DETRS DEL CORAZN
Publicado en Oct 10, 2009
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                                                                           No sé lo que soy, no soy lo que sé
                                                                           Proverbio 5 de Angelus Silesius
                 
                 Lo reconocí. Estoy seguro: es él. Nunca olvido un rostro, menos éste. Tengo miedo. No lo oculto. ¡ Tampoco puedo callar eternamente !. Es muy duro. Tristemente cobarde. ¿ Tiene explicación ?. No..., no la tiene. Y si la tiene por qué yo estoy en medio de una lucha que no elegí. Menos aún Celso. Son demasiados los muertos, los que quedamos destrozados en vida. Ahora que partió siento alivio. ¿ Y si vuelve, si regresa con otro nombre, si en verdad no es él, si utiliza otra identidad, otro rostro, otro engaño ?. Lo veo presente con su impoluto caftán, con su barba arreglada, con sus modales casi afeminados. Y ahí está también Celso, como un sirviente enamorado, como un esclavo, dependiendo de cada uno de sus actos, casi diría parasitando. Fue tal su magnetismo, su seducción, su cordialidad, su fuerza, que transformó a mi amigo en un idiota. Nunca lo había conocido tan feliz, tan esperanzado. Le descubrí muchas aventuras, grandes amores e infinidad de desilusiones, pero ahora todo resultaba distinto. Celso no merecía esto. No era el mariposón, la caricatura, el estereotipo. Siempre lo respeté porque fue valiente, honesto, nada hipócrita. Me demostró que la vida es un día, un momento, un instante. Por confiado cayó derrotado. Ghassan lo atrapó, lo  castigó  hasta humillarlo, lo destruyó. La debilidad de la carne nunca triunfa ante la fórmula de la conciencia. No hubo previstos, tampoco un alerta. Solamente las copas de cristal y el botellón con oporto portugués podrían narrar las noches orientales que vivieron.
                    Celso me presentó a su pareja en febrero de 1994. Ghassan no hablaba castellano. Resultaba difícil entenderlo. Desde enero vivían juntos en el departamento de la calle Peña. Recuerdo que en una cena formuló preguntas muy precisas: Qué entendía por poder. Si era creyente. Dónde está la salvación. Qué pensaba de Estados Unidos. Mis respuestas fueron lineales, acotadas. ¿ Por qué debía responder a este mujaidín mis opiniones al respecto ?.  Siempre traté de mantener distancia. Celso por el contrario, se comprometía sin pedir nada a cambio. Muchas veces me confesó que la magia del musulmán lo había transformado. Yo acepté su felicidad, su momento, su deseo. No tenía derecho a privarlo de un presente que eligió adultamente. Tampoco quise molestarlo con críticas que seguramente no reconociera. Ghassan actuaba como una hormiga. Cada paso un triunfo. Sabía seducirlo y excitarlo. Conocía sus debilidades, su narcisismo. Controlaba sus emociones. Nunca supe para qué había llegado a la Argentina. Tampoco me obstiné en averiguarlo. Me pareció interesado en la filosofía y en la cultura popular, al menos eso se advertía cuando preguntaba acerca del tango, los compadritos y "Gander" en lugar de Gardel. Celso lo paseaba por las tanguerías, cafés literarios y salas de espectáculos. Tal era su admiración que lo llevó hasta el trabajo, lo presentó a sus superiores y se pavoneó ante sus compañeros. Todos callaron con el ingenuo secreto. Nadie abrió la boca para censurarlo.
                       En abril Ghassan decidió viajar fuera del país por asuntos personales. Estuvo en Brasil, Uruguay y Paraguay. A su regreso comentó que se había encontrado  en Porto Alegre con un primo que pertenecía al servicio diplomático. Desde el retorno comenzaron  a aumentar el número de llamadas suyas al exterior. Rigurosamente se las cancelaba a Celso en dólares, con un adicional que nunca mi amigo rechazaba.
                       La primer semana de mayo ambos pactaron tomar unos días de descanso en Nueva York. Visitaron el Central Park, el Empire State y las Torres del Wold Trade Center. Celso volvió solo. La aventura no podía dilatarla porque ya había agotado sus días de licencia laboral. Estaba renovado, con proyectos, queriendo dejar su rutinario empleo en la Secretaría de Cultura. Acaso una ciudad tan libre como Manhattan lo invitara a iniciar otra vida. Ghassan  tardaría 3 semanas en reencontrarse con mi amigo. Durante todo ese período, Celso se limitó a esperar a su pareja de una forma oscura, melancólica, dependiente. Nuestro diálogo se había modificado. Ya no confiaba sus desdichas y menos los placeres. Sentí sin manifestarlo un celo que preservé. No hacía falta confirmar nada. A esta altura todo estaba dicho.
