MI REFUGIO EN CROACIA
Publicado en Feb 21, 2024
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Mi refugio en Croacia
  Los beneficios serán destinados a las mujeres maltratadas
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
                                                                  A las mujeres que hayan sufrido como yo…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
- Corintios 13: Tres cosas durarán para siempre: La Fe, La Esperanza y El Amor
- La Esperanza, que también es vida, nos devuelve el valor y la fuerza (Ana Frank)
- De la paciencia se alimenta la Esperanza (Alejandra Blázquez)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 “No te rindas”(MARIO BENEDETTI)
 
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas, que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero…                                                                                       
 
MI REFUGIO EN CROACIA
Tenía gran devoción por la Virgen Blanca de la catedral de mi ciudad, de León en España, pero lo que más me gustaba de este monumento era su campana principal, porque mi abuela Cecilia (mi nombre Celia viene del de ella) siempre me contaba una historia preciosa, en la que relataba el amor entre dos jóvenes nobles, a quienes la vida los separó por muchas circunstancias, pero el milagro de la creación los unió en la muerte a edad temprana, el mismo día, a la misma hora, y ambos con lágrimas, mientras sus retratos abrazaban, por eso sus familias, como eran pudientes, les hicieron un homenaje: donando una nueva Campana a la catedral, donde fundieron los corazones de ambos con el bronce tallado,  para que cuando tocara, los paisanos sintieran que era el verdadero amor, aunque nunca se besaran. Era una historia triste, pero a mí me encantaba, quizás porque estaba deseándome enamorar, tenía dieciocho, se supone que ya podía hacer lo que me diera la gana. La noche de San Valentín salí con mi amiga Andrea por el centro, queríamos darnos una vuelta y ver a quienes nos encontrábamos, para pasar un buen rato. Ese año había caído en viernes, y no era raro que quisiéramos ir de copas, aunque en el fondo lo que deseábamos era coquetear, estábamos cansadas de tantas amistades, y de que nunca pasara nada. Fuimos al bar El Soportal, nos encantaba la música de allí, y la verdad, siempre había chicos guapos. Nos sentamos en una mesa, con una piruleta de corazón en la bebida, y entró, lo vi nada más cruzar la puerta: castaño, alto, de ojos grandes y claros, fuerte, bien vestido con una camisa de cuadros, y quien diga que el físico no es importante, a una edad es lo único que atrae. Me dio un vuelco el corazón, nunca había visto un chico tan guapo, y había coqueteado con muchos hombres atractivos, pero algo pasó al mirarlo, aunque una parte de mí pensaba, que era demasiado. Cuando no estás segura de ti misma y valoras mucho al contario, crees que puedes decepcionar a la otra persona, y mejor que quede en un recuerdo hermoso,  que en un triste fracaso; pero no sucedió así, porque se acercó, se sentó a mi lado, me cogió la piruleta que tenía el vaso y mientras la chupaba, mi estómago se partía en pedazos. Se trataba de un grupo de tres jóvenes, quienes habían venido a León por para aprender español, había pasado la transición y España había abierto las fronteras. No podía hablar, estaba tan impresionada, que me entró la timidez, aún era joven, con los años me da pena recordarlo, porque pasé de la vergüenza a la arrogancia, por todo lo pasado. Llegó la hora de marcharnos, era de madrugada y el bar cerraba. Otto, que así se llamaba, quería que fuésemos a una discoteca que abría hasta por la mañana, pero no me pareció prudente, me habían enseñado a ser recatada, así que dije que me tenía que marchar, y me acompañó a casa.  Me enamoré, sin casi mencionar palabra. No me dio un beso, pero me dio su teléfono y me dijo que aún le quedaban un par de semanas en León, casi se me parte el alma. Subí a mi casa llorando, no sabía lo que me pasaba. Me había dado su número, lo podía llamar, no sé porque ese berrinche de niñata, creo que eran los nervios, que no supe gestionar lo que ocurría, y también que no sabía si me atrevería a llamar, porque ya comenté que mi autoestima no era muy alta, nadie hizo que lo fuera, porque era hija única, pero mi madre centró su vida en mi padre ausente, creo que vine por accidente, y no lo hacían mal conmigo, pero tampoco sentí un gran cariño, como que todo era por cumplir, aunque a veces me mal criaran. Así que ansiaba encontrar un amor, que quitase ese vacío que había en mi corazón, y Otto me impresionó tanto, que deseaba que fuera él, quien me amara, quien me hiciera desear ir a la cama acompañada, quien me besara por las mañanas, quien me alegrara la vida, porque cuando amas: todo es magia. Y así lo conocí, una noche especial, una donde nada era diferente a la noche pasada: la luna había salido, las estrellas brillaban, el suelo estaba húmedo y yo me fui sola a cama. Creo que mi vida interior me salvó de que la soledad no me hundiera más de la cuenta, no sabía que la tenía, pero al leer el diario de Ana Frank, junto algún comentario, entendí lo que significaba. No había creado una amiga imaginaria, pero me tenía a mí, aún no me había perdido, aún hasta algo me amaba, así que no duden en hacer un diario, donde contar los sentimientos, si tu voz no es escuchada, porque alivia el corazón y el alma, siempre que no sea descubierto, siempre que sea lejos de quien te maltrata. Y así pasé la noche, incluso me toqué mis pechos, pensando que me amaba, nunca lo había hecho antes, pero mi imaginación voló, incluso con alas. Me había enamorado, no tenía dudas, ahora solo rezaba para que el destino no me defraudara. Había empezado una nueva etapa en mí, esa donde descubriría todo lo que una mujer desea, aunque nunca se haya bajado las bragas, porque al principio todo es ilusión, crees que será tu príncipe azul, quien te llevará a un castillo de cristal, te llenará de dicha, te dará hijos y volarás al cielo, sin dejar de pisar la tierra que amas. Una fantasía de colegiala, pero quien no la tuvo, cuando aún no sabías nada. Había encontrado el amor, intentaría que mi inseguridad no dejase pasar una buena oportunidad, porque el tiempo transcurre y luego no aparecen, se quedan en un recuerdo que no llegó a nada. Me iba a entregar a él, no sabía cómo lo haría, pero no iba a quedarse en una noche donde las ilusiones se despiertan, y luego se olvidan por las obligaciones de la vida, que casi siempre son las que mandan. Le quería, le amaba, quizás era pronto para estar tan segura de esos sentimientos, pero existen los flechazos, sin saber aún, que la mayoría de las veces, hacen aguas. Tenía dieciocho años, mi vida era pura fantasía, vivía de ellas, estaban cerca los cuentos de hadas, quería pensar que había llegado mi príncipe, y que sería la salida para irme de un hogar, donde no era muy valorada, y si hubiera sido consciente, me hubiera marchado antes, pero me pasaron muchas desgracias, que quizás no me hacían ver, en lo que todo se transformaba…
 
 
PRIMERA PARTE
-          Celia está sonando el telefonillo
-          ¿Quién es?
-          Un tal Otto
-          Voy
-          Le digo que suba
-          Mejor dile que bajo
Me puse mis vaqueros preferidos con una camiseta a rayas, junto a un perfume de olor a talco, que tanto me gustaba. Esperé un poco, no quería que pensase que estaba impaciente por volverle a ver la cara, así que bajé despacio por las escaleras, porque tampoco podía estar en casa.
-          Hola
-          Cuanto has tardado
-          Disculpa estaba en pijama
-          No pasa nada, no tengo prisa, pero que no vuelva a pasar
-          ¿Cómo ¿
-          Nada, olvídalo
-          Me alegro de volverte a ver, no me atrevía a llamarte, pensé que sería una de esas historias que pasan por la noche
-          No, no va a ser eso (me ruboricé)
-          Quieres que vayamos a tomar algo
-          Sí, pero esta noche
-          Como quieras, aunque es Jueves y lo mismo me dicen algo en casa
-          Hay una fiesta para los alemanes de la academia, como despedida. Aquí está la invitación, para que vengas con tu amiga
-          Muchas gracias, me pondré guapa
-          No te hace falta, lo eres, no te pintes mucho, estás mejor al natural
-          Bueno bueno, que me lo voy a creer
-          Es verdad, mejor no adular mucho
-          ¿Cómo ¿
-          Nada olvídalo
-          Entonces te veo esta noche allí
-          Sí, me pondré en la parte de la derecha a la entrada, porque iré temprano, para organizar todo
-          De acuerdo
-          Mi amigo se encargará de tu amiga, para que podamos estar solos
-          No sé si querrá
-          Claro que sí, ya hablaré con ella
-          No es una persona que vayas a convencer fácilmente
-          Lo hará mi amigo, somos guapos e inteligentes
-          Que modesto
-          Me estás insultando
-          No, es una forma de hablar de aquí, quiere decir que no eres una persona muy sencilla
-          Y eso es malo
-          No es ni malo ni bueno, es una forma de ser
-          Bueno mejor dejarlo, vaya que nos enfademos, nos vemos en la fiesta…
 
Creo que me había ilusionado tanto, que no me di cuenta de sus palabras, porque en una conversación se pueden descubrir muchas cosas, si estás atenta y no te ciega su mirada. Llegamos sobre las diez y media, y Otto estaba incluso más guapo que el primer día. Lo vi, y por mí me hubiera ido inmediatamente a su casa, pero no fue así, estuvimos en el local como unas dos horas, hasta que se llenó demasiado y nos marchamos unas cuantas personas a su casa. Bebí, y no estaba acostumbrada, pero a su lado, nada importaba. Me disculpé, y fue cuando me dijo que era la última noche que lo hacía, porque le parecía que no toleraba bien el alcohol, y asentí, vaya que se molestara, quería gustarle, no que me despreciara. Ingenua de mí, pero no sabía por dónde se empezaba a estar presa y engañada. Me llevó a su dormitorio, a mí se me cerraban los ojos, me tumbó en la cama, me besó y yo casi al éxtasis llegaba. Empezó a tocarme, mientras yo me desmayaba. Mi primera vez fue casi sin enterarme, porque había sangre en las sábanas, pero no me dolió, se lo comenté, y dijo que con eso ya bastaba. Me desilusioné un poco, porque esperaba rosas, música con sábanas blancas, y aquello fue fruto de la improvisación, aunque para mí había amor, sin comprender que cuando eres joven te enamoras cuando te da la gana. Dormimos abrazados, y me compensó lo frio que me pareció todo, a como me lo había imaginado de pequeña, pero esas cosas pasan, ya dije que aún creía en los cuentos de hadas. Sobre las tres me despertó, diciendo que no quería que en casa se preocuparan. Me pareció muy cortés, sin comprender que los monstruos también son atentos, si es que quieren más que agua. Aún estaba algo mareada, y me mojó la cara. Recogió las sábanas, entré en el servicio, seguía algo triste, porque no fue el sueño que imaginaba. Cuando salí del baño, tenía una flor en la mano, estaba algo marchita, la cogió del jarrón de la entrada, pero la quería como recuerdo del acto, y se me pasó un poco la pena, de haberme defraudado. Marchamos a casa, sin casi decir palabra, a veces la timidez gana, a lo que realmente deseas decir, vaya que metas la pata. Subió a casa, hasta la puerta, comentó que ya no me dejaría sola en ningún momento. No lo di importancia, incluso me parecía educado, creía que era porque le importaba. Mi madre se asustó un poco, al verme algo desaliñada, pero Otto fue muy correcto, y le comentó que había bebido un poco, que sentía no haberme cuidado como debía, que no volvería a pasar. Se ganó a mi madre, con esas palabras. Ninguna de las dos teníamos experiencia en nada, cuando vives en base a unas costumbres, no crees que las personas puedan esconder algo, crees que son como tú, sin pensar que en la vida, hay alimañas. Con el paso del tiempo, veo claro que me daba señales, pero no supe descifrarlas, porque la belleza a veces ciega,  y el amor te engaña.
