IDA Y VUELTA - Esquema de Esperanza - Jorge Dossi 1990
Publicado en Oct 13, 2009
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                               "Quien dijo que todo esta perdido
                          yo vengo a ofrecer mi corazón"
                                                       Fito Paez
        Todo lo que nos ha ocurrido desde el advenimiento de la democracia en 1983 no ha sido más que una larga espera, espera que es esperanza. Una gran ansiedad suspendida en el tiempo, latiendo en el regocijo de las almas inquietas.
        Se ha operado una transformación exigente de las pretensiones donde una estrenada libertad campea dichosa y se da el lujo de ostentar su incipiente rebeldía.
        La construcción de la esperanza se avecina comprometiendo los esfuerzos, creando espacios que pronto necesitarán ocuparse con imaginación, dedicación y amor; donde los requisitos constituirán responsabilidades y las obligaciones vincularán las ideas hasta encender el debate.
        Se retomarán los considerandos sobre lo que nos pasó y porque nos pasó, y quedará abierta la polémica para continuar ejerciendo el pensamiento crítico y su eterna caravana de matices y sugerencias.
        ¿Donde encontrar un significado que explique el constante peregrinar de nuestro pueblo entre las promesas y las dudas? ¿Como asistir al nuevo discurso que incita a  renovarnos para conquistar el recelo de conductas que todavía expresan fidelidad a los principios?
        Se puede pensar la esperanza como un disvalor, un exceso del optimismo o un abuso de la estadística. Se puede sostener su proyecto y adherir a perpetuidad, sin dilaciones. Claro que se puede y se debe pero aún, -mal que nos pese-, nos cuesta creer que estamos saliendo y entrando, yendo y viniendo de una aventura que no se agota en la praxis histórica ni en la cotidianeidad de los mitos. Por el contrario, se reduce a practicar una justificada desconfianza que propone retardos y que no propicia el desarrollo de las ideas.
        Los que apuestan convencidos a la necesidad de entronizar la utopía del futuro relegan la esperanza a un tiempo de madurez que no se atreven a ejercer en el presente.
        El hecho de volver sobre sus pasos les acarrea el miedo de tener que desdecirse y afrontar el gesto humillante de una rectificación.
        Las preguntas devienen complejas porque el pasado no cicatriza y continuamos rindiendo examen diariamente en la eterna discusión de las posturas. Y mientras Rosas y Sarmiento departen con fundamentos en el cielo y se mofan de nuestra pequeña miseria intelectual pues hubieran esperado mas riqueza, nosotros desde aquí eligiendo a Neustad o Aliverti quizás tengamos que continuar  ejercitando la opción pues no se avizora la madurez que impone la convivencia. Tal vez esa opción se fortifique y tengamos que rendir culto a la honestidad y abjurar de las teorías que desembarcan para seducirnos con el modelo del respeto por la armonía de las convicciones, virtud de los pueblos maduros, modelo conciliador que hoy preconiza el posmodernismo y que en las expresiones del filósofo italiano Gianni Vattimo consiste en "ser mas amistosos con los demás y con la realidad del mundo..., dejar de lado la omnipotencia y la imposición, hay que aceptar una reducción de las nociones del ser, de la subjetividad, disminuir la agresividad frente a la naturaleza, recuperar la armonía ecológica".(22)
        Esta armonía ecológica que propugna recuperar Vattimo ¿no necesitará de una convivencia previa y madura entre quienes juegan otro partido en el campo del pensamiento crítico?
        Si la esperanza supone la madurez para aceptar una convivencia plena de matices, no debemos forjar encierros mentales para rehuir las ideas que buscan entablar un dialogo franco, porque lo que entonces haremos, será cultivar la indiferencia y no ponernos a la altura de las falencias que padecemos. Estaremos nuevamente rindiendo culto a la ignorancia y fingiendo alardear una posición de privilegio excluyente del vicio y de la enfermedad.
        Este esquema de esperanza es una apelación para no ceder espacios al conformismo. Pretende activar a los remolones que merced a las propuestas de cierta frivolidad posmodernista apuestan a sumergirse placidamente en las aguas de la indiferencia; por ello la construcción que se avecina debe ser integral y reparadora, construcción de una convivencia que sólo emergerá de las zonas oscuras del pasado si se orienta a rescatar al hombre para privilegiarlo en su condición de tal.
