El taxista
Publicado en Nov 24, 2009
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Cadmo entra agitado a la iglesia, se para en la gran puerta y mira hacia al interior, con la mirada busca al sacerdote, Cadmo quiere confesarse, se siente sucio y pecaminoso, quiere ser absuelto de su gran pecado y también quiere saber si lo que ha hecho es tan malo, si lo que siente es algo que no debiese sentir. Mira para todos lados pero el sacerdote no está, su corazón se angustia, no podrá dormir sin conversar con un sacerdote. Para Cadmo, la religión católica es su refugio, es más, en la iglesia en la que se encuentra, Cadmo ha obtenido todos sus sacramentos, por ello quiere conversar con el Padre Sócrates, él, le podrá decir si lo que ha hecho no está bien, si su alma no se irá al infierno. 
Cadmo se ha resignado, ha mirado por todos lados y el sacerdote no aparece, se da media vuelta, da unos pasos para regresar a su casa, pero una voz lo detiene, Cadmo se gira rápidamente esperando encontrar al sacerdote. Al volver a su posición inicial, se da cuenta que el sacerdote es quien le llama, su corazón se alegra, pero a la vez se inquieta, la verdad saldrá y sabrá si lo que ha hecho es bueno o malo.
Cadmo se acerca al sacerdote y tembloroso lo mira a los ojos, el sacerdote al ver esta reacción se preocupa.
-¿Qué te ocurre Cadmo?, ¿Por qué traes esa cara de desesperación?
-Padre Sócrates, he pecado ¿creo?, necesito saber si lo he hice estuvo bien o mal, necesito saber si iré al infiero.
-¿Te quieres confesar?
-No padre, quiero conversar, quiero su consejo, en un momento pensé en eso, pero su consejo será más útil que su absolución.
-Está bien hijo, ven y sentémonos aquí en esta banca, cuéntame lo que te atormenta, dime ¿de qué se trata?
-He hecho algo que quizás no esté bien, yo solía saber quién era, pero desde aquella calurosa tarde creo que me convertí en otra persona o mi verdadero yo apareció.
-Muy bien, comienza. Dime ¿qué ocurrió para que te transformaras en otra persona?
-Mire, aquella tarde yo salí de mi trabajo y el calor era insoportable, la ropa parecía estar pegada a mi piel, todo el mundo por la calle brillaba a causa del sudor, en fin, entonces…

Cadmo sale del edificio en donde se encuentra su oficina, al llegar a la vereda, el sol le da en la cara y lo enceguece, el calor es insoportable y toda la gente camina malhumorada. Cadmo solo quiere llegar a su casa para darse una refrescante ducha, por lo que se ubica en la solera de la vereda a esperar un taxi, ya que para Cadmo irse en micro en esas condiciones es una tortura. Luego de un rato de esperar, a lo lejos Cadmo ve acercarse un taxi, salta y alza los brazos para que el taxi pare. El taxi llega donde esta Cadmo, se detiene, Cadmo se apresura en abrir la puerta para que nadie le arrebate lo que tanto ha estado esperando.
Cadmo ingresa al taxi y se sienta, deja la chaqueta y el maletín a su lado, echa la cabeza hacia atrás y se pasa las manos por la cara, por su cabeza pasa lo que hará al llegar a su casa, la ducha, la tan ansiada ducha. En eso, algo lo saca de su pensamiento, la voz del taxista.
-Y ¿Qué tal el calor?
-Malo, muy malo, ya no se puede andar por la calle.
A pesar de que Cadmo le responde al taxista, no abre los ojos, sigue pasándose las manos por la cara, pero al momento en que abre los ojos, algo ocurre, algo cambia en Cadmo.