Los días que le quedaban en León, los pasamos genial. Le enseñé sitios bonitos de mi ciudad: el centro histórico, el Palacio del Conde Luna, La Farmacia Merino, La Librería La Trastienda, La Estatua la Negrilla y La Catedral, por supuesto le conté la historia, y también quedó fascinado, diciendo que si nos casábamos, quería que las campanas replicasen los más alto posible. Sonreí, porque los contactos de mi padre no llegarían tan lejos, tenía un buen restaurante en León, donde iban personas importantes, pero quizás no pudiesen hacer ese favor. Habíamos pasado días junto y ya hablaba de boda, eso debería haberme extrañado, más porque éramos muy jóvenes, pero ya dije que el amor te duerme las neuronas, y no captas las señales. Cinco días antes de que se marchara, me di cuenta de que no me había bajado la regla. No habíamos puesto protección, cuando tienes pocos años, no sueles estar muy atenta a esas cosas, y pasó lo que se esperaba: me había quedado embarazada. Cuando vi el predictor, me asusté, como iba a suponer que eso podía pasar tan rápido, y sí que pasa. No sabía cómo decírselo, pero sonrió cuando me vio con la cara desencajada, lo intuyó, y me dijo que no me preocupara, que volvería a Munich para solucionar unos asuntos, para luego regresar a León, buscaría trabajo aquí, y seguro que nos apañábamos, su padre tenía poder y dinero, no nos faltaría nada. Me tranquilicé, pero pensé en mis padres, querían que estudiase empresariales u hostelería, para que supiera manejar bien el restaurante, cuando fuera mío. Sabía que los iba a decepcionar, pero por otro lado, intuía, aunque me costaba reconocerlo, que me quitarían de en medio rápido, y eso les atraía más que cualquier otro contratiempo, una pena pensar eso, pero me lo dejaban claro con su comportamiento. Durante un tiempo pensé que era adoptada, porque no les hacía nada de ilusión lo que viniera de mí, pero vi la partida de nacimiento, y ponía que ellos eran mis padres, no sé si me alegré o a mi corazón le dio pena pensar, que quienes me deberían querer, pensaban que era una carga para ellos. Seguí con mi vida, porque cuando eres joven a veces las cosas sin importancia te duelen, y las de mayor envergadura, pasan por ti rápido, quizás dejando un pequeño azote.
-          ¿Este chico es tu nuevo amigo?
-          Sí, se llama Otto
-          ¿qué edad tienes?
-          23
-          Cinco más que Celia, pareces mayor
-          Todo el mundo cree que estoy cerca de los treinta, pero aún me queda
-          De donde eres
-          De Munich, Alemania
-          ¿Y tus padres?
-          Mi padre tiene un buen trabajo en Alemania, es un hombre muy ocupado, pero seguro que podrá venir a la boda
-          ¿Qué boda?
-          Quería hablar con usted de eso, Celia y yo nos queremos casar
-          Qué tontería es esa, si hace días que os conocéis
-          No es solo por nosotros dos, es que ya mismo habrá una tercera persona, y soy responsable de mis acciones
-          Me voy a sentar, tu padre te va a matar (me puse a llorar)
-          No llores que eso lo nota el bebé
-          ¿tú quieres Celia?, no tienes necesidad, si no estás enamorada
-          Le quiero, es el hombre de mi vida
-          El hombre de su vida, dice
-          Debo ira Munich, estaré un par de semana, y luego volveré para ya independizarme con Celia
-          Antes hay que hablar con su padre, yo lo haré. Me das el teléfono de tus padres
-          Mis padres no hablan español, ya los verá en la boda
-          Dios mío, que desastre, no queríamos eso para ti Celia
-          No sé, ha pasado
-          Bueno, siéntate, descansa, no te sofoques. La mayoría de las veces la vida te ofrece un camino, que no planeas.
-          El día 22 volveré, y ya hablamos de todos los preparativos, cuanto antes: mejor, porque así se le notará poco la tripa
-          Primero tengo que hablar con su padre, no sé cómo va a reaccionar
-          Quiere que hable yo
-          No
-          Bueno díganle que soy de buena familia, que he terminado mis estudios aquí en León, no he trabajado nunca, pero soy responsable, no habrá problemas.
-          Déjanos solas
-          No la vaya a regañar
-          No lo he hecho nunca, menos ahora, pero estoy algo sorprendida y decepcionada
-          Se le pasará cuando me trate, creo que no ha podido conocer a nadie mejor
-          Que arrogancia
-          Es la verdad
-          No dices nada, Celia
-          No sé mamá, no sé qué decir
-          Pero ¿por qué no has tenido cuidado?
-          No lo pensé
-          Bueno ya hay poco qué hacer, ahora a tirar para adelante
-          Me gustaría que me dieras tu señas en Alemania, por si queremos hablar con tus padres, con un traductor
-          Como quieran, pero no hace falta, soy mayor, soy yo quien se tiene que ser responsable, y lo seré
-          Te verás mayor, pero Celia no lo es, y no sé cómo vas a ser responsable, si ni siquiera tienes trabajo
-          Lo tendré, deme unas semanas
-          Dios mío, qué seguridad, no sé si me gusta eso
-          Y por qué no, preferiría a un chico tímido, que no supiera salir adelante
-          Vamos a dejar la conversación, perdona, estoy algo sorprendida
-          Viviremos en León, seguro que dentro de poco todo volverá a la normalidad, y se alegrará de tener un nietecito
-          O una nietecita
-          Va a ser varón
-          Por favor, déjame a solas con Celia, que me estoy asustando
-          Como quiera, nos volvemos a ver pronto…
Y ese fue el primer encuentro con mi familia, demostró quien era: una persona segura de sí misma a pesar de la edad, con las ideas claras y responsable. Así lo describió mi madre. Se sorprendió con la noticia, pero en el fondo estaba encantada: me iba de casa. Escuché algún grito de mi padre, pero cuando salí de la habitación, me dio un beso. No me echaría de menos, pero a ojos vista de sus amigos, no le atraía la idea. Me dijo que a la mañana siguiente iríamos a ver vestidos, mientras él se encargaría de los demás preparativos, también me pidió el teléfono de Otto.
Pasé unos días muy emocionada, hablaba todos los días con mi futuro marido, quien me comentó que su familia también estaba muy contenta. Eran extranjeros, no hacían un problema de cualquier contratiempo, vivían más relajados, quizás porque eran más independientes, y tenían que dar menos cuentas. Vinieron las amigas de mi madre, para darme algunos regalos. Creo que era demasiado pronto, pero cuando estás un poco aburrida, buscas una reunión por cualquier tema, e incluso algunas se buscan problemas, porque no conocen que es vivir sin paz, solo con guerras. Mi madrina me regaló tres libros: uno relacionado con la crianza del bebé en sus primeros seis meses (los más duros), el segundo: un libro de recetas caseras  y el último titulado “las casas de nuestra vida”, de Lorenzo Meazza (unos de los directivos de Ikea), porque decía que te daban las claves más importantes para crear un buen hogar. Estaba deseando leerlos, aunque tenía que estudiar, tenía  que acabar el bachillerato, es lo único que me pidió mi padre, y le haría caso. Mis padres hablaban maravillas de Otto, y me hacía gracia, porque no lo conocían, pero creo que habían curioseado un poco, creían que era un buen partido, porque descubrieron que tenía dinero, lo que unos padres siempre quieren para su hija. Con el tiempo sonrío, porque creo que la mayoría piensan eso, porque no creen que puedas conocer el infierno, si en tu mesa no falta comida ni sustento. La vida, que te da los valores, según tus convicciones, sin pensar que lo importante es que no te roben el sueño, porque si en tu corazón no hay paz, no habrá dinero que alivie el dolor, ni las señales que deja el sufrimiento, pero eso te lo da la experiencia, y las personas que no han tenido problemas, que han sido felices toda la vida, no saben mirar muy lejos. Ven la cartera llena, lo demás será solo pasatiempo.
No casamos el día siete de Junio en la Iglesia de San Martín. Hacía algo de calor, y mi vestido era un poco abrigado, esperaba no desmayarme. Lo elegí así, porque me disilaba muy bien los kilos, porque ya se me notaba bastante, era de esas mamás que engordan mucho, algo que le molestó a Otto, quien quería una mujer radiante, aunque estuviera embarazada, quería que fueras la más guapa, que nadie me mirase, pero que todo el mundo comentase. Era un ser presumido y arrogante, pero eso me di cuenta con el tiempo, por el momento me parecía masculino y brillante. Cuando salimos de la Iglesia, había unos tambores tocando, fue una sorpresa del padre de Otto, que a mí me pareció algo exagerado, parecía alguien importante, y solo era un chica de 18 años, vestida de blanco, cuando debía haber sido color rojo como la sangre, pero los tambores no me molestaron, me asusté porque sonaron las campanas de la catedral de forma chirriante. No sé, debería haber sido un momento mágico, y a mí se me erizó la piel, como si se tratase de una sintonía espeluznante. Supuse que Otto le había comentado a mi padre lo de las campanas, pero con el tiempo me dijo que no, que fue fruto de la coincidencia, porque nadie habló con alguien del campanario. No sabía si tomármelo como una buena señal, pero el tiempo me demostró que solo me avisaba de una historia macabra, de la que tenía que haber salido corriendo con la primera señal, porque basta un empujón para que acaben con tu vida, como quien dice: “en un solo golpe”, así que no lo dudes, si hay miedo, hay peligro, así que corre. Lo celebramos en el restaurante de mis padres, quienes estaban muy contentos, y no me hicieron mucho caso. Se divertían, y es lo que siempre habían buscado. Otto estuvo muy atento a sus invitados, y yo me pasé toda la celebración, sola y vomitando. Tampoco salió, como había pensado, como me hubiera gustado…
Nos fuimos a vivir a una casa unifamiliar, con escaleras, como siempre me había querido Se trataba de mi pequeño palacio. Cogí las ideas del libro que me regalaron, y conseguí hacer un hogar precioso, sin lujos, pero acogedor y cálido. Siempre había pensado que el lujo se debe dejar para quien se lo pueda permitir.   Vestir o tener cosas de un elevado precio, cuando tu vida es bastante normal, me parecía una pequeña catetada. Hay que vivir según tu posición social, no aparentar lo que no eres, porque te desvalora, en vez de enorgullecerte. Aún no había muchas discusiones, supongo que no daba pie a nada, y estaba contento, porque de eso se trataba, de actuar para complacerlo, sin importar mucho mis deseos. Con el tiempo me quitó hasta los sueños, pero una vez que lo perdí todo, perdí también el miedo. La autoestima se desvaneció, incluso creyendo que todo lo que viniera de mí, carecía de valor, pero el tiempo es sabio, y me dio lo que otros jamás creyeron: fuerza para seguir creciendo. Eso sí, hay que tener cuidado con los errores, porque te pueden hacer parecer, quien realmente no eres. Así que intenta que no sean muchos, porque una cosa es cometer algunos, y otra hacer que tu vida sea un error. También hay que tener cuidado que la soledad no te lleve hacia ellos, porque puede hacer que siguas a quien no debes o elegir lo que no te favorece.