        Como esta esperanza simboliza un destino para el hombre, no podemos soslayar la polémica estéril que algunos sectores intelectuales transitan en torno a los destinos del hombre y que se mantiene estancada entre los seguidores de Foucault quienes sostienen la pronta desaparición del hombre y los que aún atrapados por el existencialismo sartreano denostan a los estructuralistas su traición al pensamiento marxista.(23)
        Así las cosas, reducida esta polémica a la visión estrecha de una filosofía que se aísla en las discusiones de los bares vanguardistas o se cristaliza en la soledad de algún ensayo; se observa con honda preocupación el naufragio de tantos esfuerzos solitarios que conservando prejuicios hacia lo nacional y popular no terminan de integrarse en un proyecto de esperanza.
         El rescate del hombre y su exacta dimensión sólo serán valorados cuando la esperanza se deposite en una virtual hipótesis de experiencia colectiva que inaugure un nuevo ciclo de luchas populares con la participación efectiva del conjunto del pueblo.
        El Modelo Nacional que esbozara Perón como un aporte al debate y a la discusión crítica encarna una esperanza fundada en la madurez de las luchas del pueblo argentino. Esa esperanza sólo podrá materializarse cuando rescatemos al hombre de su actual estado de indefensión, cuando lo elevemos en dignidad y plenitud social, cuando empecemos a recorrer juntos el rescate de la Argentina heroica, cuando comprendamos que la lucha contra todo imperialismo es una lucha por la vida, por el amor entre los hombres, el compromiso con la historia y el destino de la nación.
        Ante tamaña empresa de comprensión cultural de la esperanza como fenómeno que signa esta etapa de la historia argentina, nos interrogamos: ¿En que condiciones nos encontramos para aportar algo que nos identifique en lo que pareciera constituir una redefinición mundial de las ideologías y el pensamiento sobre el futuro del hombre?
        Hans Ulrich Gumbrecht, un estudioso del posmodernismo en Europa no vacila en afirmar que la posmodernidad trae aparejada la muerte de los grandes mitos, de los modelos que tratan de explicar el mundo.
        Desde nuestro análisis nos preguntamos: ¿Como es posible impulsar un esquema de esperanza que va reñido con el auge del pensamiento posmodernista?
        Pues bien, deberíamos comenzar por apartar la idea foucaltiana del próximo fin del hombre y afirmarnos en la creencia de un hombre presente y conciente de su crisis que se impone resolver el actual estancamiento de sus potencialidades.
        Gumbrecht se acerca a nuestro análisis cuando afirma tener "la impresión de que las esperanzas de los argentinos en el futuro, su relación permanente con él como un espacio abierto, amenazante pero esperanzador, esta determinada por la necesidad de distanciarse de un pasado terrible".(24)
        Desde esta perspectiva es posible ejercer la función crítica que importe revisar los comportamientos de etapas anteriores y procure superarlos, no sólo mediante una renovación metodológica del análisis, sino a través de la afirmación de creencias que conduzcan a la esperanza.
        Nos acercamos al punto de inflexión en este viaje por las reflexiones críticas.
        Desde el fracaso y la emergencia nos hemos propuesto vislumbrar un esquema de esperanza que importa un desafío generacional, a través de una óptica que desde la sencillez y la calidez de su mensaje aporte su cuota de optimismo fecundo a las nuevas ilusiones del hombre argentino.
        Este punto de inflexión nos permite visualizar con nitidez que a pesar de habernos esforzado en conducir nuestra historia hacia la grandeza, las luchas entre la nación y sus enemigos aún subsisten. Por ello, cobra vital relevancia la tarea de aunar los criterios y las políticas de ejecución que las próximas generaciones deberán cumplimentar para hacer efectiva la definitiva liberación de la patria.
        La experiencia histórica del desencuentro generacional bien vale como muestra para evitar caer en los mismos errores.
        A partir de esta observación, debemos priorizar la capacitación y el empeño por generar estructuras de conducción aptas para dirigir las grandes realizaciones.
        Es el tiempo de considerar el oportuno advenimiento de una ambiciosa generación del 89 en el marco de una estrategia que integre la continuación del proyecto histórico-cultural de la revolución inconclusa con el nacimiento de un movimiento juvenil que sea capaz de asumirlo y concluirla.
