Reconocer la violencia masculina e intrafamiliar
Publicado en Oct 18, 2009
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Ana Giorgana.
Llama la atención cómo una gran cantidad de hombres, mujeres y grupos familiares se encuentran inmersos en los ciclos de la violencia, pero, son incapaces de reconocerla.
Cómo he venido anotando, la violencia no es sólo privativa de los hombres, existen mujeres violentas que también agreden a sus parejas. Sin embargo, el tratamiento de estos últimos artículos ha estado dirigido, principalmente, a la que es ejercida por los hombres.
Parece que varios factores entran en juego en esta disputa de la violencia, a saber, los conceptos de autoridad, control y dominio. Porque en la relación en pareja, como en toda relación humana éstas situaciones aparecen en la vida de interrelaciones humanas. Lo verdaderamente importante no es que se den, sino cuál es el tratamiento o cómo la vivimos y la realizamos o la sufrimos.
Estoy convencida que ningún hombre decide formar una relación en pareja para ser violento, sino que en la intimidad y en las interacciones de la convivencia, va suponiendo que la mujer le debe sumisión. El concepto de esta forma de ver la vida y las relaciones, tiene que ver por un lado, con los esquemas sociales y educativos que privilegian al sexo masculino, así como con la educación familiar que éste recibió. Pero ojo, también ellas están sujetas a estos esquemas, y quizá, por ello lo aceptan callada y pasivamente.
Generalmente cuando la relación se convierte en situaciones de violencia, existen una serie de prejuicios y deberes, respecto de la forma de ser de la pareja. Cuando ella no se ajusta a lo que su media naranja piensa, entonces, el otro se siente con el derecho de: agredirla, golpearla, amenazarla, robarle su seguridad y su estima, pero sobre todo le infunde miedo y ella siente que no hay salida posible para su situación.
De manera que es muy importante que reflexionemos en cuáles son los modelos de autoridad que nuestros padres tuvieron para nosotros:
¿Cómo era mi padre, cómo ejercía su autoridad'
¿Qué pensaba mi padre de las mujeres y también de los hombres?
¿Cómo mis padres se relacionaban?
¿Quién ejercía el control, la autoridad, la agresión, y en ocasiones, hasta los golpes?
Lo mismo ocurre con la figura de la madre:
¿Qué tan valorada era la mujer en mi casa?
¿Era mejor la posición de mi hermano que la mía?
Y así sucesivamente, podremos saber cuáles son los motivos por los que mi pareja ejerce la violencia, y sobre todo, porque yo la admito.  Existen factores sociales, culturales e históricos que perpetúan la violencia.  Pero el hecho de que haya sido así en el pasado, no quiere decir primero, que tengamos que continuar sufriéndola, y segundo, que no tenemos que dejar ya esa herencia a las generaciones futuras.
Las mujeres consideran que sus parejas de un repente cambiaron y se tornaron violentas. Eso no es verdad, siempre hay señales mínimas de control, autoridad y violencia, pero claro, lo que sucede es que en la conquista, todo hombre y también toda mujer muestra sus mejores encantos, y en aras de enamoramiento, todo se disculpa, se niega o se deja pasar de largo.
Cómo hombre se relaciona con la pareja, en la creencia, que es él quien posee la verdad de cómo vivir la vida, así le han hecho sentir, pues para eso es hombre. Los hombres violentos, se reconocen, saben que lo son pero en primera instancia no lo muestran. Es importante reconocer que todos estos mecanismos operan de manera inconsciente, y que por supuesto, ellos, quienes llegan a ejercerla, también sufren sus estragos.
Sutilmente los hombres inician una especie de control sobre sus parejas: controlan el tiempo, las amistades, la ropa, se molestan cuando ellas tienen intereses distintos a los de él.  Ellos deben ser su centro de atención e interés y nada más.  Interpretan conductas, las siguen, las persiguen, las acosan.  Es importante recalcar que la violencia no tiene que ser solamente física.  Por el contrario, la violencia masculina más difícil de reconocer es la que se realiza de manera pasiva y controladora.
El primer momento en el que la violencia empieza insertarse en una relación, se da cuando él considera que ella es " casi " de su propiedad y necesita constantemente que cambiega sus modos y sus formas. Ella prácticamente renuncia a su vida para entregársela a su amor violento.  Y es justamente, cuando la mujer deja de poner límites a esa intrusión, cuando el hombre, en términos de poder ha ganado la partida.
Sí tu pareja te pide que modifiques tu forma de hablar, de sentarte, de vestirte, de ver a tus amigos, sí siempre él cambia los planes y descalifica los tuyos o no les toma la importancia que tiene para ti, seguramente te estás perfilando hacia una relación que va a estar matizada por la lucha de poder, el control, la autoridad y la violencia.
Escucho a infinidad de mujeres con expresiones como:
•·        Hay dinero para todo menos para mí.
•·        A veces me saca a cenar.
