarlo, ya tienes 15 años.
-Bueno, en realidad pensaba en algo que tenga que ver con el servicio.
-¿Cómo el servicio?
-Eso, ayudar a los demás.
-A que bueno, quizás terminas estudiando medicina igual que tu hermano, deberías conversar con él, te puede aconsejar.
Esa noche el hermano mayor de Sócrates, Máximo, se dirige a hablar con su hermano, ya que le quiere hablar de la vocación de la medicina.
-¿Es cierto que te interesa la medicina?
-Yo no dije que fuera medicina, yo dije que mi vocación es el servicio.
-¿Qué otra cosa puede ser servicio?
-Bueno, no sé, no se ocurre.
-Igual te falta para eso, no te preocupes, tú sabes que el papá lo hace para que seamos personas de bien y no cometamos errores.
-Eso sí lo sé, es lo que más se.
-Y ¿tienes polola? Yo a tu edad ya había tenido como cinco.
-¿Polola? No, no tengo polola.
-Mentiroso, no te creo, no serás maricón.
Sócrates no sabe qué hacer, que decir, que gesto hacer para que su hermano se dé cuenta de lo que siente realmente.
-Eso el papa jamás te perdonaría, te desheredaría al instante. El papá lo único que quiere es prolongar la familia con su apellido, la única forma que tu no le des nietos y que él te lo acepte es que seas cura.
Con estas palabras, ha Sócrates se le ocurre una idea, una idea que le podrá ser digno como su padre quiere, sin tener que someterse a algo que no sea de su agrado.
Conforme a esto el fin de semana llega a su fin, Sócrates debe volver al internado y encontrarse con su amor, amor que le provoca sentimientos encontrados.
Al llegar al internado, Sócrates se dirige inmediatamente a su habitación, los demás alumnos también llegan, por lo que no se puede percatar si Narciso ya ha llegado. Al entrar a su cuarto, Sócrates se percata que Narciso ya llego, ya que sus maletas están encima de su cama intactas, Sócrates lo encuentra extraño, piensa que Narciso debe estar en el baño, por lo que se dedica a ordenar su ropa. Al terminar sale de su habitación, se dirige al baño. Al entrar, Sócrates no ve a nadie, camina un poco hacia al interior, ya que esta que desea lavarse las manos. Mientras se dedica a esto, algo lo asusta, un quejido proveniente del final del baño, Sócrates camina al final del baño, llega a la ultima caseta, los quejidos se escuchan más fuertes, Sócrates quiere saber qué ocurre, abre la puerta y se encuentra con algo que jamás pensó que vería, Narciso y Saúl, el muchacho nuevo, teniendo relaciones sexuales. Narciso al ver a Sócrates en la puerta, se separa de Saúl, Sócrates sale corriendo del baño, Narciso se sube los pantalones y sale en su alcance. En el patio, Narciso alcanza a Sócrates, lo toma del brazo y lo gira hacia él, Sócrates llora.
-¡¿Pretendes explicarme lo que vi en el baño? Te aviso que eso no tiene justificación!
-Bueno si, es que no es lo que parece.
-¡Que!, por favor, no me creas estúpido, ¿solo porque te amo crees que te creeré?
-Perdón amor, perdóname, te juro que nunca más ocurrirá algo así.
-No me pidas perdón, entre nosotros ya no hay nada, haz lo que te plazca. Solo recuerda una cosa, no porque seas…, te gusten los hombres debes ser promiscuo.
Sócrates se aleja de Narciso llorando y pasando se las manos por la cara para sacarse las lagrimas, Narciso se queda parado en el patio sin reacción, solo rodeado por la oscuridad de la noche.