 Mi vida se centró en la casa, porque no quería que buscase trabajo, eso era de hombres decía (con el tiempo, después de cruzarme con algunos personajes, me sentía más hombre que ellos en muchos aspectos. No por fuerza o inteligencia, si no por valores, esos que solo un hombre con honor y palabra es capaz de tenerlos). Quería que me dedicara a nuestro hijo y a nuestro hogar, con lo que él ganaba era suficiente, porque había conseguido un puesto en una multinacional, y decía que poco a poco iría ascendiendo, y estaba segura de ello. Todo iba más o menos bien, hasta que un día salió con sus amigos, para celebrar su cumpleaños (no lo pasó conmigo). Llegó borracho. Discutimos, era joven para saber que cuando uno llega en esas condiciones es mejor dejarlo, y hablarlo al día siguiente, pero que vas saber con 18 años. Me enfadé con Otto, porque le había hecho una cena especial, con una tarta, y me dejó tirada. La conversación fue a más, porque no consentía que le discutiera nada, lo que él hacía: estaba bien hecho. Le seguí por las escaleras para ir a la habitación, y le dije que estaba borracho, que vergüenza. Ahí recibí mi primer golpe, aunque fuera solo un empujón, porque me caí por las escaleras, perdí a mi bebé, y la sangre me rodeaba, siendo tan joven, tan inocente, tan falta de experiencia
-          ¿Pero cómo ha sucedido?, dijo mi madre en el hospital
-          Se ha caído por las escaleras (contestó Otto apretándome la mano y mirándome de forma desafiante)
-          Sí, las escaleras son peligrosas, siempre lo he pensado. No te preocupes, eres muy joven, tendrás más
-          En el momento que sea prudente, iremos por uno. Lo primero es que Celia se recupere.
-          Claro, si quieres baja a la cafetería. Me quedo con ella, para mimarla un poco, le he traído sus dulces preferidos
-          No tengo hambre
-          Bueno los dejo aquí, ya te entrará. Ha sido casi un parto. Una pena
-          No quiero hablar más de ello
-          Claro mi amor, ahora hay que intentar olvidarlo
Otto bajó a la cafetería con mi padre, creo que no me veía capaz de contarle nada a mi madre, y se confundió, aunque no sirvió de nada, porque seguía siendo tan egoísta, que solo pensaba en su bienestar, y no quería que volviera a casa, o no era consciente de la magnitud del problema, porque cuando no se viven las cosas, no sabes qué es lo que sufre la persona maltratada, ni lo sabes, ni te lo imaginas, ni crees que la vayan a matar, le quitas hierro al asunto, no le das importancia, y crees que todo pasará, por arte de magia. Y los problemas son como las enfermedades, no desaparecen solos, hay que poner remedio, para que no se agraven, para que no acaben contigo, poco a poco, y en silencio, si es que era precavido.
-          ¿Cómo fue cariño?
-          Me empujó
-          Que tonterías dices
-          Discutimos y me empujó
-          Pero por qué discutisteis
-          Me dejó tirada el día de su cumpleaños, y vino borracho
-          Lo celebraría con los amigos, por favor Celia, no seas tan exigente con un hombre. Son egoístas por naturaleza, pero no lo hacen por maldad, simplemente creen que van primero en todo
-          Mamá te estoy diciendo que me empujó
-          Estás enfadada, discutiríais y tropezarías o algo parecido. No lo veo capaz de eso, Celia. Además siempre has sido un poco tremendista y exagerada. Lo siento, no lo veo capaz, no te creo. Tienes un buen marido, responsable y educado,  no sabes lo difícil que es eso. Inténtalo, mira este suceso como un contratiempo, que os unirá más. Crea tu vida junto a él, puede que lo que encuentres después sea mucho peor, e incluso más feo (hizo una broma, para que me relajara. No podía creer lo que me estaba sucediendo)
-          Mamá te estoy diciendo que me ha maltratado
-          No sabes ni que es eso
-          Tenías que haber vivido en la dictadura, sabrías lo que es un maltrato
-          No vas a hacer nada
-          No, no te creo
-          Se lo diré a papá
-          No lo voy a consentir, no voy a consentir que lo preocupes con una de tus tonterías
-          Mamá no es el momento de que me desvalores
-          Jamás he hecho eso
-          Por favor
-          Cuando
-          Cuando has tenido ocasión, como ahora
-          Quieres también discutir conmigo
-          No quiero discutir, quiero que me ayudes
-          Lo siento, no te creo
No insistí más, pero un poco de mí murió en ese momento, porque si mi madre no me creía, quien iba a hacerlo. Maduré de golpe, en unos pocos meses conocí el dolor y la maldad, cuando antes mi mayor preocupación era sacar buenas notas. No sabía qué hacer, estaba claro que mi madre no quería que volviera a casa, y la verdad Otto me daba miedo, tampoco creía que fuera a consentir mi marcha, me había demostrado en poco tiempo, que a él nadie le rechistaba, aunque te haga daño su comportamiento. Pueden imaginar, como son quienes presumen mucho de todo lo que se creen dueño, y yo era una posesión más, no lo duden, solo se trataba de eso. Siempre había pensado que el amor de mi vida, me querría bien, porque me haría brillar, me haría sentirme segura a su lado, y conocí todo lo contario: me estaba apagando poco a poco y me sentía en peligro viviendo con Otto. No sabía qué hacer, pero tenía claro que mi pequeña familia me había abandonado. Abrí un poco los ojos, y llegué a conclusiones, quizás algo confundidas, pero en ese momento creí que me había criado sin un cariño verdadero, que me quitaban valor y credibilidad, dándosela a casi desconocidos, que me culpabilizaban, no me estaban apoyando ante un mal momento e incluso me deseaban mal, si no obedecía a sus deseos. No sabía si me estaba confundiendo, ojalá fuera cierto, pero estaba claro que no me querían en casa, y eso me daba pavor, porque me sentí sola ante un ogro guapo y apuesto, porque a veces buscas un compañero de vida, y solo encuentras un compañero de juegos perversos. Así que volví a casa con Otto, a nuestro hogar. Tuvo el bonito gesto de quitar todas las cosas del bebé, para ponerse un gimnasio, las bajó al sótano, muy bien guardadas, pues aunque había dicho que lo intentaríamos pronto, me daba la sensación que no era su objetivo llenar la casa de niños, ya me tenía a mí, no tenía muchas intenciones de compartirme, ni con hijos, debía centrarme en él, para que su vida fuese lo más amena posible. Le tendría bien la casa, sus ropas bien planchadas, sus zapatos limpios, su despacho ordenado y le cocinaría sus platos preferidos, para que fuese merecedora de su compañía. Me tenía que sentir orgullosa de que me hubiera elegido, podía estar con cualquiera y se decidió por mí, una chica de barrio, mientras podía haberse casado con una joven alemana, rubia, guapa, de alta clase, así que debía darle las gracias. Ambos sabíamos que no eligió eso, porque no le hubiera sido tan fácil de embaucar ni de maltratar, todo cazador sabe elegir bien a su presa
 
 
 
 
SEGUNDA PARTE
-          ¿Dónde vas así?
-          Pues he quedado con Andrea, se va a Toledo con sus padres, por motivos de trabajo, y nos vamos a despedir
-          Es una blusa algo transparente y escotada
-          Llevo un body, no se ve nada
-          Pero insinúa, ve a cambiarte
-          Es que tengo poca cosa, porque con el embarazo todo se me quedó chico, y tampoco me das para que me compre
-          Mejor te haré una tabla de ejercicios, y los hará todas las mañanas, seguro que te alegras de verte guapa, ya ha pasado casi un año, deberías haberte recuperado. Conocí a una belleza, que ahora parece camuflada
-          Lo siento
-          De aquí al verano te entrará la ropa
-          Entonces no te importa que vaya así
-          Claro que sí, voy a mirar tu armario, seguro que tienes alguna rebeca, aunque no la puedas cerrar, no se te verá la silueta
-          Por favor, estás exagerando
-          No conoces a los hombres
-          Es verdad, solo te conocí a ti
-          Y eso tono
-          Perdón, no quise poner ningún tono especial, solo quise decir, que solo he estado contigo
-          Pues da gracias, porque aunque te parezca mal, hay muchos peores
-          Claro ese es el consuelo
-          Me estás respondiendo
-          Creo que estás exagerando, solo comento las frases
-          Y quien te ha dado permiso
-          Disculpa
-          Espero que no se vuelva a repetir. A las diez aquí, quiero cenar pronto
A veces me preguntaba como una persona tan joven, podía guardar tanto rencor en su interior, estaba enfadado con la vida, cuando todo lo había conseguido casi sin esfuerzo, cosa que quería, cosa que tenía. Era increíble como su carácter podía matar, sin rozarte el cuello. Y me acostumbré, me hicieron ver que era lo que me había tocado, y que cuanto más me rebelara, más pisaría el infierno. Solo lo tenía a él, mis padres ni me llamaban, como que se habían quitado el mochuelo, y poco a poco me fue aislando de mis compañeros del colegio, de mi familia, de mi amiga Andrea, de todo. Mi vida se centró en él y sus deseos. Ya saben cómo va eso, casi cojo una anorexia, porque tenía que tener buen cuerpo, para que el disfrutara al poseerlo, vivía cada día como si estuviera en un campamento militar, en vez de en un hogar, donde la paz fuese tu consuelo, por los problemas que se viven en este mundo a veces crueles, sin quererlo. Una mañana fuimos a una cena de su trabajo, tenía un puesto importante para lo joven que era, la verdad tenía hasta una personalidad no propia de los veinte años, no sabía cómo se había criado, pero era como un viejo disfrazado, por supuesto eligió mi ropa, y me hizo sentarme a su lado, no con las otras mujeres. Pasé la noche como pude, porque en cuanto podía me humillaba en público, tonteando con las compañeras de trabajo, con alguna hasta se besó delante de mí, desvalorándome en cada conversación que tenía, hasta que un compañero se cansó, me llevó lejos de su lado, para que me diera el aire. Otra vez había bebido demasiado, y le había dado por mí, no era la primera vez que pasaba, y lo peor, es que me estaba acostumbrando. Entonces salió enfurecido, cuando se dio cuenta, y nos fuimos de la fiesta. Llevaba el coche, y no quería coger un taxi, aunque diera positivo. Le dio al acelerador, solo para asustarme, porque me miraba con sus ojos penetrantes, como diciendo, quizás de esta noche no pasa, porque aunque no lo crean, son egocéntricos, pero no valoran mucho la vida, y si tienen que morir, lo harán, mientras tú no te quedes para disfrutar lo que queda del día. No valoran nada, no crean que por salvarse, no te matarán, lo harán de buena gana, si es que es su deseo, eso va antes, incluso que seguir viviendo.