-¿Qué ocurrió hijo?, ¿era un asaltante?, ¿tenía algún defecto físico?
-No padre, ojala hubieses sido eso.
-¿Entonces?
-Era un hombre moreno, corpulento, digamos que musculoso, traía una polera blanca, sus gruesos brazos brillaban con la transpiración y sus ojos eran verdes.
-Bueno hijo, y eso ¿qué tiene que ver con lo que te ocurrió?
-Bueno padre, eso es lo que me ocurrió, lo encontré muy lindo, muy sexy, me gusto verlo.
El padre al escuchar las palabras de Cadmo, se queda mudo, mira un punto fijo hacia delante, del cual no se despega por un largo rato. Cadmo lo mira, piensa que lo que dijo le costara la excomunión, quiere saber qué piensa tanto el padre.
(el porque de la reaccion del padre, se encuentra en el cuento "La decisión" que pronto subiré)
-¿Qué le ocurre padre?, ¿se encuentra bien?
-¿¡Que!? ¿Cómo que te gustó? ¿Eres Gay?
-Bueno hasta ese entonces no, pero ese hecho cambio algo en mi, algo que no se que puede ser.
-Bueno hijo, ¿qué te ocurre ahora?
-Tranquilo, ha eso voy.

-¿Le ocurre algo señor?
-No, no, estoy bien, ¿Por qué lo dice?
-Le pregunto hace un rato ha donde lo llevo.
-Ha, si claro, lléveme a la calle Los Girasoles casa 3693.
-Parece que el calor no le ha hecho muy bien.
-Sí, el calor me atonta un poco.
Luego del caluroso viaje, Cadmo llega a su casa, saca dinero, paga la carrera, se baja del taxi y cierra la puerta, mientras camina la voz del taxista lo detiene, Cadmo se gira y se encuentra con el taxista frente a frente, esto choquea a Cadmo y le mueve el piso. Al verlo de pie, provoca en Cadmo un intenso hormigueo en su estomago, el taxista lo queda mirando y le pasa una tarjeta.
-Tome, mi tarjeta por si necesita un taxi o para que me recomiende a sus amigos.
-Ha, sí, siempre es bueno tener un numero de taxi en mano, ¿Por qué me das tu tarjeta, eres nuevo en esto?
-Sí, soy nuevo y reparto mis tarjetas para ganar clientes.
-Bueno, que no te quepa la menor duda que te llamaré.
El taxista se da media vuelta, se sube a su taxi y continúa su camino.
-Mijito rico
Cadmo se percata de lo que ha susurrado y no lo puede creer.

-¿Cómo?, ¿se te escapó?
-Sí padre, mi boca habló sin voluntad, ese día mi cuerpo era diferente, lo que antes me daba asco o simplemente me daba lo mismo, ahora era algo que me gustaba. Yo soy una persona que le gusta mantenerse bien físicamente, voy de vez en cuanto al gimnasio, siempre veo hombres sudados, desnudos y eso, nunca me había fijado en nada, pero ese día fue diferente, es más, mientras me entregaba su tarjeta, jamás lo mire a la cara, padre.
-¡Hijo mío!, ¿Te pediré que no seas tan explicito?
-Si padre, perdón.
-Bueno, continúa.

Cadmo al entrar a la casa, se va inmediatamente a su pieza, se desviste y se va a la ducha. El calor aun es insoportable, a pesar de que el sol ya se va, se mete en la ducha, abre la llave y deja caer el agua helada por su cuerpo por varios minutos, solo piensa en lo que le ha ocurrido durante la tarde, el solo hecho de recordar al taxista, lo excita, por lo que esa ducha termina, en el fin de su excitación.

-¿Te masturbaste?
-Si padre, no podía cerrar los ojos sin pensar en ese hombre.
-Hijo, ¿Por qué te ocurrió eso?, ¿tienes alguna explicación?
-No padre, era la primera vez que me pasaba algo así, yo me consideraba hetero, tuve varias pololas y siempre me había sentido atraído por las mujeres.
-Entonces hijo, ¿Qué te ocurrió?
-No se padre, no sé, esto me atormenta, solo quiero saber que me ocurre.
-Bueno hijo, deberías ver un psicólogo, lo que te pasó es terrible.
-Padre, eso no es todo.
-¿Hay más?
-Si padre, por lo que le contaré ahora, es por lo que yo he venido.