        Como siempre, se objetarán las metodologías y se nos recordará que el pasado no es, por cierto, el referente adecuado para dar cauce a nuestras aspiraciones actuales, pero tales actitudes no tienen por que sorprendernos; el establishment pondrá en duda los objetivos bajo la amenaza latente de la desinteligencia y el caos.
        Por nuestra parte, nada debemos agregar para rebatir viejos prejuicios, por el contrario, apreciaremos críticamente el distanciamiento con el pasado en tanto y en cuanto nos permita avistar nuevos horizontes, pero ello jamás implicará renegar de las luchas que forjaron el nacimiento de la conciencia nacional.
        Como una arenga, como una proclama, como un deseo, nos distanciamos del pasado reciente, de la amarga historia de sufrimientos y derrotas, de la pesada carga de rencor y destrucción.
        Aquella ira desencadenó la miseria del alma y así surgieron pensamientos nefastos, conciencias desvirtuadas, hechos abusivos, represión indiscriminada, violencia incontrolable, alejamientos y soledad.
        Una tumba desafiante incrustada en la piel y en el corazón, una horrenda visión del hombre, una absoluta terquedad para comprender y corregir los desvíos que condujeron al oprobio y la persecución de las ideas.
        Nos llevaron a conocer esa noche, esa novela que desconocíamos, que habíamos imaginado pero que nos ruborizaba admitir verosímil.
        No fue un sueño ni una pesadilla. El dolor no se presume. La muerte no se improvisa y aunque la vida hoy es testigo de la crueldad que el pasado instauró, el miedo se convierte en un estigma que todavía nos acompaña, alertando los pasos, marcando un sentimiento de inseguridad que nos lleva a preguntar: ¿Es tan fácil -después de una experiencia dolorosa- volver a rescatar la confianza y las creencias en lo que alguna vez fue el refugio de nuestros fervores mas preciados?
        A pesar de todo, queremos quedarnos aquí, porque será aquí donde construiremos nuestra esperanza. No es posible continuar adhiriendo a una indiferencia utilizable en circunstancias aciagas.
        Es tiempo de volver a creer, aunque en ello vaya la dificultad de conformar a todos, porque si no nos permitimos esta reconstrucción de amor, nos sepultará el egoísmo y serán más cruentos los enfrentamientos.
        Estamos presenciando la posibilidad de encontrar los caminos correctos, mal que les pese a los absurdos de siempre, pero no magnifiquemos este precioso tiempo que supimos conseguir.
        Abonemos en unidad una patria mejor. Luchemos ya por la felicidad de nuestros hijos. El tiempo se acelera y es muy pronto para que otra generación se sienta fracasar sin haber hecho siquiera su aporte histórico.
        Lo hemos comprendido. Fue una noche dura, implacable. Nos desanimó con su estilo único. Pero hoy es el tiempo de nuestra inauguración, de nuestro preciado proyecto, de nuestra última alternativa.
        Realicemos el sueño de los hombres que alguna vez fueron bandera. Todo un pueblo debe marchar en esta etapa contra los malos vientos. Las noches podrán llegar, es sólo cuestión de saber iluminarnos y poner proa a la esperanza.
       
Notas
22.- "La posmodernidad o la transformación de las utopias". Reportaje realizado por Fermin Fevre en Clarín, Suplemento Cultura y Nación del 15 de Octubre de 1987.
23.- Cuando nos referimos a una polémica estéril no lo hacemos con espíritu condenatorio si no porque, -a nuestro juicio- se la impulsa erróneamente tanto para referenciar nuestra crisis ideológica como el destino del hombre argentino. Respetamos a quienes desde ambas corrientes persiguen el análisis de la realidad argentina manteniendo fidelidad a las influencias de sus exponentes, pero disentimos profundamente cuando en dichos estudios prescinden de la identidad, del modo de ser y de los datos  concretos que esa realidad les aporta.
24.- "Posmoderno en el tiempo del desencanto" en Página 12 del 29 de Septiembre de 1988, pag. 13
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Descripción

Espera que es esperanza. La creencia de que todo puede mejorar y que una generacin esta destinada a lograrlo puede ser un mito o un desafo. La esperanza como construccin colectiva, alejada de los predestinados circunstanciales que le han hecho dao al futuro. Generacin, esperanza y futuro, palabras que a lo largo de estas pginas buscan respuestas

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Categoría: Ensayos

Subcategoría: Sociedad


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