SAMAIN
Publicado en Apr 13, 2023
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                                                                           SAMAIN

 
 
                                                   Para las niñas del Orfanato Ankur en la India…
                       
 
 
                                          
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                               Solo el Mundo no cuenta mentiras (proverbio celta)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
SAMAIN
 
Hola amigas, por aquí todo igual, sin cambio alguno, sigo nerviosa, y para calmarme, he decidido contaros otra historia, la que me cambió la vida, la que me hizo ver que a pesar de las dificultades que pudieran surgir, siempre había un rayo de esperanza para continuar adelante. Por si alguien no lo sabe me llamo Marieta, soy de raza india y adoptada, pero no me importaba. Mi madre siempre me recordaba que no había que tener muy en cuenta tus orígenes, sino tu presente y el sitio donde una era feliz, nunca se sabe que puede haber atrás, quizás nos haría mucho daño revivirlo, y yo me sentía afortunada, además de querida, tenía un buen hogar donde había crecido sin riñas ni discusiones, en un ambiente agradable, que más podía pedir, además mi madre también repetía que ni ellos eran esenciales en mi vida, que lo que realmente importaba era saberse construir una misma su propio hogar, trabajar poco a poco en el presente por un buen futuro, lo demás era secundario, circunstancias ajenas a nosotras, lo imperdonable era fallarse a una misma.
Vivía en Finisterre, en el fin del Mundo, en Galicia, y bueno pueden imaginar que no solo se parece el nombre a Gales, creo que también heredó el tiempo, y aunque no era una isla exótica, la lluvia me había dado un paisaje inmejorable, del que disfrutaba desde mi balcón, donde también podía contemplar el amanecer. No necesitaba más, quizás como única queja era que vivíamos un poco apartados, porque a mis padres les gustaba la tranquilidad, y no les importaba conducir para comprar hasta el pan. Era agradable escuchar a los pájaros, ver crecer a las flores, tener en libertad a mis animales, pero yo había entrado en la adolescencia, donde lo principal eran las amistades, salir, descubrir el mundo, cometer errores, ya saben, pero bueno nada es perfecto, y mi madre me decía que mejor algo de soledad que las malas compañías (más con las parejas).
Todo empezó la noche que celebrábamos Samain (fiesta gaélica-celta que se festejaba entre el 31 de Octubre y el 1 de Noviembre, cuando se marcaba el final de las cosechas y la mitad más oscura del año, el invierno). Mis padres y muchas personas del pueblo celebraban ese día, en vez de Halloween, para no perder las tradiciones más antiguas, pero en realidad solo utilizaban el nombre, porque lo demás lo habíamos americanizado (donde manda capitán, no manda marinero, y América domina el mundo, aunque algunos nieguen reconocerlo). Esa noche cenamos  rápido un revuelto de setas, y fuimos disfrazados a la fiesta del pueblo a tomar un poco de queimada, a mi padre le costó, pero mi madre tenía grandes dotes de persuasión y nos vestimos de la familia Adams. Me ilusionó bastante e  hicimos muchas fotos, todos en el pueblo nos felicitaron por lo bien caracterizados que íbamos. Saludé a mis compañeros del colegio, donde me sentía una más a pesar de mi tez oscura, no había diferencias, no conocí el desprecio, ya dije que era muy afortunada, y Galicia se caracterizaba por un buen comportamiento, no solo con los peregrinos del Camino de Santiago, si no con todo aquel que llegase y no fuese un traidor del  mundo honesto, aunque echaba de menos tener una buena amiga, una que se diferenciase de la demás, a quien contarle todos mis secretos, creo que fue por todas las veces que me habían cambiado de clase, las reestructuraban por cualquier contratiempo, pero mi madre me decía que no me preocupase, que la vida siempre te pone en el momento adecuado todo lo que una desea, si apartas de ti al diablo, y en Galicia encontraría lo que siempre ansié desde hacía tiempo, además había muchas opciones para conocer a nuevas personas, porque en Finisterre es donde se supone que termina el Camino, donde los peregrinos queman sus ropas, se bañan en el mar, cogen la concha de la vieira y retoman desde ahí su viaje hacia sus orígenes como un hombre nuevo, sin no haber dejado de hacer amigos por el sendero. Mientras volvíamos a casa, surgía mi imaginación por el aburrimiento, hasta que mis padres suspiraron, estaban cansados de la fiesta, a mí me hubiera gustado acabarla, y justo cuando me iba a quejar, vi que un rayo de Luna daba exactamente en mi balcón, y eso me