-          Te has comportado como una puta
-          No digas tonterías, estás bebido
-          Como te atreves a irte al jardín con un hombre a solas
-          Me estabas ridiculizando
-          Y qué
-          Por favor dejemos la conversación para mañana ( ya lo había aprendido)
-          No, hoy tienes que pagar lo que has hecho, me has dejado mal delante de mis compañeros
-          A tus compañeros no les ha parecido bien la forma en la que me tratabas
-          Creo que lo hago bastante bien, después de ser quien eres
-          Y quien soy
-          Una muchacha, que no ha hecho nada bien en la vida
-          Me casé contigo
-          Lo único
-          Pues no sabes cómo me arrepiento
-          Ahora te vas a arrepentir más…
Y esa fue la primera paliza, que recibí. Me dio en todo el cuerpo, pero fue listo y no me tocó la cara, para que nadie adivinase lo que me había hecho. Luego me curó las heridas, se tomó un vaso de agua, y me dijo que me fuera a la cama, porque quería relajarse antes de dormir conmigo. Quien no haya pasado por ahí, no sabe qué es dormir con quien te está destruyendo, no sabe cómo te sientes, como te empieza a doler el corazón, como se te cae el pelo, como surgen enfermedades en el estómago y los huesos, y no son solo las secuelas que te dejan en el cuerpo, es como te transforma, para convertirte en alguien que no se reconoce en el espejo. Tu alma queda destruida, no crees que en ti haya algo bueno, solo piensas que  la vida es dura, para quien tiene mala suerte eligiendo. Empezó a darme miedo hablar con los hombres, no quería provocar ninguna escena de celos, olvidé que era divertirme, a sonreír creía que no tenía derecho. Como era un ser embaucador, empecé a desconfiar de las personas, vaya que luego fueran con el cuento, si hacía algún comentario no adecuado al comportamiento que se me exigía, desde hacía algún tiempo. Además me tenía totalmente controlada, sabía cuáles eran mis movimientos, por lo que tenía que tener cuidado, porque por el momento estaba viva, pero no sabía lo que ocurriría si no veía en mí, lo que esperaba en su lecho. Tampoco podía huir, me daba el dinero justo, tenía que darle los tickets de las compras, y me controlaba hasta el gasto del papel higiénico. Y si hacía alguna escena, me decía que estaba loca, y poco a poco creí que era cierto. No solo me aisló, además se tomó el trabajo de destruirme socialmente, para que no creyeran nada de mí, si contaba lo que me estaba haciendo, porque me estaba matando, aunque aún tuviese un bonito cuerpo. Me daba la tarea de la mañana, que consistía en una tabla de ejercicios, arreglar la casa, ducha, ir a comprar, hacer la comida,  y dejarlo todo listo para cuando quisiese tomar la cena. A veces me ensuciaba la casa, para ver cómo me crujían los huesos. Me dejaba ver la televisión, pero nada de historias de amor ni de sexo, porque hasta de eso sentía celos, y yo me había acostumbrado a una vida de trabajos forzados, mientras él se miraba lo guapo que era en el espejo. No sé cómo aguanté tanto, pero creo que me quitó la voluntad, además del sueño, ni temía por mi vida, ya no tenía ni precio. Hasta que una noche me abrió los ojos, de lo que estaba sucediendo
-          La cena no está muy caliente
-          Perdona te lo caliento en un momento, no sé cómo ha podido pasar
-          Tienes que tener más cuidado
-          Claro, he calculado mal
-          Date prisa (pasaron unos minutos)
-          Sigue fría, lo estás haciendo queriendo
-          Quizás el horno se haya estropeado( por entonces no había microondas)
-          No me valen tus escusas, haberlo puesto en el fuego
Y bueno tiró el plato al suelo, pegó un puñetazo en la mesa, una patada a una silla y me cogió del cuello, diciendo: “te mataré, solo es cuestión de tiempo”. Me apretó con fuerza el cuello, no me resistí, creo que pensé: quizás había llegado el momento, pero se encendió la luz del jardín de los vecinos, no sé si es que escucharon algo, pero se quitó, mirándome y advirtiendo con el dedo. Pegó un puñetazo a la puerta, haciendo un agujero y yo me vine abajo, fue la primera vez que lloré, porque aunque me daba igual morir, mi alma lloraba por el desconsuelo. No terminó todo, no lo crean, solo hay un final: me obligó a irme a la cama, y después de forzarme sexualmente, dijo que era el momento de tener un hijo, ya había pasado el tiempo suficiente, y nuestro hogar necesitaba niños corriendo. Me acordé de mi madre, quien también me advirtió que era mi deber como mujer: darle hijos, y que tenía que estar contenta, porque no me estaba dando uno tras otro, cargándome con sus cuidados, como le pasó a la tía tula, que murió pariendo. Ahí fue cuando dije se acabó, no quería criar monstruos como Otto, y menos aún, que fuesen inocentes y les martirizara, porque los hombres como él, no conocen los buenos sentimientos. No sabía cómo iba a hacerlo, no sabía cómo iba a conseguir el dinero (por entonces no había las ayuda, que gracias a Dios surgieron en la sociedad, y es donde hay que acudir, siempre con mucho cuidado de no ser descubierta). No contaba con mi familia, los había seducido, como a todas mis amigas, menos a Andrea, creo que porque se fue lejos, y pensé en ella, pensé que sería la única persona que quizás me creería, porque sabía cómo era, sabía cómo me había cambiado, le mostraría las secuelas, le haría ver que me quería matar, que solo era cuestión de tiempo o que de un mal golpe terminara, con lo que quedaba de mí. Me creería, lo de loca era para personas que no me conocían, porque todo el mundo enferma y más si te maltratan, cuando te ves sola, frágil y sin apoyo ni de quien te crió, cómo no vas a sentir un vacío en tu corazón que te lleve a una locura, porque la realidad era más cruel de lo que pensaba en la vida. Los errores a veces se pagan caros, pero creo que las consecuencias fueron desmedidas, porque más bien parecía una excusa para justificar su horrible daño, que lo que haya podido hacer, cuando me costaba la vida. Esa noche me fingí dormida, pero no paré de dar vueltas, mientras Otto roncaba, como si lo ocurrido fuese parte de lo cotidiano, en una casa bien construida. Me pasó todo tan joven, que no supe ver la situación, hasta que creí que me mataría, mientras estás metidas en un bucle, que no sabes cómo salir, no crees que puedas conseguir huir, porque estas prisionera, aunque no haya rejas y te den buena comida. Me iría lo más lejos que pudiera, le pediría dinero a Andrea, si mis padres conseguían abrir los ojos, estaba segura que se lo devolvería, porque vivían su vida, pero no los veía tan malos, como para dejar morir a su única hija. Lo primero que tenía que hacer era conseguir algo de dinero, para poder empezar de cero, tardaría, porque no era poco, necesitaba instalarme en un lugar, y no surgen los trabajo del día a la noche, pero Dios me dio una cualidad, de la que otros carecían, y era la Paciencia, porque no habían matado la Esperanza de mi corazón, y con ella se puede sobrevivir, ya saben eso de que mientras hay vida, todo se espera. Y aún no me habían matado, me habían quitado salud, pero aún tenía las fuerzas suficientes para poder luchar, era joven, católica, era mi obligación no rendirme ante la maldad. Si el demonio existe, mi espíritu empezaría a cultivar y con la oración conseguí aumentar  la ilusión de tener otra vida, una lejos de donde se me deseaba mal, donde cualquier error era una justificación a sus fechorías, donde no se reconocía mi valor, a pesar de mis actos con personas débiles en la vida. Una es del lugar donde es feliz, no de donde la vida te la destrozan o te la quitan, así que tenía que utilizar mi inteligencia, tenía que pedir ayuda a quien bien me quería, y poco a poco hacer un plan para salir de ahí, mientras mi comportamiento debía ser lo más correcto posible, para no levantar sospechas, y se me trucaran, porque Otto estaría atento a mis movimientos, no me podía dejar escapar, aún no se hablaban de los malos tratos en la sociedad, quizás no fuese castigado, pero para el su mayor condena sería no tenerme cerca, dejarme ir, no porque me quisiera mucho, sino porque su ego no iba a consentir que fuera feliz, eso no era parte del juego, ya creo un final para mí, y nada podría contra ello. A veces los hombres cuando no pueden con la inteligencia, pasan a la fuerza, pero Otto usó los golpes casi desde el primer momento, y como físicamente no podría con él, debía estar tranquila para pensar, para buscar en mi intelecto una salida. Cuando solo te tienes a ti, te das cuenta de que vales más de lo que imaginabas, porque encuentras en ti herramientas, que antes jamás usabas, no las conocías, y aparecen por la necesidad, por esa que todo el mundo detesta y a veces te salva. Aprendí que en la vida existen tres cosas muy malas: la envidia, el odio y los celos, y en Otto vivían las tres hacia mí, aunque fuera difícil creerlo, al verme tan destruida en todos los aspectos, así que no debía provocarlas, porque una vez que se despiertan hacia tu persona, de pocas maneras te salvas.
 
 
TERCERA PARTE
-          Qué barco tan bonito
-          Sí, que lo es
-          ¿Habíais hecho algún crucero antes?
-          Uno con mis padres, cuando cumplí los dieciocho, pero nada parecido
-          ¿Qué estáis de luna de miel?