•·        Es que no puedo estudiar porque no me deja.
•·        No puedo comprar más que lo de la casa porque me controla el dinero.
Y eso, lo podemos pasar a cualquiera de los espacios al intelectual, al emocional, al sexual, al social e incluso hasta el familiar.  Es él quién decide, qué y cómo. Pero cuando la mujer no se somete a ello, o el interpreta que no es cómo él decidió, entonces se siente con toda la autoridad para asestar golpes físicos, emocionales y sexuales.
Además la violencia surge cuando menos se le espera.  Las mujeres viven atemorizadas de las reacciones de sus hombres e intentan hacerlo todo bien, todo mejor para que él no se enoje, no se moleste, esté contento y complacido. Pero parece, que no importa lo que hagan, de todos modos, sucede.
Existe también en el hombre y en la cultura la actitud y el concepto en que la mujer es la que tiene que servirle.  El servicio al hombre de la casa es una obligación. Es el reconocimiento de un machismo invisible que aparentemente, no se ve, pero qué, se huele, se siente y se respira. A él le sirven primero, sus cosas están listas en primer lugar.  Los niños y la mujer ya tendrán su tiempo. Ellos no se privan de nada, pero ellas y los niños y sus necesidades pueden esperar.
En general, vivir con la violencia masculina de manera prolongada causa una serie de trastornos emocionales y físicos difíciles de tolerar.  En la gran mayoría de las situaciones, ésta violencia surge en la intimidad, al cerrar la puerta. Porque una gran cantidad de hombres, expresan su buen humor y su simpatía en lo social, pero traspasando el espacio de lo privado, son capaces de las más bajas conductas para con su pareja.
Las mujeres también participan en su aceptación, lo importante es el reconocimiento de los actos violentos.
En los estudios sobre el tema se habla sobre el ciclo de la violencia. Es decir,la relación en pareja y la violencia intrafamiliar no se da todo el tiempo. Por el contrario, tiene un ciclo que es importante dejar en claro:
1º. La relación se mantiene en una tensa calma y las interacciones parecen ser llevaderas.
2º. Se incrementa la tensión en la relación, generalmente por detalles sin importancia, se inician las provocaciones, que pueden ser en forma de críticas o sarcasmos...
3º.- Un detalle desencadena la violencia que puede ser de gritos, golpes. Y, una vez que la tensión baja...
4º. Viene el arrepentimiento y los perdones, no vuelve a pasar, telo juro que yo te quiero, pero no se qué pasa, y se recurre a las promesas ya escuchadas, ya dichas y jamás cumplidas... para así, volver a la tensa clama y se inicia de nuevo el ciclo...
Sí esto te suena conocido, seguramente tu y tu pareja se encuentran en una relación violenta y destructiva.  Es importante tomar conciencia y buscar ayuda, sí es que no pueden resolverlo solos.  La toma de conciencia es fundamental para poder lograr cualquier cambio que requerimos en ello.  Por momentos, los hombres se niegan a buscar ayuda, pero afortunadamente, existen otros
La masculinidad que engendra actos de violencia, trastoca las fibras más sensibles de las personas que más ama.  La pareja, los hijos, las hermanas y en ocasiones, hasta los mismos padres.
Es necesario alzar la voz y tratar de encontrar una solución para esta situación que una gran cantidad de dolor emocional ha dejado en infinidad de familias, y una gran cantidad de muertes del alma y moretones físicos ha provocado.
Haber sufrido las causas de la violencia y el abuso genera sentimientos de injusticia, de venganza, de resentimiento y de una falta de sentido en la vida. Las personas no se sienten dignas ni valerosas.
Es realmente esa la vida que merece un ser humano?
Tanto hombres como mujeres es necesario que la reconozcamos, que la identifiquemos, y, sí estamos viviendo una situación así, entonces buscar ayuda e intentar salir de ese ciclo tan doloroso que empaña la vida...
Todos requerimos trabajar no desde una perspectiva de juicio sino de comprensión tanto para quien la ejerce, como para quien la padece.
Se necesita un gran coraje para reconocer que uno o una se encuentra envuelto en una relación de esta naturaleza. Tanto hombres como mujeres requerimos darle un nombre, y este se llama violencia.
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Descripción

Reconocer aquellos factores, y sutilezas que entran en juego, en la violencia intrafamiliar, es fundamental, para lograr operar cambios en dichos aspectos. Llama la atencin, que un sin fin, de conductas violentas, no sean reconocidas, como tal: agrsiones, descalificaciones, humillaciones, palabras dnigrantes a la persona, subestimar al otro, agredirlo, no desear tener relaciones sexuales, controles en la forma de vestir, de hablar o de comportarse...

Palabras Clave: autoayuda hombres violentos alcohol y relaciones en pareja parejas disfuncionales amor narcisista amor aobsesivo amor adictivo relaciones funcionales o disfuncionales

Categoría: Artculos

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