despistó, aunque no le di mucha importancia, pero después de que mi madre se acercara a darme las buenas noches y preguntarme si quería que me contase otra vez la historia de Sissi, pensé que me costaría coger el sueño por la claridad que había. Mi madre era muy dulce, y de niña siempre me contaba historias inventadas de la Emperatriz, por eso a veces bromeaba preguntándome si quería que cogiera otra vez la rutina, a pesar de haber dejado la infancia, le gustaba pensar que aún me quedaba algo de esa niña que llegó para dar alegría a su vida y a quien adoraba. Me contó que había elegido a la Emperatriz Sissi porque además de ser soberana de Austria y reina de Hungría, Bohemia, Croacia y Eslovenia, Dalmacia, Lodomeria y Iliria, también lo era del reino de Galicia, por lo que no veía mejor protagonista para sus cuentos que una bella Emperatriz, en vez de contar las historias de las brujas que por allí andaban, aunque muchas veces pensaba que quizás fuese Sissi la Reina del clan, la principal bruja, quien mandaba, de todas formas la idolatraba, había visto todas sus películas y tenía un cuento ilustrado sobre ella encima de la mesita de noche, que releía cuando las noches se hacían largas. Dicen que si te desvelas debes coger un libro que ya hayas leído, para que no tengas intriga por el final, y puedas dejarlo en cualquier momento, cuando el sueño apareciese de nuevo. Esa noche recuerdo haber leído mi parte favorita, en la que se casaba con Francisco José de Austria, con quien tuvo el reinado más largo de la historia en mucho tiempo, y de donde salió el lema de “La Unión hace la fuerza”, y con esa frase cerré los ojos cansada.
Tuve un sueño ligero, hasta que unos golpes en la ventana me despertaron. Hacía frío y no quería levantarme, pero insistieron, y fui a ver qué era lo que pasaba. Salí al balcón, y allí había una niña de mi edad, con el pelo largo y con un colgante de un ojo en el cuello, no llevaba una ropa normal, parecía algo disfrazada, pensé que habría salido de alguna fiesta cercana.
-         ¿Has visto a mi perro?
-         No
-         Pues anda por aquí, lo he escuchado
-         Quizás esté con los míos, que están durmiendo detrás de la casa
-         Me acompañas, vaya que me hagan algo
-         Claro, bajo en un momento
Mi madre siempre me decía que debía desconfiar de los desconocidos, a veces te falla un amigo, imagínate alguien a quien no conoces, pero era una niña, y bueno no pensé en sus palabras. Me puse mi abrigo encima del pijama, mi bufanda, mis botas y bajé por la enredadera, siempre me regañaban cuando lo hacía, pero no quería despertarles, seguro que no me dejaban ir, y quería charlar, quizás fuese alguna vecina con la que entablar amistad. Cuando estaba delante de ella, me pareció algo mayor que en la distancia, era agradable además de guapa. Fuimos con los perros, y allí estaba. Lo cogió y me dio las gracias
-         Me llamo Elisa, ¿y tú?
-         Marieta
-         No lo había escuchado antes
-         Bueno mi madre se llama María, quería ponerme un nombre parecido al suyo, y le gustó éste porque decía que era cariñoso( es María en italiano)
-         Me gusta
-         A mí también
-         ¿Tienes sueño?
-         No
-         ¿Quieres venir a la fiesta de mi aldea?
-         Me encantaría, me quedé con ganas de más esta noche
-         Pues vamos, está en medio del bosque
-         ¿Si?, entonces no sé, porque siempre me dicen que hay muchos peligros en él, que no lo debo visitar
-         Pero es mi casa, vas conmigo, no te pasará nada, te lo prometo
-         Y fui, aunque dudaba si estaba cometiendo un error
Nos adentramos en el bosque cantando una canción, que ni siquiera la conocía, era en gallego, supongo que sería de cuna, y mi mente no la recordó hasta ese día. Encontramos un sendero, que nunca había visto cuando iba con mi padre a buscar setas, me asusté un poco, pero me dijo “no te preocupes, vas a estar como en casa”. Anduvimos largo rato, no sé el tiempo aproximado, y llegamos a su aldea, rodeada por una muralla, la que dejamos atrás sin saber cómo, porque no vi ninguna puerta. Entonces entré como en otro mundo más antiguo que el actual. Había casas circulares de piedra con techos de paja, muchas hogueras, con hombres con máscaras danzando alrededor del fuego, al ritmo de una especie de gaita, llevaban útiles de caza: lanzas, escudos alargados, hondas e incluso alguno con estandartes. Era algo extraño, se supone que estaban celebrando Samain, y deberían ir disfrazados, pero todos iban igual, como preparados para una guerra de otra época. No me estaba gustando la visita, pero Elisa me apretó la mano con fuerza, dándome confianza. Me llevó a la que creía que era su casa, llamó a la puerta, y abrió una mujer de mediana edad