                  Celso apareció muerto en medio de un charco de sangre, golpeado hasta el hartazgo y lesionado con  14 puñaladas. Su rostro estaba desfigurado. En varias partes del cuerpo presentaba quemaduras de cigarrillos. El  mensaje mafioso que el victimario eligió fue lapidario: la máquina de escribir de Celso quedó atada al tobillo derecho con su corbata favorita. Sólo alguien que lo conocía demasiado podía ser el autor del aberrante hecho. Su hermana Virginia me llamó del departamento de la calle Peña, en plena crisis de llanto. Traté de consolarla pero fue imposible, yo como ella estaba quebrado. Desde hacía más de 3 meses no veía a Celso. Para no desgastar el vínculo preferí tomar distancia. Ghassan había abandonado a mi amigo el 16 de julio de 1994, dos días antes de la voladura de la AMIA. Nunca quise asociar la despedida con el atentado, pero después de lo ocurrido todo me hacía creer en un plan orquestado. ¿ Dónde mejor que en la casa de un homosexual para esconderse ?. ¿ Quién  dudaría de Celso en esta historia ?. Yo sabía pelos y señales de la relación y sin quererlo estaba comprometido. Cuarenta y ocho horas después del asesinato, el Comisario Inspector Benatti me citó a declarar. Él estaba convencido que se trataba de un típico caso de "mariquitas". No hubo robo, desorden, cartas, amenazas ni anónimos. Cuando me preguntó sobre el detalle de la máquina de escribir respondí no saber nada. Por miedo mentí. Celso a su lettera le decía la putita porque "cuando la tocaba se calentaba". La corbata de Armani se la había regalado Ghasssan al cumplir un mes de noviazgo. El 14 era el día que se conocieron. Coincidía con el número de puñaladas recibido. Las quemaduras de cigarrillo obedecían a que Celso fumaba descontroladamente. El musulmán negaba el vicio. No quedaban dudas, había caído en la trampa y pagaba su amor con la muerte.
                          Unas semanas después del crimen Virginia y yo regresamos al lugar. Recordaba que mi amigo guardaba en su biblioteca una carpeta privada. La conocí secretamente. Allí registraba a manera de diario íntimo, detalles importantes de su vida. Sus últimas anotaciones eran del día 27 de julio. Reparé en un dato significativo. Celso describía con minuciosidad  las Torres Petronas de Kuala Lumpur. Hablaba de los 452 metros de altura, de los 88 pisos, de los minaretes, del arquitecto argentino César Pelli, del puente que las unía en el piso 40. Las comparaba con las CN de Toronto, las Ostankino de Moscú y la Oriental Pearl en Shangai. Despertaba mi atención toda esta sabiduría cuando nunca observó ni el Obelisco. Una oración subrayada  me preocupó aún más. Textualmente decía: Sólo quedará en pie Menara Kuala Lumpur. Maaf.
¿ Acaso había estado en Malasia ?. ¿ Sabía más cosas que yo desconocía?. ¿ Qué era esa afirmación sólo quedará en pie Menara Kuala Lumpur?. ¿ Qué significaba Maaf?. Le pedí a Virginia me permitiera llevarme la carpeta de recuerdo. Aceptó. Esa noche la dediqué a leer todo su contenido. Hasta la llegada de Ghassan a su vida, los textos de Celso eran oscuros, desgarradores, por momentos  apocalípticos. Los recorría una suerte de presagio suicida. Su condición de homosexual la vivía con culpa, contrariamente a la desfachatez impuesta que lo mostraba desprejuiciado. En muchos pasajes insistía con ser un maricón melancólico. Había sobrecarga de angustia, un desmedido complejo de autoestima y un deseo de liberación reclamado a su padre. Me sorprendí cuando leí que Rolando- ese señor apuesto, serio, elegante y piropeador, que conocí un verano en Capilla del Monte cuando Celso, con marcado respeto me lo presentó diciendo secamente: ¡ mi padre !-, se vestía de mujer por las noches, se transformaba en Esmeralda y se entregaba al alcohol y al placer.
              Como un amanecer soñado aparecía, en cambio, los escritos posteriores al encuentro con Ghassan. Otra vida daba paso al nuevo destino. Acaso la presencia de un ser extremadamente distinto a su cultura, a sus costumbres y hábitos, imponía una huella marcada en la personalidad de Celso. Hasta sus íntimos secretos y extrañas experiencias quedaron desplegadas como cartas sobre la mesa del tiempo. Ghassan fue lo prohibido, el instinto, una pesadilla patológica que envolvía a todos sin ningún escrúpulo. Lo terrible, lo desdichado, lo dramático, es que con su desaparición nada terminó. Celso seguramente será parte de una expediente reservado para algunos investigadores. A nadie le importará que un gay haya muerto por el solo hecho de amar al límite. A nadie le preocupará que en una ciudad de almas solitarias un ser humano haya sido masacrado.
                      Desde hace 5 años Virginia y yo no podemos soñar en paz. Somos rehenes de un patético laberinto. Nuestras vidas se transformaron en ridículos bocetos, en transparentes dibujos, en miserables mapas arrugados.
