Un sueño ha cruzado el espacio de mi mente y
ha renovado la idea de mi ser.
No existen los fantasmas erigidos, son estatuas inertes de dolor.
No me conforma la creencia del espíritu risueño
que conserva mi claridad.
Pasiones reservadas inundan oscuros espacios.
Las presiones no estiman congraciarse con mi ser.
Es la enigmática sensación de la locura rondando los
laberintos del pensamiento.
Es la impresión del terror desmesurado que enarbola
banderas caóticas y se reusme en un halo de siniestras
depresiones.
Espero el camino del destino, la crueldad instauradora
del martirio, las prolongadas búsquedas del significado real, y
siento desvanecer mi optimismo, siento apretujar mis manos
con impotencia, como si adivinaran la emboscada traidora, y
solo atino a comprender mi delirio como el fruto descompuesto
de otra etapa.
La sombra incesante esconde el enigma verdadero.
La realidad parece cubrirse de imágenes falsas que enturbian
la paz deseada.
Hoy solo estoy llorando el sueño inútil que abracé