Al otro día, Cadmo se va al trabajo como todos los días, trabaja normalmente, eso sí, soportando la intensa ola de calor que pasa por la ciudad. Al llegar el final del día de trabajo, Cadmo sale a la calle y llama por celular al taxista, es algo involuntario, solo se percata de lo que hace, cuando corta la llamada.
Al cabo de unos minutos, el taxi llega, Cadmo se sube y se sienta, pero no como la vez anterior, que lo hizo en forma normal, si no que solo se dedica a mirar al taxista, que luce al igual que el día anterior.
-¿Adonde esta vez?
-Al mismo lugar de ayer. Usted tiene buena memoria.
-Sí, siempre me lo dicen.
Cadmo no para de mirar los ojos de taxista por el espejo retrovisor, para él son algo maravilloso, lo más bello que ha visto, esta tan concentrado, que cuando el taxista le habla, Cadmo salta de la impresión.
-Valla, que asustadizo usted.
-Sí, lo que pasa es que el calor me deja mal.
-Sí, me lo imagine, recuerdo lo de ayer. Bueno, al parecer le pareció bueno mi servicio.
-¿Por qué lo dice?
-Bueno si no le hubiese gustado, no me hubiese llamado otra vez.
-Tiene razón, lo que pasa es que siempre me toca con viejos que solo me hablan de lo malo que esta la economía y el país, usted salió de la regla.
-Esa es la ventaja de ser un taxista joven.
-¿Qué tan joven?
-Tengo 26 años y ¿usted?
-Yo tengo 27, ha todo esto, ¿Cuál es su nombre?
-Me llamo Viriato y ¿usted?
-Me llamo Cadmo.
-Bueno, lo más probable es que sea mi cliente, por lo que saber su nombre no viene mal.
-Cierto, bueno parece que estamos llegando.
Cadmo le pasa el dinero a Viriato, abre la puerta y cuando se va a bajar, Cadmo se percata de algo, Viriato le estira el brazo, Cadmo se pone nervioso y le da la mano.

-Bueno, después de eso, usted ya sabe lo que ocurrió
-¡Hijo mío!, ¿lo volvió hacer?
-Si padre, sentir la mano fuerte de ese hombre, sudada, me provoco cosas.
-Hijo, le pedí que no fuese explicito.
-Perdón, es que cada detalle es importante.
-Está bien, continúa hijo.

Durante todo ese caluroso mes, Cadmo usó siempre el mismo taxi, no por el buen servicio que le brindaba, si no por lo que el taxista le provocaba. Cadmo siempre que bajaba del taxi, entraba a su casa y se sentaba en un sillón que esta junto a la ventana, dejaba volar su imaginación. Su fantasía consiste en que él, junto a Viriato, pasan la eternidad juntos, muy enamorados, pero sin abandonar la pasión que por lo menos él siente. También durante ese mes, Cadmo y Viriato dejaron de hablar de trivialidades, conversaron de temas más profundos, conversaron sobre su familia, el trabajo, anécdotas, pero también sobre antiguas novias.
-Parece que la ola de calor se pasó definitivamente.
-Así parece, el sol no ha alumbrado en tres días, se me ocurre que lloverá.
-Ojala Cadmo, así se te pasara la tontera, porque durante los días de calor, sobre todo cuando te subiste por primera vez a mi taxi, andabas bien bruto.
-Sí, el calor, bendito calor.
-Pero ¿Qué calor?, ¿era el calor del día o otro tipo de calor?
-¿A qué te refieres?
-A si era por alguna minita.
-Bueno, puede ser, puede ser.
Luego de esta conversación, el viaje termina y Cadmo llega a su casa. Como siempre, Cadmo abre la puerta, paga la carrera, se despide de mano y se baja, pero ese día la rutina cambia. Cadmo camina a su casa, pero la voz de Viriato lo detiene, Cadmo se gira.
-¿Qué pasa?
-Te quería pedir un favor y me da un poco de vergüenza.
-Pero Viriato, se puede decir que somos amigos, es mas yo te considero mi amigo, no te avergüences, dime ¿Qué quieres?
-Desde que te recogí en el trabajo te lo iba a decir, pero me da vergüenza.
-Ya po hombre, habla luego.
Mientras dice esto, Cadmo piensa que Viriato le propondrá algo.
-Cadmo, estoy que me hago, ¿me puedes pasar el baño?
-Viriato, que eres tonto, obvio que sí.
Ingresan a la casa, Cadmo le muestra el camino al baño, Viriato entra. Cadmo deja sus cosas en su pieza, se saca la chaqueta y va a la cocina, pone el hervidor de agua, ya que piensa en ofrecerle una taza de café a Viriato, porque el aire está muy helado y el cielo oscuro.
Luego de un rato, Viriato sale del baño, Cadmo al verlo piensa que una parte de su sueño se ha cumplido, Viriato está en su casa, en su baño. 
-Viriato, ¿te quieres tomar un café?
-Bueno, el frió es algo insoportable, no tengo que rendirle cuentas a nadie, si, acepto tu café.
Cadmo sirve el café, se sientan.
-No puedo tomar café sin un diario, ¿tienes uno?
-Sí, mira en la mesa de centro, debajo del florero tengo uno.
Viriato se levanta, se dirige a la mesa, toma el diario, pero no levanta el florero, por lo que se cae y se quiebra en mil pedazos. Cadmo se levanta de su silla y va a recoger los restos, Viriato se agacha para ayudar, pero algo ocurre, ambos quedan pasmados, se miran a la cara, Cadmo no se puede contener, se acerca a Viriato y lo besa, Viriato queda sin aliento, Cadmo disfruta lo que hace, lo besa más apasionado, Viriato sale del transe, reacciona, se separa de la boca de Cadmo, se levanta, Cadmo se da cuenta de lo que ha ocurrido, se levanta también, se quedan mirando largo rato, solo se escucha el viento que anuncia la tormenta. Viriato toma camino y sale de la casa, Cadmo se queda pasmado largo rato, por la ventana que esta frente a él, ve a Viriato retirase en su taxi, Cadmo cae de rodillas al suelo y llora desconsoladamente.