-          Sí, no pudimos hacerla antes, y mis padres nos lo ha regalado
-          Que suerte
-          Tengo buenos padres
-          ¿tu nombre era Celia?
-          Sí, de Cecilia
-          Bonito, ¿estás mareada?
-          Un poco
-          Espero que te acostumbres
-          Gracias, lo intentaré, he tomado una pastilla
-          Ya mismo hace efecto
-          Eso espero
-          Disfrutad, hay muchas actividades y excursiones, nos veremos por aquí
-          Anímate
-          Si
Exacto, los padres de Otto nos regalaron un crucero por el Mediterráneo. Es un gran regalo, pero la compañía es lo que hace que sea maravilloso o una desgracia. Además me daba un poco de miedo que se enfadara y me tirara por la borda, pero quien era la fuerte que se negaba. Me tocaba ser cariñosa, y darle las gracias por tan bonito viaje, uno de enamorados, que era lo que debía dar a entender, si no quería pelea. Una parte de mi estaba muy contenta, por lo menos de las obligaciones de la casa me estaba salvando. Iba a mesa puesta, y eso ya ni me acordaba de lo que era. Las manos con los callos me recordaban mi desgracia, pero había decidido no pensar mucho, y si se me daba la oportunidad, quien sabe lo que la vida nos depara. Tenía todo preparado para irme, solo tenía que ver la oportunidad, a veces es mejor no hacer planes, porque siempre surgen contratiempos, es mejor tener todo listo y cuando se vea el momento adecuado, salir por patas (las organizaciones te ayudarán, te dirán como hacerlo). La verdad es que Otto estaba distinto, más relajado, quizás porque no estaba abusando de sus vicios (con el tiempo me enteré que tomaba drogas, y creo que por eso no controlaba a veces su genio). No fue una Luna de Miel, pero parecía que todo estaba más calmado entre nosotros, como si fuera un nuevo comienzo. Entonces me acordé de unas palabras de Andrea, no le creas, aunque tenga momentos buenos, por cualquier excusa, vuelves a pisar el infierno. Me puse a la defensiva, pero tenía que disimular, hacerle creer que todo era perfecto, como a él le gustaba, un matrimonio idílico, aunque me estuviera matando hasta el sueño. Los destinos eran muy bonitos Estambul (con un zoco precioso, donde me compró un pañuelo made Turkia. Me gustaban esos recuerdos, donde ponían su procedencia, aunque empecé a detestar los regalos, porque significaban un perdón por algún daño, no solo físico, quizás una infidelidad, por ejemplo, así que no me agradaba casi nada que viniera de él, me avisaba de algo siniestro, pero lo acepté, que remedio), luego fuimos a Atenas (donde pude visitar el Panteón, ahí pedí algún Dios que me echara una mano. Mi fe también se había lastimado después de tanto daño, pero era mejor tenerla y agarrarse a algo, aunque veas muchas injusticias a tu lado (a  mí la fe me ha ayudado, y si no puedes ir a Misa, ni hablar con el sacerdote, en la tv echan una a las 10,30 en la dos, todas las semanas. Veras como sacas algo bueno, al escuchar a quien conoce el dolor humano, aunque en tu vida hayas pecado, allí encontrarás el perdón. si te arrepientes e incluso podrán ayudarte en momentos delicados), después conocimos algunas islas Griegas: Mykonos, Santorini y Corfú, donde vi la casa de verano de Sissi. Me encantó ver algo bonito, después de tanto horror a mi lado (si hubiese vendido algún recuerdo, sin dudarlo lo hubiese comprado, si es que me permitían ese capricho, claro), después visitamos el casco antiguo de Dubrovnik (patrimonio de la humanidad), y ya solo quedaba Venecia (no tengo que darle publicidad) pero la noche antes de navegar hacia allí, el último destino, ocurrió algo:
-          ¿Eres Celia, la amiga de Andrea?, me dijo un camarero de color, con el que había bailado una noche, mientras Otto me asesinaba con la mirada, pero dejó que lo hiciera, para aparentar lo que no era
-          Si
-          Ven conmigo, su padre ha hablado con el capitán, y te vamos a ayudar
-          No sé, si me pilla, me matará.
-          Está en el salón hablando con otros pasajeros, ¿Dónde has dicho que ibas?
-          Al baño
-          Y te ha dejado sola
-          El barco le ha relajado, supongo que porque cree, que no puedo ir a ningún lado
-          Vamos al camarote del capitán, allí estarás a salvo, y  te contaré lo que hemos pensado.
Rezaba para que los padres de Andrea no les hubieran dicho nada a mis padres, porque hubieran hablado con Otto, y entonces creo que no duraba ni una noche. Esperaba que hubiesen sido inteligentes, que hubieran hecho caso a Andrea, cuando le advertí que nada  a nadie, ni a mi familia, estaban seducidos por Otto, y no harían caso. Rezaba casi en voz alta, para que hubiesen tenido cuidado.
-          ¿Cómo estás?
-          ¿Quién sabe que estoy aquí?. Me matará
-          No lo hará, ya estás a salvo. Dame ese pañuelo y tus zapatos
-          Pero para qué
-          Vamos a fingir que te has tirado por la borda
-          No lo va a creer
-          No le va a quedar más remedio
-          Tendrán que parar el barco, se liará un gran lio, y si se entera…
-          Estamos en alta mar, nadie aquí es encontrado
-          ¿harían eso por mí?
-          Claro, una vida vale más, que unas horas de nuestro tiempo
-          No sé cómo agradecerlo
-          Bueno el padre de Andrea tiene contactos
-          Pero quien lo sabe
-          Tranquila, nadie, pero ha sabido llegar hasta nosotros, sin problema
-          Me esperan en algún sitio
-          No, aún no puedes verlos, tiene que pasar mucho tiempo
-          Claro, y donde me voy
-          Hay una pequeña embarcación, como bote salvavidas, que usarás con Roberto ( el camarero de color), quien te llevará otra vez Dubrovnik, allí te enseñará el apartamento, donde te esconderás, hasta que Andrea te busque. Esta es tu tarjeta de crédito, algo de dinero y tu nueva documentación. Intenta ser discreta, hasta que ellos te llamen, lo mismo pasa un año, no te desesperes, tiene que estar todo calmado, que ellos vean que Otto no te busca, que se ha resignado. Te ingresaran una cantidad todos los meses, no será mucho, pero tendrás lo suficiente para los gastos básicos.
-          Dios mío, qué suerte tengo, alguien me ha ayudado, después del calvario que he pasado
-          Sí, creo que se lo tendrás que agradecer de alguna forma, cuando llegue el momento
-          Lo haré de por vida, no sé ni porque lo hacen
-          Hay gente buena, aunque a veces cueste creerlo
Mientras navegábamos Roberto intentaba ser agradable, pero a mí me temblaba todo el cuerpo. Quería hacerlo, pero me daba miedo, no sabía si me encontraría y entonces me mataría, porque si a alguien se le mete eso en la cabeza, pocas se salvan, así que hay que ir con mucha cautela, para no dejar ninguna huella. Llegamos al cabo de una media hora al puerto de Dubrovnik, por lo menos era un lugar precioso, lleno de encanto por la historia que sus monumentos contaban, a través de los años, por eso la llamaban ”la ciudad vieja”. Roberto cogió un pequeño equipaje, esperaba que hubieran acertado con la talla, porque el verse guapa ayuda a elevar al mirada (cuiden su aspecto, aunque les cueste hacerlo, poco a poco, pero no se abandonen por culpa de su carcelero, ya está lejos). Anduvimos por dentro de la muralla, parecía que estaba en mi particular fortaleza, y no sé porque me sentí segura, sin temor a  represalias, cerraba los ojos y me decía a mí misma que me merecía esa oportunidad, todo el mundo se lo merece, si sabe apreciar lo que la vida le está dando, e intenta remediar el daño que pudo ocasionar.  Nos paró un policía, y Roberto le explicó todo, enseñó algunos papales. Entonces me alegré de una cosa: mis padres me habían obligado a aprender inglés perfectamente por el negocio, y eso me iba a salvar de no vivir totalmente aislada en un lugar donde no dominaba el idioma, porque es una lengua internacional, atrasado está el que no lo llega a dominar, en estos tiempos donde la globalización gana a cualquier nacionalismos, que significan dar un paso atrás en este mundo diverso. Abrimos el apartamento: una cocina americana, un baño y mi dormitorio, sin ningún tipo de adorno, solo lo básico. No necesitaba más. Haría de este lugar mi hogar, poco a poco, porque no me atraía la idea de volver a España, si me daba tranquilidad, intentaría convertirla en mi casa, no en un refugio, si es que me dejaban. Roberto me dijo que se tenía que marchar, porque el  barco estaría parado, pero no sabía el tiempo que lo iban a esperar. Le di un beso como agradecimiento, me abrazó fuerte, dándome seguridad, y dijo que aunque lo pareciera, no iba a estar tan sola, como a veces pareciera. Se me cayó una lágrima y no lo demoró más, cerró la puerta, mientras le decía GRACIAS, y ahora no sabía lo que iba a pasar.
Mientras en el barco Otto se había puesto como loco, llamaron a la Policía, y estuvieron un rato para arriba y para abajo, incluso con helicópteros. No podía creer que por mí se hubiese liado la marimorena, para ayudar a una cualquiera, quizás no lo mereciera, pero cualquier vida humana es un tesoro, no lo olviden, no se crean menos que una princesa. Cuando amaneció estuvieron un tiempo buscando, y luego siguieron el rumbo, mientras Otto estaba destrozado y echo un ogro, porque no se perdonaba que me hubiera dejado sola unos minutos (hay que aprovechar los descuidos). El barco siguió su rumbo, y la vida continuaba hasta para el  maltratador del inframundo, con suerte reharía su vida, y quizás no se atreviese a actuar como lo fue conmigo, porque con algunas eres un cobarde y a otras las elevas a los altares, no sé porque ocurre así, pero pasa, a algunas las llevan a cenar  e incluso le hacen la cena, y a otras les exigen que el menú semanal esté caliente en la mesa (adivinen qué papel me tocó a mí, mientras otras no se estropeaban ni las cejas), pero su vida ya no era asunto mío, ojalá no supiera nunca nada de él, quería que desapareciera de mi vida, como si no hubiera existido, tenía secuelas, pero ojalá mi cerebro consiguiese borrarlo de mi mente, con eso me bastaba, con eso quizás pudiera empezar de cero, con eso olvidaría el dolor y el miedo.