3 años después…

La etapa del internado en la vida de Sócrates termina, debe decidir qué hacer con su vida, ya es mayor de edad.
La relación entre Narciso y Sócrates no es la misma desde aquella noche, aunque continuaron compartiendo la misma habitación, solo se hablan para asuntos estrictamente necesarios. 
Después de la graduación, Sócrates se dirige a su habitación a buscar sus cosas, sus padres lo esperan en la salida del internado. Al entrar al cuarto, Sócrates se encuentra con Narciso, quien también retira sus últimas pertenencias, Narciso lo mira, le quiere hablar, quiere despedirse, no sabe si hacerlo.
-Bueno, llego nuestro adiós.
Sócrates lo escucha, toma su última maleta, se gira hacia Narciso y lo mira.
-Así parece. Adiós, que estés bien.
Narciso lo detiene, lo toma de un brazo.
-Espera, no te vayas aun.
-¿Qué quieres?
-Decirte que aun te amo, que solo deseo estar contigo.
-Yo no, eso se me quito aquella noche.
-Te pedí perdón, a Saúl nunca más lo vi ni lo veré.
-Un perdón no basta, y que bueno por ti que dejaras a Saúl, era lo mejor.
Narciso mira a Sócrates y una lágrima cae por su rostro.
-¿Qué harás ahora? ¿Serás medico como tu hermano?
-No, entrare al sacerdocio, quiero ser cura.
-¿Qué?, Tú no puedes ser sacerdote, con lo que sientes, como eres, es ilógico. ¿Cuándo decidiste eso?
-Lo decidí cuando me di cuenta que no podre ser feliz nunca, alguien como yo solo puede ser cura.
-Mentira, eso no es cierto, tu no debes ser cura, debes ser feliz.
-Siendo cura seré feliz, ahí podre amar a un hombre sin que la gente ni mi familia me cuestione y me apunte con el dedo, podre amar a Cristo.
-Estas mal, jamás serás feliz.
Sócrates toma su maleta y sale de la habitación sin mirar a atrás, tragándose la pena de no besar a su amor. Narciso no quiere ese final para esta historia, hace su ultimo intento de que todo termine bien.
-Perdoname, por favor perdoname, al menos prometeme no olvidar nuestros momentos felices, nuestro primer beso.

Años después…

Sócrates está sentado en su oficina detrás de un escritorio revisando unos papeles. Golpean la puerta, Sócrates se levanta y la abre, se encuentra con un hombre que tiene unos sobres en la mano.
-Tome padrecito, llego el correo.
-Gracias hijo, que Dios lo bendiga.
Sócrates cierra la puerta, vuelve a su escritorio, se sienta y revisa los sobres para saber de que son. Los mira y se da cuenta que son cuentas, pero cuando ve el ultimo se sorprende, es de la madre de Narciso, abre la carta y la lee, una lagrima corre por su rostro.

Cadmo sale de la iglesia, el padre se queda sentado pensando en lo que acaba de escuchar, en lo que Cadmo le acaba de contar, un trueno lo saca de su pensamiento, Sócrates se levanta de la banca y se dirige al altar, mira profundamente la figura de Cristo como pidiendo respuestas. Saca de su bolsillo un papel, lo abre y lo lee, Sócrates levanta la cara a la figura y llora.
-¿Por qué señor por qué? ¿Por qué las cosas tenían que terminar a así?
El no debía morir así, el tenia derecho a ser feliz, era lo único que quería, aun recuerdo su cara, sus ojos, pidiendo libertad, pidiendo ser tratados todos por igual, ¿Era un pecado eso?
Nadie tiene derecho a matar a otra persona, menos porque es diferente, porque sale de lo común, ¿Por qué lo pusiste en esta vida con esa condición, para que luego muriera en manos de un grupo de hombres que pensaban que al ser así, solo debía morir?
Sócrates solo mira la figura de Cristo y pide respuestas con su mirada sin dejar de llorar.
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Foto del autor Joaqun Varela Gutierrez
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Descripción

Mientras Cadmo le relata su historia, Socrates, el sacerdote, recuerda lo que vivio en su juventud, recuerda a su gran y unico amor, con ello regresa a su corazon la pena y los cuestinamientos.

Palabras Clave: Sacerdote gay homosexualidad decisin

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Joaquin Varela

Derechos de Autor: Joaquin Varela


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