-         ¡Ha venido!
-         Sí, quería hacerlo
-         Aún queda para nuestra media noche, jugad mientras todo se prepara
Me asusté más al pensar que me estaban esperando, no comprendía nada. Elisa empezó a recitar unos poemas preciosos, y la mujer nos dio dos manzanas y unas nueces. Así nos pasamos un buen rato, llamando de casa en casa, recitando poemas y recibiendo fruta como regalo (supuse que era una especie de Halloween antiguo, que ellos aún no habían modernizado). Elisa me enseñó algunos versos para que los recitase al llamar a alguna puerta. Otros niños también lo hacían. Llenamos la cesta, la dejamos en la puerta de su casa, y marchamos a la fiesta. Había una gran hoguera en el centro del pueblo, alrededor danzaban en círculo los ancianos. Le pregunté por ella, y me dijo que eran tradiciones, y añadió” lo siento mucho”, no supe entender el motivo, pero seguimos jugando con los demás niños. Lo extraño era que a mi amiga la llamaban Briana, le pregunté porque, y dijo que era su nombre en la Aldea, fuera utilizaba Elisa. Por un momento dudé de todo, pensé que eligió ese nombre porque sabía que era mi preferido, por la Emperatriz Sissi, para engañarme y llevarrme con ellos, pero me estaba divirtiendo, y aún quedaba para que amaneciese, cuando saliese el primer rayo de sol, marcharía hacia la casa, no habíamos tardado mucho en llegar, así que la vuelta esperaba que fuese igual de rápida. De repente las canciones pararon, y todo el mundo se dirigió hacia unos túmulos funerarios, y los abrieron. Me dio miedo, pero Elisa o Briana me comentó que no me asustase, que era la noche donde dejaban salir a los espíritus de los fallecidos, por lo que había que dejarles paso, que no me asustase, que era parte del ritual y por lo general solo hacían ruido. Me asusté más, y en un segundo vi como de esa especie de cementerio salían luces parecidas a una Aurora Boreal. Me entraron escalofríos, pero otra parte de mí estaba maravillada, cogían diferentes formas, se escuchaba el sonido de un viento revuelto y hueco, mientras todos levantaban las manos hacia el cielo, cuando aquello parecía sacado del infierno. Entonces ocurrió algo que me dejó helada. Los destellos me rodearon como si fuesen un torbellino. Temblé, no sabía que estaba pasando. Empezaron a cantar sin comprenderlos, mientras me dirigían al principal fuego. No me creeréis pero iba casi volando, no era dueña de mis movimientos y por arte de magia aparecí en una torre muy alta, hecha a base de troncos y paja, entonces comprendí lo que sucedía: era su prisionera, sin saber porque se dieron esas circunstancias. Una parte de mí se negaba a creerlo, me habían engañado, y quizás me fuesen a hacer daño. Recordé las palabras de mi madre sobre los desconocidos, cerré los ojos, y rezaba para que amaneciese, para que no me vieran en la cama, para que me buscaran en el bosque, para que me encontraran. Miraba a lo lejos esperando ver las verdes costas Irlandesas, creyéndome encima de la Torre de Breogán y que Hércules me salvaría de la costa del a muerte. Miré hacia abajo, vi a los centinelas y  como las hogueras pequeñas habían desaparecido, solo quedaba la principal, la del centro del pueblo, dejando las canciones por gritos espeluznantes. Entonces me di cuenta de que Briana trepaba por el otro lado (ya no la llamaba Elisa, no era digna de ese nombre). Cada minuto que pasaba estaba más confundida, no sabía lo que ocurría, quien era bueno o malo, si podía confiar en Briana, porque fue quien me engañó para traerme a un lugar, donde quizás me convertiría en esclava, cuando en mi casa era la princesa de los cuentos de hada.
-         ¿Cómo estás?
-         Puedes imaginar, ¿por qué me has hecho esto?. Confié en ti, las dos somos niñas, pensé que querían divertirte con una nueva amiga.
-         Lo siento. Es una tradición del pueblo. Cada Samain se hacen sacrificios, para que no nos falten buenas cosechas durante el año, y no nos ataque ninguna pandemia
-         ¡Me vais a sacrificar!
-         Lo siento, es una tradición. Cada año se elige a un niño para que traiga a la víctima, y así se santificará durante doce meses en el pueblo, tendrá todo tipo de privilegios
-         ¿Me has vendido para tener una buena vida durante un año?
-         Es una tradición, no me quedó más remedio.
-         ¿Qué me van a hacer?( miró a la hoguera)
-         Te he dicho que lo siento