 No dormí, me pasé unos días encerrada en la casa, poniéndola a mi gusto, con los pocos muebles que había, probándome la ropa, mirando por la ventana, cocinando (dejaron algo en la nevera), y bueno estaba sola, pero era de la forma que me sentía más segura y tranquila. No sé porque sentía rechazo social, me producía algo de ansiedad salir al mundo, enfrentarme a todos los problemas, me sentía más a salvo en casa, con mis cosas, sin que nadie me obligase a hacer lo que no quisiera. Me crearon miedo al conflicto, y eso no se hereda, eso te lo crea la experiencia. Dejé de saber relacionarme, veía en cada persona un aliado de su guerra, esperaba que la distancia me ayudara, a volver a creer en la gente, porque hoy por hoy me provocaban rechazo y tristeza. Durante un tiempo tuve temblores e insomnio, pero con medicación y terapia van desapareciendo muchas miserias (no tomen nada por su cuenta, que sea un profesional quien se lo recete, y no teman engordar, porque no será de por vida. Necesitas mejorar anímicamente, coger fuerzas, estabilizarte, aunque tengas que comprar ropa nueva, y luego volverás a ser la que eras, pero antes hay que sanar, y a veces tiene sus consecuencias). Pasé dos días en casa, ya dije que no me importaba, que me sentía a salvo así, pero sabía que la soledad no es buena consejera, muchas personas caen en el alcohol o incluso eligen lo que les venga primero para salir de ella, aunque sea un torpeza, así que esperaba que no se prolongase en el tiempo, porque la vida es hermosa, una pena que te muestren la cara más cruel, en vez de la buena. Así que tómense su tiempo, pero intenten llevar una vida plena, cuando el demonio esté lejos, porque da rabia pensar, que hasta eso consiguieron con su mala idea. Durante mi periodo de aislamiento ( lo necesité), me ayudaron algunas cosas, que quizás también le sirva a otra superviviente: Intenté ser organizada, llevar una rutina, tomé medicación, me empecé a cuidar poco a poco físicamente, cuando mi situación me lo permitió, daba paseos al sol, conocí la meditación, que junto a la fe con la oración, llenó algo mi vacía vida, me daba los caprichos que podía (como el chocolate y bisutería. En la tienda Bijou Brigitte seguro que encontráis algo de vuestro presupuesto) y lo más importante, empecé a crear algo por mí misma de lo que sentirme orgullosa: volví a escribir, algo que hacía de niña y lo dejé por muchos motivos. Y sin entrar en comparaciones, conseguí tener una buena obra literaria, siendo este el último libro (busquen una cualidad o una afición, algo que desarrollar, y poder ver lo capaces que son de hacer algo por sí mismas. No hace falta triunfar para sentirse orgullosa, el construir algo y hacerlo bien, ya es motivo de orgullo. Busquen y encontrarán un camino, donde poner parte de una misma, y si quieren compartirlo, por internet hay muchas formas de conseguirlo, si el maltratador ya no está cerca, porque por medio de internet te pueden encontrar cuando menos te lo esperas). También es bueno que se apunten a actividades para estar socializadas (hay muchas asociaciones de mujeres, que te las ofrecen, además de terapia. Hoy es fácil encontrarlas cerca de donde vives). Ya comenté lo del diario, si eso te alivia, y siempre que estés lejos de tu maltratador, y no olviden la Paciencia, porque si has estado mucho tiempo sufriendo, por lo general, vas a necesitar el doble en recuperarte, tranquila, poco a poco, lo importante es avanzar, no la velocidad, no lo olviden para todo. Y bueno en Dubrovnik encontré mi refugio, en una ciudad medieval, donde construí mi castillo particular, rodeada por una muralla, que me protegía de los monstruos que se aproximaban. Era una ciudad preciosa, con mucho que visitar en mis aburridas mañanas, porque cuando llegaba la noche, quería estar en casa. Tuve que salir, cuando ya no me quedaba casi nada en la nevera. Miré el bolso que me habían dado, con todo lo necesario para llevar una nueva vida, y descubrí un spray de pimienta (una buena opción, si es que crees que te seguirá, aun no estando cerca). Debes estar alerta, no te relajes, porque esperará ese momento, para atacarte, cuando menos te lo esperas.
Y mientras observaba la nueva documentación, pensé en la importancia de la amistad, en lo que significaba tener un buen amigo. A mí me había salvado, porque estando junto a él, todo era cuestión de tiempo, que mi vida terminara, sin haberle importado ni al prisionero. Ojalá pudiera darle un abrazo a Andrea, y poderle agradecerle que me salvara la vida, si eso se puede hacer, porque no creo que nada lo compense. Suspiré y me dije, sigue adelante, porque el pasado quedó atrás y no te traerá nada que ya importe. Paseé un poco por las calles, lo tenía decidido, si no tenía problemas, haría de Dubrovnik mi hogar, mejor lejos de todo lo que duele, pero no había que hacer muchos planes, porque esos siempre se desvanecen, por cualquier inconveniente. Viviría el día a día, a ver si conseguía volver a sonreír, porque quedó muy atrás, y quien sabe si podría recuperar un gesto tan noble. Fui en primer lugar a la oficina de turismo, para conseguir un mapa y saberme manejar en la que era ya mi nueva ciudad, también hablaba de algunos lugares como: el mirador del monte Srd, la Iglesia de San Blas, la fuente de Onofrío…había mucho que ver, así que no me daba prisa, no me iba a ir en un tiempo. Después en la callle Stradum me compré un helado, hay que endulzar la vida, cuando solo te roza la sal en las heridas, fue entonces cuando me acerqué a un pintor que hacía caricaturas, esperaba que supiera hablar en inglés, quería preguntarle donde había un supermercado
-          Buenas días o tardes no sé, porque son más de las doce
-          No te preocupes. ¿quieres una caricatura?
-          No, quería saber dónde está el supermercado más cercano
-          Claro, está cerca, pero tienes que salir del casco histórico
-          Necesito coche
-          No, mira coges esa calle y al final a mano derecha, andas un poco y te lo encuentras. No es una gran superficie, pero tiene de todo, y lo que te ahorras en gasolina, se lo das al tendero. No hay mucha diferencia, si vas a buscar algo más grande lejos
-          Muchas gracias
-          De nada, me llamo Bruno
-          Yo Amelia (casi se me había olvidado mi nuevo nombre)
-          Encantado, por aquí ando todo el día, desde las once de la mañana más o menos, hasta que se va la luz, por si algún día vuelves a necesitar algo
-          Muchas gracias, no lo creo
-          Nunca digas eso
-          Es verdad, perdón
No sé porque fui tan grosera, pero me puse a la defensiva, no era mi intención coquetear con nadie, no quería amistades, aún era pronto para confiar en las personas, y no sé si lo lograría hacer en un hombre, intentaría disculparme otro día, si me sobraba dinero del mes, me haría una caricatura, sería mi recuerdo de mi refugio, si es que me tenía que ir a otras ciudades, cuando eres una medio fugitiva, no sabes el tiempo que permanecerás en un sitio, aunque sea bonito y estable. Compre algo de verdura, carne, el pescado carísimo, fruta y una tableta de chocolate, no hice una gran compra, porque pensé que el obligarme a conseguir víveres, haría que saliese de casa. Había una televisión, pero no me enterada de nada, más adelante intentaría conseguir el canal internacional, para mí era importante, me daba compañía, aunque algunos mal actuasen. Cada vez que salía por comida, saludaba a Bruno, quien me sonreía, y yo casi lo odiaba sin haberme hecho nada, pero no quería ni que fuese simpático, hasta que un día me llamó para decirme algo
-          Creo que vives sola, no?
-          No, es que mi pareja trabaja todo el día, y viene por la noche
-          Bueno mira, es que se me ha acercado este gatito casi recién nacido, y he pensado que quizás te haría compañía
-          No sé, no entiendo mucho de animales
-          Solo necesita comida y cariño, como casi todos
-          No sé
-          Bueno, llévatelo, pasa una par de días con él, y si no te gusta, pues lo vuelves a soltar, al fin y al cabo su casa es la calle
-          Vale, pero esto no significa nada
-          Que no mujer, solo que he pensado que a los dos os vendría bien la compañía
Lo cogí y me lo llevé a casa (si te gustan los animales, las mascotas dan cariño y compañía, pero también trabajo, así que debes estar preparada para ello, porque no es bueno cargarse, cuando te estás recuperando). Por suerte en el súper al que iba, también tenían comida de animales, y poco a poco nos fuimos cogiendo cariño, le llamé Sasha, por Alejandro Magno, quien creo que también llegó hasta Dubrovnik, con suerte su espíritu  me protegería, y la verdad, no me sentía tan sola, pasábamos las horas haciéndonos carantoñas, me daba hasta pena dejarlo solo en casa, vaya que le ocurriera algo. Al cabo de los días fui a agradecérselo a Bruno, no quería una amistad, no quería nada, pero en esta vida hay que ser agradecido.
-          Muchas gracias
-          De nada, ¿te gusta su compañía?
-          Si, es diferente a un perro,
-          Son más independientes, pero también tienen su aquel
-          Gracias
-          No te preocupes
-          ¿Tienes prisa?
-          Iba a comprar
-          Siéntate, esta mañana aún no he pintado, y si hago una caricatura, atraeré al público y quizás alguien se anime
-          No
-          Pero por qué no, que te pasa, quien te ha hecho tanto daño
-          Lo siento me tengo que ir
-          No te voy a cobrar, la puedes guardar de recuerdo, siempre pongo el nombre de la ciudad, la fecha y mi firma. Por favor
-          Esté bien, pero no significa nada
-          Claro que no, es por ver si me sale trabajo, solo eso
Y así ocurrió, al poco tiempo empezó a rodearle turistas, y tuvo cola para hacerse una caricatura. Me guiñó un ojo, me la dio y me pidió que la abriera en la casa. La metí en mi bolso, era grande, y no quería estropearla, por suerte el súper tenía un poco de todo, y también tenía chinchetas, la pondría en la pared, como mi obra de arte. Cuando volví de comprar, vi a Bruno trabajando, me sonrió de lejos, pero nada, que no me salía ser agradable, a pesar de los gestos tan bonitos que estaba teniendo conmigo. Ojalá el rechazo se me pasase. Una vez en casa abrí mi regalo y me encantó. Me había dibujado casi igual que en la realidad, no parecía una caricatura, más bien parecía un retrato, solo que me había puesto los ojos  más grandes, porque los míos lo eran, eran bonitos, castaños, con muchas pestañas, que algunas me quemaron, lo malo que tenía una mirada triste, después de todo lo pasado, y lo captó, se centró en los ojos, dando esa sensación, en vez de ser un retrato alegre. También puso de fondo la puerta de la catedral, donde se solía poner, y junto a la firma un número de teléfono. Casi lo rompo al verlo, pero me frené, porque una amiga me había salvado la vida, y Bruno me estaba demostrando que no era mi adversario, pero no confiaba, miren lo que me pasó antes, así que me gustaba tener su número de teléfono, pero no creía que lo fuera a utilizar, solo por una urgencia, y ni siquiera sabía si me atrevería a tanto. La colgué encima de mi cama, para que hiciera de cabecero, no tenía nada, pero tenía tranquilidad, algo que solo recordaba de niña. No iba a llamar a Bruno, pero creía que debía darle las gracias, otra vez,  de alguna forma, y cerca de allí había una cervecería, muy bonita, así que creí que debía invitarle a una. Mejor un amigo, que un enemigo, y esperaba que no creyese que iba a significar algo, es que quería ir, no quería pedirme algo sola, y creí que debía agradecerle su cortesía, sin tener claro si hacía bien, porque era un desconocido, y ya sabemos mi experiencia con ellos, pero no sé, quizás la soledad me llevó a pensar eso.
