Quince pasos
Publicado en Apr 09, 2009
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Quince pasos para la libertad.
Apenas treinta segundos y quedaran atrás tres años de oscuridad.
Lentamente se abre la verja, ya es un hombre libre. Avanza despacio saboreando esos segundos, acariciando el suelo con sus pies guiado por la luz de los ojos de Carmela. Aquel faro que lo orientó por la oscuridad mientras sentía cabalgar el veneno por sus venas hasta, que destrozado por el dolor, consiguió trasponer la meta de aquel maldito hipódromo donde el caballo es el rey.
Ahora esta limpio y allí está ella, esperándolo.
Un paso más.
Se ha cortado el pelo. Levanta el brazo, saludándolo, mientras con el otro sujeta a Pedrito, su chinorri, que apoyado en su pecho parece dormitar.
Siente crecer la furia en su interior.
Sigue avanzando mientras ya percibe el negro de sus ojos, la caricia de su sonrisa, el peso del bolsillo trasero de su pantalón.
Cambia de mano la pequeña bolsa donde porta sus escasas pertenencias, sin parar de caminar; por el rabillo del ojo ve acercarse a su madre, eternamente vestida de luto en recuerdo, quizás, de la oscuridad de los moratones que siempre llevó sobre su cuerpo hasta que murió el cabrón de su padre.
Tres pasos y llega ante Carmela.
Suelta la bolsa y evita un beso interponiendo el cuerpo de su hijo entre ellos, sin que el pequeño despierte de su sueño.
En sus sienes siente el golpear de su sangre que hierve al llegar a su cerebro.
Entrega el niño a su madre y entonces sí la abraza, se deja llevar por sus calidos labios, la flexibilidad de su cuerpo sobre el suyo, aquel olor a pan caliente que siempre emana de su cuello y que lo llevó ha enamorarse de ella, en los breves momentos en que la droga no se interponía entre él y la realidad.
Su mano derecha descarga el peso de su bolsillo y nota el frío metal en ella. Sin dejar de besarla clava el punzón, que afiló durante días en la dura piedra del patio carcelario, en su pecho.
Abre los ojos ve la sorpresa y el terror en sus pupilas, la sujeta con fuerza mientras continúa presionando el metal hasta llegar a su corazón y ve como la vida escapa por su mirada, nota sus dientes lacerar sus labios en un último estertor.
Entonces la suelta, dejándola caer y mostrando al mundo la sangre en sus manos, la rabia en sus ojos y la pena en su alma.
Mientras su madre se aleja con su hijo, empiezan ha sentirse los gritos de las mujeres y los guardias corren hacia él, piensa: treinta segundos de libertad.
Los mismos que duraba el video en el móvil donde su madre, una semana antes, le mostró como Carmela, su dulce Carmela, untaba el chupete en cocaína para que Pedrito se durmiera y la dejara en paz.
-Descansa en paz, amor mío- susurra mientras lo tiran al suelo.
Jason Defman
Olot, 7 de julio de 2006
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Descripción

Quince pasos para la libertad...o no.

Palabras Clave: Droga desesperacion cario libertad

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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