Calor de hogar en un día de invierno
Publicado en Jun 24, 2023
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Este día de inverno, la televisión ha reiterado una y otra vez, la tragedia que han dejado las últimas lluvias, que se desbordó el rio aquel o el canal de allá, de la escasez del agua por posible corte del suministro y no puedo dejar de recordar los inviernos de mi niñez, esos donde las lluvias tenían otro sentido para mí. Puedo verme con la capa con que me mandaban al colegio y las botas de agua (sí, porque antaño a uno lo mandaban igual al colegio los días de lluvia) y el mío quedaba a unas 5 cuadras de mi casa, y me iba y volvía caminando (no existía el furgón escolar) y pese a que a la hora que regresaba estaba oscuro (no tenía miedo de venirme solo ni mis padres la preocupación de que fuera a pasarme algo)
Quizás estás pensando en que estoy hablando de una ciudad especial, nada de eso, era Santiago, y el barrio estación central. Puedo verme chapoteando en la calzada mientras hacía correr barquitos de papel por el torrente de agua, a veces saboreando una galleta que había guardado de las que nos daban en la escuela (esas con letra y número) donde tu profesora jefa, era la misma de matemáticas, castellano, ciencias naturales, religión, etc. Los bancos de madera individuales, las pizarras verdes donde se escribía con tiza, la cotona café, los cuadernos de caligrafía, dibujo, matemáticas, el lápiz con la goma amarrada. La colación con suerte era una fruta, o un pan solo para engañar las tripas. En esos años los niños se resfriaban e iban al colegio con los mocos colgando y nadie se espantaba. Los profesores te tiraban de las patillas cuando te portabas mal, y el bülling no se conocía (cómo ahora), claro, estaba el apodo gordo, flaco, feo y esas cosas, pero nada tan traumático.
Bueno, volvamos a mi chapoteo por la calle, el agua corriendo dónde a veces por obstáculos los barquitos quedaban atrapados y ahí terminaba la carrera o cuando no los alcanzaba y se los tragaba el desagüe. Siempre llevaba reservas, para una nueva carrera. Las calles por lo general a esa hora estaban vacías, la gente se guardaba temprano, y llovía a cantaros, ahí si que llovía por los años setenta, no como ahora que a un aguacero fuerte lo llamamos tormenta. La vida era simple a esa edad, luego de las carreras de los barquitos de papel, llegaba la casa, de esas antiguas que tenían puerta de calle y mampara (la que bastaba empujar para abrirla) Mi casa era de abobe, con dos patios interiores y un jardín al fondo de la casa, ¡podías ver y sentir la lluvia dentro de la casa!, a veces veía a mi abuelita cruzando con su paraguas de la cocina a su pieza. La cocina, ese lugar sagrado donde llegábamos todos a deleitarnos con las cosas que mamá nos preparaba, la puedo ver aún con su delantal, y las mejillas rosadas, friendo sopaipillas, las que iba dejando en una fuente enorme, donde todos nos acercábamos. ¿Se lavó las manos? era lo primero que decía, antes que las fuéramos a tomar algo, luego cada uno cogía su taza y la tetera de dos litros que tenía agua caliente para hacernos un té y nos sentábamos a la mesa a esperar que llegara mi padre. Lo veo llegar cansado, pero siempre alegre de vernos juntos. ¡Esos inviernos en la cocina de Sazié fueron los más hermosos de mi vida! Todos riendo, disfrutando sopaipillas, o donuts, daba lo mismo, lo importante era el momento en familia, mis hermanos (tres mujeres y un varón) juntos a mis viejos, los padres más maravillosos, mientras afuera llovía a cántaros y las goteras cantaban por el resto de la casa en los tarros y ollas que habíamos colocado.
                                 
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Foto del autor Esteban Valenzuela Harrington
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Descripción

la memoria de nuestra infancia está presente aún hoy

Palabras Clave: Lluvia

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción



Comentarios (3)add comment
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Raquel

¡Qué hermoso has contado esta historia !: tu camino hacia la escuela con tus botas para chapotear en el agua, tus barquitos de papel y como si eso no bastara, hasta repuestos tenías por si se tragara el desagüe, tus frutas o pan para "engañar las tripas".;.Cómo describes con total naturalidad lo de los mocos en la nariz y por sobretodo eso lo del bülling porque es verdad cuando dices que eso no existía como lo es ahora, lo cual causa tremendos emblemas en las familias cuando no paran las burlas, los apodos a veces mal intencionados , lo que tengo presente en alumnos de la escuela . Cómo describes con brillante decisión la llegada a casa después de la escuela, y ver a alguien muy querido en la familia cruzar de un lugar a otro bajo la lluvia..¡Ni qué decir de la alegría cuando llegaba ese papá feliz por verlos a todos juntos.¡Claro que había CALOR DE HOGAR EN UN DÍA DE INVIERNO" !. Fue un placer..Rq
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June 26, 2023
 

Esteban Valenzuela Harrington

Estimada Raquel; muchas gracias por tus palabras, que bueno que hayas podido disfrutar de éste pequeño relato, lleno de mi experiencia de niño. Lo compartí con mis hermanos y fue un grato recuerdo de esos días de niñez para ellos también. La vida parece más simple en esos momenos de infancia... cómo dijo el poeta "cualquier tiempo pasado fue mejor".Me alegro mucho siempre que me leas y agradezco mucho tus comentarios.
Qué tengas un buen día.
Esteban,
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July 07, 2023

Raquel

También viajé a mi infancia y qué bonita se la ve desde este presente.Cuántas cosas se añora y por sobre todas , en muchos hogares y en estos tiempos actuales, se añora mucho más ese Calor de Hogar aún en un invierno..Fue un placer Esteban..Desde mi Tucumán , Argentina te envío un saludo cordial. Rq

P/D: en esta semana continuaré leyendo tus bellas historias..
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July 08, 2023

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