-¡Hijo mío! ¿Cómo hiciste eso?
-No se padre, fue un impulso que sentí. Lo que sentí fue igual a lo que sentía antes por las mujeres, lo mismo pero hacia un hombre, fue muy extraño.
-Bueno, ¿es por eso que vienes a hablar conmigo?
-No padre, el beso desencadeno el hecho por el que he venido.
-Entones, continua tu relato.

Al otro día, Cadmo al salir de su trabajo, saca el celular de su bolsillo, busca el número de Viriato y se recuerda el hecho ocurrido el día anterior, se percata que no es bueno llamarlo en ese momento, se da cuenta que quizás la amistad que estaba surgiendo, se perdió para siempre. Cadmo da un suspiro, camina hacia la calle y hace parar un taxi, ya que irse en micro con la lluvia que está a punto de caer, sería un infierno.
Durante el viaje, Cadmo solo recuerda las conversaciones y la risa de Viriato. El hombre que le toca como chofer, solo le conversa de cosas que no le gustan.
-Que malo esta el país, ya no se puede salir de noche, menos trabajar, yo no sé en qué irá a parar esto.
-Sí, la cosa esta muy mala.
El viaje está inundado de recuerdos, los sentimientos son encontrados, felicidad por el beso y tristeza porque Viriato no volverá.
Ya en la casa, Cadmo se da una ducha, se toma un café y se acuesta. Se da vueltas y vueltas en la cama, Cadmo no se puede quedar dormido, se levanta y mira por la ventana, la misma ventana con la que imaginaba a Viriato junto a él. Pero algo ocurre, un taxi se estaciona fuera de su casa, esto saca a Cadmo de sus recuerdos, algo se mueve en su corazón, pero eso no es todo, Viriato se baja del taxi, se dirige rápidamente a la puerta y golpea, Cadmo se estremece con lo que está ocurriendo, no sabe qué hacer, se da unas vueltas por el living, se pasa las manos por la cara, hasta que se decide, se dirige a la puerta, respira profundamente y la abre.
-Hola Cadmo, tenemos que hablar.
-Sí, tenemos que hablar, pasa.
Viriato ingresa a la casa.
-Siéntate, ¿Quieres algo?
-No, solo vine para hablar y listo.
-¿Cómo hablar?
-Eso, a hablar, tenemos que aclarar lo que pasó.
-Eso sí, lo que está ocurriendo es muy extraño.
-¡No, lo único extraño eres tú, tú me besaste a pesar de que soy un hombre igual a ti!
-¡No digas eso!, yo no soy extraño. Es verdad que te bese y te pido disculpas, pero desde que te conocí me han pasado cosas muy extrañas contigo, te miro como pareja a pesar de que eres hombre, no entiendo, pero ese es mi rollo, tú no tienes nada que ver, te pido perdón desde lo más hondo de mi alma, si quieres puedes maldecirme y evitarme para toda la…
-Shhhh, cállate, no hables, si lo haces este momento se romperá.
Viriato se acerca a Cadmo y pone su dedo en la boca. Viriato se acerca aun mas a Cadmo, con sus manos lo toma de las caderas, lo acerca a un mas a su cuerpo y lo besa, lo besa apasionadamente, Cadmo se derrite, le responde el beso. Viriato con este gesto se da cuenta que Cadmo algo siente, retira sus manos de la cadera de Cadmo y le saca la camiseta, Cadmo se da cuenta de los ribetes que está alcanzando la situación, por lo que le desabrocha los pantalones a Viriato, mientras hacen esto, caminan a la pieza de Cadmo sin dejar de besarse. Ya en la pieza, se desnudan completamente y se dejan llevar por el amor y la pasión.