Empecé a llorar desconsoladamente, ¿por qué no había hecho caso a mi madre?, ¿por qué desobedecí?, no hacía más que repetirme. Entonces el mismo rayo de esperanza que vi en mi balcón esa noche, se posó encima de la torre, salvándome de una desgracia. El viento se convirtió en un bello susurro, incluso me pareció ver como pequeñas estrellas me rodeaban como a una Diosa Romana. Dejaron de cantar en el pueblo, parecía que el tiempo se había detenido por unos segundos, mientras Briana caía rendida ante mí, y dijo “Eres la elegida”. No comprendía que era lo que ocurría, estaba totalmente desorientada con todo lo que estaba pasando. Empecé a dar vueltas, mareada, creo que me desmallé, y escuché
-         Marieta arriba, vamos a ir a desayunar al pueblo unos churritos con chocolate
-         ¿Mamá?
-         ¿Quién iba a ser?
-         Claro
Cerró la puerta del balcón, diciendo que iba a coger frío. Estaba aturdida, pero contenta de que todo hubiese sido un sueño, a veces una vive las pesadillas de una forma muy real. Me puse guapa, mi vestido preferido con las bailarinas color rosa y un bolsito a juego, que me regaló mi abuela. Estaba lista para ir a mi pueblo, a salvo junto a mi familia. Bajé a la cocina, y mi padre me preguntó si estaba bien. Contesté que por supuesto, quería dejar el sueño para mi intimidad, por si Briana aparecía de nuevo, y se convertía en una buena amiga imaginaria, esas que muchas niñas tienen en la infancia. Dijo “menos mal”, porque por lo visto en la basura había una setas de la noche pasada, que quizás fuesen algo alucinógenas, no sabía cómo se le habían escapado, porque era un gran experto. Lo importante es que estábamos todos bien, y enfadado advirtió que la próxima vez revisaría la cesta en el bosque y una segunda vez en la casa, podía haber sido una desgracia. Entonces encontré explicación a ese sueño tan realista, supongo que tuve alguna alucinación mientras dormía, pero me encontraba bien, no había que preocuparles, quería pasar el día tranquila, de lo contario volvería el temor al contar como estaba de asustada en esa torre sola y encerrada, prefería olvidar lo malo, a que se convirtiera en una historia para recordar de la infancia.
Pasamos una mañana muy entretenida, desayunamos en la churrería de la placita, y luego visitamos el monumento a los emigrantes, mi padre quería que lo conociese,  me contó que fue hecho mayormente para los gallegos que emigraron a Argentina en busca de lo que no encontraban en España, por ejemplo un buen trabajo ( fue una época muy dura). A veces me sentía una más de ellos, porque vine de otras tierras, pero cuando miraba a mis padres, a pesar de tener un físico diferente, pensaba “este es mi hogar desde niña, donde he crecido, quizás no sea gallega de sangre pero si de alma”, supuse que otros niños en Argentina se sentirían igual que yo: a veces querida y otras una extraña. Entonces mi padre comentó con una voz dulce, que solo el tener un buen presente, te salva de una mala nostalgia (no lo olviden). Esa noche me dio algo de miedo irme a la cama, pero el calor del hogar calma cualquier contratiempo, aunque durmieses sola y con la luz apagada. Preparé las cosas del colegio, junto al uniforme y las gafas. Miré al balcón, me levanté y lo abrí, no sé el motivo, pero algo de mí me pedía volver a ver a esa muchacha. Cerré los ojos después de rezar, y ya no recuerdo nada. A la mañana siguiente mi padre me llevó al colegio, como todos los días, me habló de mi próximo disfraz, aunque advirtió que no contase con él más, lo había hecho una vez para que tuviera un recuerdo bonito, pero ni uno más. A lo que sonreí, era fácil de convencer, aunque protestara. Entré en el colegio, saludé a mis amigas, y cuando me senté en el pupitre me di cuenta de que me habían puesto de dos en dos, estando vacío el de mi lado. La profesora nos comentó que habían venido niños de Argentina a la escuela, y que la de nuestra clase llegaría un poco tarde, tenía que arreglar papeles en secretaría. Imaginé que había vuelto a sus raíces, como algunas veces pasa, cuando tu presente no te agrada. Entonces entró una niña tímida, y con el pelo largo se tapaba la cara. La profesora la presentó, se llamaba Elisa, y se sentó junto a mí, algo asustada. A mi encantó la coincidencia del nombre, quizás era alguna señal que el cielo me mandaba, se quitó con un suave movimiento los mechones que ocultaban su rostro, y me sorprendí de forma grata, al ver que se trataba de Briana…
 
 
 
                                  Con todo mi cariño para cada una de vosotras( love)
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Foto del autor Sandra María Pérez Blázquez
Textos Publicados: 60
Miembro desde: Nov 23, 2012
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Descripción

Cuento que narra el origen de Halloween en Galicia, por una antigua tradición llamada Samain

Palabras Clave: Samain

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía



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