-          Ya oscurece
-          Sí, estoy recogiendo
-          Me gustaría invitarte a una cerveza, ahí enfrente
-          Tengo poco tiempo, por la noche trabajo en una discoteca, aquí vivir es caro, pero si nos damos prisa, te la aceptó, así ceno algo antes de ir, y no me entretengo en casa
-          Bueno no sé si me llegará a tanto
-          Tu invitas a la cerveza y yo te invita a un soparnik de verduras
-          ¿qué es?
-          Bueno es una especie de pastel, te gustará
-          Vale
-          ¿de dónde eres, no capto tu acento?
-          Soy de España, y tú
-          De Berlin
-          Ah ( ceñí el entrecejo)
-          ¿no te gustan los alemanes?
-          Tuve una mala experiencia
-          Con quien te casaste
-          ¿Cómo lo sabes?
-          Aún llevas la alianza (no fue un despiste, quería que lo pensasen). Eres muy joven, pero tu comportamiento no concuerda con tu juventud, así que he supuesto, que habrías madurado antes de tiempo, y eso lo suele dar los matrimonios algo siniestros
-          Sí lo fue
-          Bueno no todos los alemanes somos malos. El país donde naciste no te garantiza nada, ni ser hombre o mujer, ni la familia, ni los estudios, ni el trabajo, ni la imagen. Cada persona es un mundo, y solo lo descubrirás conociéndolo (tenía razón, pero me costaba, me costaba mucho volver a confiar, pensaba que tarde o temprano me fallaría, como siempre había pasado)
-          ¿Y qué haces en Dubrovnik?
-          Bueno vine por amor, y aunque me dejó, ya me he quedado. Además en mi ciudad cometí un error, y muchas veces es mejor empezar de cero
-          ¿Eres un convicto o algo de eso?
-          No, simplemente dejé a mi novia casi plantada en el altar, y no sé, cómo que le debo guardar las distancias, no volver y actuar como si nada, no me siento cómodo. Berlín es grande, pero mi círculo era muy pequeño, y bueno, sería como reconocer que me había confundido, pero no creo que eso a ella ya le importe, no creo que me quiera volver a ver, por lo menos en un tiempo, y se lo estoy dando. También me estoy dando una oportunidad a mí aquí, y el tiempo dirá que hago, por el momento voy tirando. Echo de menos a la familia, pero estoy bien, uno se acostumbra a todo, ¿verdad?
-          Sí, pero mejor a lo bueno que a lo malo
-          No necesitas trabajar, tengo mis contactos, no para grandes puestos, pero para sobrevivir, seguro que hay algo
-          Creo que por mi situación es mejor que continúe como hasta ahora
-          Si te lo puedes  permitir, mejor no tener lujos que vivir esclavizado
-          Son más motivos, pero me lo pensaré, quiero hacer mi vida aquí, y un trabajo me ayudaría a relacionarme
-          Claro que sí, no cometas errores y no se te cerrarán las puertas, recuerda que han pasado por una gran guerra, no están para tonterías
-          Imagino
-          No te pido nada, pero puedes contar lo que quieras. Hay personas que no quieren escuchar problemas, pero a otras nos encanta conocer la vida de las personas, aunque fueran pasajeras
-          No hay  nada que contar
-          Siempre hay algo, pero tú eliges el momento
-          Gracias
-          Si quieres vienes una noche a la discoteca, te invito a una copa
-          No, eso no, por la noche en casa
-          Como quieras
-          Sigo por aquí, las caricaturas me dan algún capricho, así que no las pienso dejar, espero poder volver a repetir lo de la cerveza, ¿te gustó la comida?
-          Mucho, está rica
-          Pues si quieres, los Viernes quedamos y tenemos nuestra cita
-          No, no estoy para eso
-          Tranquila, no lo hago con ningún objetivo, solo es que sé que es estar solo en una ciudad extranjera
-          De verdad, no no quiero
-          De acuerdo, si cambias de idea, sabes que estamos cerca
-          Gracias, eres muy atento
-          De nada ( me sonrojé sin saberlo)
Y así pasé las semanas, saliendo a comprar, saludando a Bruno, al tendero, al portero y una mujer, que parecía latina, y que tenía un puesto de flores, a quien a veces le compraba una, para tener algo hermoso en mi vida. Y me acostumbré a mi refugio, lo adoraba, no había guerras, llegaba a mi casa, y me sentía en paz con la vida, aunque a nadie le pareciera bien la idea. No me acordaba de Otto, sí pensaba en Andrea, todas las noches ponía el teléfono en la mesita de noche, y me dormía esperando la llamada, una que nunca apareció, y cada día me daba algo de miedo pensar que me dejaran de mandar dinero. Entonces volví a quedar con Bruno, quería buscar trabajo, quería sentirme algo más segura, porque cada día que pasaba estaba más feliz, pero la incertidumbre me daba momentos de angustia, si alguien me hubiera hablado, me dijese cómo iban las cosas, quizás la ansiedad se quitaría del todo, porque aunque el dolor del pecho había casi desaparecido, me irritaba no saber qué sería de mi vida, creo que eso preocupa a cualquiera, y más si estás sola, fuera de tu país, aunque allí dejaras nada más que turbulencias. Y cuando solo te tienes a ti, sacas la fuerza de donde no creías que algo hubiera, el espíritu de supervivencia, fluye ante tu inteligencia, dándote las herramientas adecuadas, para no morir, como otros quisieran, simplemente porque no soportaban ser vencidos, por una mujer, aunque lo enturbiaran, con falsas leyendas. Ya que cuando no se puede con la inteligencia, se intenta con la fuerza (ya lo he dicho, no lo duden), y como suelen ser personas viles, les dará igual tu situación, su sexo o tu corazón, solo ven el objetivo, y lo justificarán con cualquier error que cometieras. Y la verdad, solo el destino puede hacer que todo desaparezca, porque no cederán, no por hombres viriles, si no por cobardes que temen una reprimenda.
-          Vamos al del otro día
-          Sí, me apetece mucho, pero pagamos a medias
-          Hasta que alguno de los dos no viva bien, todo será a medias
-          Gracias
-          Lo siento, me gustaría ser más cortés, pero no puedo
-          Qué tontería, la mujer se está liberando
-          Me alegro por ellas, lo anterior era una esclavitud oculta
-          Sí, pocas podían decir que merecía la pena casarse
-          No fue tu caso
-          No
-          Cuanto tiempo estuviste casada
-          Dos años, cuatro meses y dos días
-          Vaya poco tiempo
-          Para mí, toda una vida, no sé ni cómo pude salir de esa pesadilla
-          Por eso no andas bien
-          Tengo mal las rodillas, él dice que de una caída
-          Qué horror, entiendo tu postura
-          No, creo que nadie sabe las cosas, hasta que no pasas por ahí, por mucho que lo creas entender, no llegas a nada
-          Supongo que tienes razón, pero repito, sé que es estar sola en un país extranjero, así que tienes mi teléfono
-          Gracias, quiero pedirte un favor, me hablaste de un trabajo, ¿aún puedo contar con ello?
-          Bueno no es seguro, solo que tengo a un amigo que trabaja en un hotel, y casi siempre le hacen falta limpiadoras. Supongo que no es el trabajo que habías soñado, pero pagan bien
-          Me interesa, además no domino el idioma para otra cosa
-          Vale pues el lunes, que es cuando no salgo a pintar caricaturas, me lo tomo como libre para hacer papeleo y compras, te aviso y vamos a ver a mi amigo, seguro que le gustarás, su novia es latina, sudamericana, creo que sois primas hermanas.
-          Bueno somos muy distintos, en común el idioma y poco más
-          Ya imagino, bueno vamos a ver qué te parece. Me das tu número
-          Te importa que te llame el Domingo por la noche
-          Como quieras. Trabajo en la discoteca Jueves, Viernes y Sábado (desde la nueve de la tarde hasta las seis de la mañana)
-          Vaya paliza y luego vienes aquí
-          Hay que vivir, cariño, no se suele regalar nada
A veces se me olvidaba, porque Andrea me facilitaba todo, no sabía cómo podría agradecérselo. Tenían dinero, pero no por ello estaban obligados a ayudarme, por mucho que me hubiesen visto crecer. Contaba que cuando mis padres se enteraran, les devolvería la mayoría, lo que pudieran, porque yo no sé cuál será mi situación en la vida, lo mismo no llegaba a final de mes, porque volver a León, para trabajar en el restaurante, con Otto en vida, creo que sería imposible, ni aunque volviera a Munich. Me mataba después de lo que se había liado, mejor no pensar, vivir el día a día, y Dios dirá, como se dice en todos los lados cristianos. Si te martirizas con el futuro, es imposible que puedas disfrutar de la vida, bastantes desgracias pasan, como para no tener un presente vacío de lágrimas.
Fuimos a ver a su amigo, y le gusté, creo que Bruno le había hablado de mi situación y quería ayudarme. Los extranjeros en cualquier país se hermanan. Empezaría el Lunes, Bruno me iba a traer el uniforme el Domingo, pero le dije que me lo diera en el portal, no quería que entrara en casa, en mi casa no entraría ningún hombre más, vaya que de agradable se transformara en otro ser cruel, con ganas de pegar, si no se hacía lo que a él le daba la gana. Lo tenía claro, me daba igual quedar como una solterona ante la sociedad, mi paz valía más que cualquier apodo, lleno de una historia anticuada. Estaba algo nerviosa, porque no sabía si me sacarían alguna falta, porque si buscas encuentras, hasta debajo de la nada. Y empecé mi trabajo ilusionada, no era lo que había pensado en mi vida, pero nada fue como esperaba. A veces pensaba, qué era lo que había hecho mal, porque me castigaban tanto, pero una vez escuché que a la maldad no hace falta un motivo, sino una excusa, y esa fue mi mala jugada, que les di la excusa para justificar, el por qué la muerte me deseaban, pero había logrado salir de España, estaba en mi refugio de Dubrovnik, y creo que sana y salva, con secuelas, pero con vida para lograr escapar de la rabia. Y poco a poco conseguí olvidar, me sentía a gusto con Bruno, aunque no llegara a nada, y mientras no tuviera pareja, me apoyaría en él, luego la vida es la que manda, por el momento estaba bien así, no quería ni pedía más, había sufrido demasiado, como para meterme en una relación, que quizás no llevara a nada, prefería un amigo en quien confiar, que en un amante enfadado, no podía pasar por ahí otra vez, no podría sufrir más por culpa de alguien dolido hasta consigo mismo, así que si Bruno me permitía esta relación, un poco a distancia, la cogería con ganas, desenado vivir lo más lejos posible de donde fui tan infeliz, de donde me dolió hasta el alma.