Por la mañana, Cadmo despierta y se encuentra junto a Viriato, el que lo abraza y duerme tranquilamente. Cadmo aun tiene dudas, no sabe si lo que hizo Viriato con él, fue por amor o excitación, por lo que lo despierta.
-¿Qué pasa?
-Necesito hablar contigo, necesito que me aclares una duda.
-¿Qué cosa te pasa?
-¿Por qué hicimos el amor anoche?, ¿Te pasan cosas conmigo o solo estabas excitado?
-Desde que te conocí, algo cambio en mí, no sé qué, pero me gustaste, por eso te di mi tarjeta, quería verte todos los días.
-Entonces, ¿Por qué te fuiste cuando te bese?
-Estaba confundido, todos los besos que había dado hasta ese entonces, eran a mujeres, pero él no verte hoy día por la tarde, me hizo darme cuenta que no era costumbre de verte, es amor lo que siento por ti. Te amo Cadmo.
-Yo también te amo Viriato, desde el primer día.
-¿Quieres ser mi pololo?
-Creo que después de lo que pasó anoche, la respuesta es sí.
Cadmo y Viriato se miran fijamente y se besan apasionadamente.

-Bueno, ya por la tarde, cuando volví a despertar, me sentí sucio, por lo que deje a Viriato durmiendo y vine a conversar con usted. ¿Qué me dice padre?
-Bueno, la iglesia no acepta esto, pero yo no soy la iglesia, me doy cuenta que su amor es puro y verdadero, quizás Dios nos quiso dar una enseñanza al poner almas gemelas en cuerpos masculinos, para demostrarnos que no importa el exterior, solo el interior.
-¿De verdad lo cree padre? 
-Claro que lo creo hijo.
-Entonces ¿me iré al infierno?
-No, una persona que siente cosas tan bellas como tú por ese hombre, no irá al infierno, Dios nos ama a todos y tú por amar de esa forma y ¡reconocerlo!, te ganaste ese cariño.
-Gracias padre, no sabe como alivia a mi alma.
-De nada hijo, para eso estoy aquí.
En el momento en que Cadmo sale de la iglesia se percata que la tormenta por fin se deja caer, se va directamente a su casa. Al llegar, se da cuenta que Viriato lo está esperando con la mesa puesta, Cadmo se alegra y lo besa.
-¿Dónde andabas? Amor.
-En un lugar en donde confirme lo que siento por ti, un lugar que me abrió los ojos y me quito los miedos.
-No te entiendo.
-Cállate y bésame, solo bésame mi amor, te amo.
-Yo también te amo.
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Foto del autor Joaqun Varela Gutierrez
Textos Publicados: 17
Miembro desde: Nov 22, 2009
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Descripción

Cadmo, un joven como cualquier otro, no sabe que su vida le cambiara por completo al tomar un taxi en un dia de sofocante calor. Solo un sacerdote le dara la obsolucin de lo que el cree, es un pecado.

Palabras Clave: Sacerdote homosexualidad gay pecado taxista

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Joaquin Varela

Derechos de Autor: Joaquin Varela


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