Una mañana salí a trabajar, le di un beso a Sasha, saludé a Bruno, quien cada día me parecía más guapo, pero no quería bajar la guardia, no me fiaba, y cogí el bus para el Hotel, durante el camino ocurrió algo que no me gustó:un hombre me sonrió a lo lejos, y no lo conocía de nada. No le quise dar importancia, pero me pasé todo el día pensando en esa sonrisa, quizás le atraje, aunque ya no estuviera guapa, aunque a una parte de mí, se le despertó la alarma. Mi primer mes en el trabajo fue el más duro. Casi todas éramos extranjeras, y aunque esa característica nos unía, a la vez nos separaba el idioma, porque la mayoría no dominaba el inglés, pero nos entendíamos por señas, que daba un toque de humor a unas vidas no muy afortunadas. Ya comenté que la rutina hizo que no se me hiciera tan dura la soledad, aunque intentaba que no fuera la misma rutina que tenía con Otto, intentaba hacer cosas diferentes, para que nada me recordase a él. A veces tenía pesadillas, pero me despertaba, me veía en otro lugar, bebía un vaso de agua y se me pasaba. El trabajo me ayudó a estar también algo ocupada, no buscaba amistades, me volví una persona muy desconfiada, pero si quería estar más socializada, no tan apartada del mundo, sola en casa, siempre hay tiempo para eso, aunque algunos creen que eso a ellos no les pasará nada. Acabé mi jornada y cogí el bus de siempre, entonces sí me asusté porque estaba el mismo hombre, solo que esta vez no me sonrió, como que no tenía que ver conmigo. Me puse triste al pensar, que quizás Otto  se estaba acercando, pero una parte de mí se negaba a creerlo. Me repetía constantemente: “está lejos”, “está lejos”, y otra parte me decía: “cuidado que está cerca”, tenía una lucha interna, que apareció con la sonrisa de un extraño, que no venía a cuento. Estaba deseando llegar a casa, pero por otro lado tenía miedo, porque no sabía lo que me encontraría, tenía trucos para todo, parecía que tenía poderes, para conseguir lo que deseara.
-          Llegas muy tarde, para ser una mujer sola en una gran ciudad
-          ¿Cómo me has encontrado?
-          Por Andrea, como si no
-          Porque no creíste que me había tirado
-          Porque no te buscaron, hicieron el paripé, pero no pusieron los medios adecuados. Uno al principio no cae en las cosas, pero con la distancia, pensando, llega a conclusiones, y bueno los hechos me demostraron que no me equivocaba
-          Pero cómo
-          El investigador de la empresa me ayudó, lo convencí, y vi las cuentas de su padre, porque pensé que era el que te ayudaba. No me confundí, soy más listo que tú en todos los aspectos
-          No sé qué decir
-          La que has montado con tus tonterías
-          Quería huir, me has hecho muy desgraciada
-          Anda dame un beso
-          Como mucho te doy la mano para que me la beses
-          Uy uy que empoderada, eso te lo quito rápido con un guantazo
-          No empieces
-          No me provoques, si ya me conoces
-          Déjame, estoy bien aquí
-          De limpiadora, para eso me limpias a mí la casa
-          No soy feliz contigo
-          Tienes que acostumbrarte, eres mi mujer
-          No, no lo soy. Era joven, me equivoqué
-          Cuando tengamos hijos se te pasa, venga haz las maletas, salimos esta noche
-          No quiero
-          Te he dicho que hagas las maletas ( cogió del brazo, apretándome)
-          Te digo que no me voy contigo, aunque me mates
-          No me provoques, que aquí no me conoce nadie…
Entonces escuché jaleo en la puerta, la echaron abajo a patadas. Era la policía, mientras yo más me asombraba. Me sentía tan poco importante, que creía que me dejarían matar, antes de volverse a molestar por mí, pero no fue así, o fue fruto de la coincidencia, porque Otto no era un chico responsable, que había estudiado economía para tener un gran futuro, era un traficante, su familia se dedicaba a eso de generación en generación, por eso tenía tanto dinero tan joven, por eso los buenos regalos, por eso una casa tan grande, siendo los dos tan jóvenes, por eso sus prisas por casarse, porque solían disimular una vida, cuando realmente llevaban otra. Trabajaban y tenía familia, mientras se ocupaban de sus asuntos con la droga en Europa, solo tenían que pasar desapercibidos, y Otto, quizás por su juventud, no lo hizo, me maltrató y llamó la atención de mucha personas en León, aunque nadie dijera nada, pero cuando desaparecí, se encendieron las alarmas, lo investigaron, descubriendo de quien se trataba, llegaron a mí, sabiendo que tarde o temprano vendría, y sería el momento perfecto para cogerle, porque en España tenía como todo muy bien atado, era difícil por muchas circunstancias. Me engañó en todos los aspectos, no solo a mí, a todo el mundo. Dije que mi cualidad era la Paciencia, pero la suya era el don de gentes, y quien posee esa característica, se salva hasta del más valiente. No era mi caso, por lo general a mí la gente me despreciaba, por eso me marché, porque sabía que jamás tendría ayuda de nadie, pero me confundí, la tuve de los más importantes: de una verdadera amiga y de la policía, eso fue suficientes para salvar la vida, y no sé cómo agradecer esa molestia tanto tiempo, cuando mi vida estaba casi perdida, totalmente destruida, casi no merecía la pena vivir después de tantos azotes y errores, pero me quisieron viva, por eso ayudo a las que hayan perdido el norte, porque poco a poco y con paciencia saldrán a flote, e incluso verán caer a quien le destrozó la vida, simplemente porque se creían con ese poder de faraones.
-          No he podido ir a trabajar
-          Lo sabemos, la policía habló con tu jefe
-          Te traigo a Sasha, no me lo puedo llevar, mi padre es alérgico, y creo que también te hará buena compañía, como a mí me la dio
-          Me lo quedo, gracias. ¿Por qué no me contaste el peligro que corrías? ¿Te hubiera ayudado más?
-          Hiciste lo suficiente, no hay que ir por ahí contando las desgracias
-          ¿Solo por eso?
-          Bueno, y porque perdí la confianza en los hombres
-          No todos somos iguales
-          Ya me he dado cuenta contigo. Gracias por la atención, no creo ni merecerla
-          Todo el mundo se merece cosas buenas, no lo olvides
-          Lo tendré presente
-          ¿te vas a España?
-          Querría quedarme aquí, pero mis padres no quieren, ahora vamos a hablar con el director del hotel, para despedirme. Nunca he sido muy querida, pero parece que después de haberme casi perdido, se les ha despertado un cariño, que siempre pensé que no existía
-          Mejor tarde que nunca
-          Si mejor así
-          Y que es lo que vas a hacer
-          Empezaré a trabajar en el restaurante de mi padre, desde abajo, para aprender bien el oficio, dice que se quiere jubilar pronto, pero creo que me quiere ver establecida, y que me apoye en él los primeros años
-          Aún puedes estudiar, si no te gusta mucho lo del restaurante
-          La vida me ha enseñado que hay que ser práctica, y los estudios no me garantizan nada, el restaurante de mi padre, sí. Quiero ser totalmente independiente 
-          Quizás tengas razón
-          ¿y tú?
-          Volveré a Berlín el año que viene, me siento demasiado solo aquí, aunque haya conocido a personas entrañables. Creo que mi vida está en Alemania, pero prefiero que pase una año más antes de volver, ya te comenté
-          Regresarás con tu novia
-          No creo, la vida nos ha separado, lo mismo tiene otra pareja
-          Bueno hay muchas mujeres
-          Claro que sí, pero no hay que precipitarse, primero hay que sanar
-          Sí , es lo que estoy intentando
-          Me darás tu número de teléfono
-          Claro: este es el de la casa de mis padres y este el del restaurante. Cerramos los lunes y los martes. Damos comidas y cenas, alguna celebración, si merece mucho la pena
-          Te llamaré
-          Preferiría que vinieses a verme
-          ¿segura?
-          Sí, bastante
-          Pues iré pronto
-          Me alegraré de verte (mi madre me llamó, me despedí con un dulce beso en la mejilla, y me alejé enseñándole que tenía la caricatura en la mano, mi único recuerdo de lo que fue mi refugio, mi salvación de la una muerte segura, mi hogar y mi consuelo, cuando estaba casi rendida…).GRACIAS!!!
Volví a León con una relación muy bonita con mis padres, los problemas te separan o te unen, y en mi caso me devolvieron un cariño que se había desvanecido con la monotonía. No me incorporé inmediatamente en el restaurante, mi padre quería que me recuperara emocionalmente, me hacía ir algunos días sueltos, cuando le fallaba alguien o necesitaba más personal, ya habría tiempo de obligaciones, me repetía, mientras se les saltaban algunas lágrimas, creo que se sentían culpables por no haberme creído, por no haberme ayudado, por tener que acudir a un amigo, antes que a ellos, pero yo había pasado página, cuando hay buen fondo, siempre crees que te mereces una segunda oportunidad con las personas, si no han sido causantes de tus desgracias. Fui con mis padres a ver a Andrea, no puedo describir con palabras lo que sucedió, ni mis sentimientos, no puedo, solo comentar que mis padres le devolvieron el dinero. Bruno vino a verme pronto, y mantuvimos una relación de amistad a distancia. A veces quedábamos en otros lugares del mundo, cuando había ocasión, porque en su vida las obligaciones mandaban, y antes de que volviera a Berlín, fui una vez más a Dubrovnik, para pasar un fin de semana con él, y ocurrió algo mágico, porque esta vez creí que sí había conocido el verdadero amor, uno sin dolor ni rabia, donde el respeto era el cimiento de todo, donde había besos en vez de patadas. El tiempo diría en que se transformaba. Dubrovnik fue mi refugio, y el lugar que me devolvió  la casi perdida ESPERANZA…
 
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Foto del autor Sandra María Pérez Blázquez
Textos Publicados: 60
Miembro desde: Nov 23, 2012
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Descripción

Breve libro que narra la historia de un maltrato

Palabras Clave: REFUGIO

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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