                      Virginia es un ser partido que se mantiene medicada y apoyada terapéuticamente. No sabe si quiere ser valiente, si hablar, si se transformará en héroe. Tampoco espera serlo. Relegada como mujer por un padre bisexual que la condenó desde niña a una especie de organismo menor, descalificada por una madre que sólo brindara afecto a su hijo, hoy siente a su destino como un relato fantasioso extraído de alguna novela. No es ingenua, reconoce que los 8 ó 10 accidentes caseros que sufriera en menos de un año no son casuales. Tampoco descarta la respiración agitada que penetra en su oído desde la bocina del teléfono, cada vez que en la madrugada la sorprenden. Ya decidió no abrir más las encomiendas sin remitente que recibe todos los meses. Siempre lo mismo: los libros de Manuel Puig, las crónicas de Manuel Mujica Lainez, los versos de Walt Whitman, los poemas de Federico García Lorca, los pensamientos de Oscar Wilde. Todos autores que Celso admiraba. No menos sugerentes son los cassettes y CD de Frank Sinatra y Andy Williams que llegan rigurosamente todos los 22, en coincidencia con el día que Celso fuera encontrado muerto. La policía aunque no parezca, la condena a vivir encerrada en su departamento de la calle Castro Barros. Mientras tanto el mundo sigue andando, la gente proyecta, los jóvenes ríen, los
cines continúan, los días pasan y como un tormento enfermizo y perverso el ademán de la muerte vivorea.
                        En mi caso la tortura  no es menos despiadada. Después de mucho trajinar dejé mi labor de traductor en la editorial y decidí marcharme a España. Me impongo un exilio forzado por las circunstancias. Mis lazos familiares desde hace tiempo están quebrados y recuperarlos sería una tarea enojosa. Tal vez alejarme de esta tierra me libere de las ataduras impuestas. A mí también me amenazaron. Sé que vigilan, que están atentos a mis pasos, que saben quién soy, que rutina tengo, cuáles son mis horarios, con quienes me reúno. Están al tanto de mi viaje, del vuelo, del hotel donde me alojaré, de mi contacto en Barcelona. Saben el número de mi celular, el teléfono de mis sobrinas, mi correo electrónico, la clave personal de mi cuenta bancaria. Ya debieron llegar a Carmen, la mujer que amo y debo olvidar para no mezclarla en este asunto. Me han robado el aliento, las ganas de soñar, mi fe en el país, mis tardes en los cafés de viejos, las noches de jazz, el amanecer junto al río. No soy un peligro ni un cartucho de dinamita. No creo haber insultado a nadie. No merezco el desprecio. Veo que alrededor, todo parece devastado. Se acabó la solidaridad, la confianza, el apoyo. Me voy. No sé si volveré porque la amenaza está en todos lados, a cada paso, a la vuelta de la esquina. Me llevo de recuerdo los retazos  de una vida feliz y las ganas de volver a empezar.
Ghassan era Ahmed Alnmi, el musulmán que viajaba en el vuelo 93 de United Airlines, el día 11 de setiembre de 2001. El avión cayó en Pensilvania sin llegar a destruir ningún edificio.
 Virginia Sebastiani apareció muerta en la fosa del ascensor del edificio donde vivía en Castro Barros 638. La pericia policial caratuló el hecho de "muerte dudosa". Lautaro Trelles fue hallado  en el baño del aeropuerto Internacional de Barajas (España). Su deceso quedó registrado así: "Paro respiratorio no traumático". El comisario Arnoldo Benatti encargado de la investigación sobre  la muerte de Celso, fue separado del cargo por cuestiones administrativas. Había logrado confirmar que la expresión "Sólo quedará en pie Menara Kuala Lumpur. Maaf", era un mensaje que circulaba en las células activas  vinculadas al tráfico de drogas en la triple frontera de Paraguay, Argentina y Brasil. El objetivo previsto contemplaba financiar futuros atentados a otras "gemelas", exceptuando Las Petronas. La palabra maaf en idioma malayo significa "Lo siento".
 A Carmen De Genaro la violaron salvajemente cuatro hombres en una casa tomada del barrio de Palermo. La policía descartó toda relación con los hechos precedentes.
              A más de 10 años del asesinato de Celso Sebastiani, todavía está sin resolución la causa. La justicia sigue trabajando para establecer si Ghassan   fue uno de los terroristas que actuó en el atentado contra la mutual israelita. Hasta el momento nada quedó esclarecido.
                                                                                   
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Descripción

El camino del horror.

Palabras Clave: justicia.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: SI

Derechos de Autor: SI

Enlace: evaristodebuenosaires@gmail.com


Comentarios (2)add comment
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JOSE MARIA GATTI

Gracias Enrique. Te mando un abrazo y pronto subo otra historia.
Responder
October 14, 2009
 

Enrique Dintrans Alarcn

Hola: Me impresiona la facilidad y el flujo de tus palabras. El relato es ameno y despierta inmediatamente la curiosidad del lector. Al pasar de las páginas voy sintiendo esa siniestra impresión que no se trata de un cuento, sino de un modo de operar entre las sombras, con pelos y señales. Me parece entonces un relato testimonial, incluso con presentación de hechos que recuerdo en las noticias.
Gracias por compartirlo.

PD: ¡Cuántas de estas historias están pasando a diario por la acción de oscuros intereses!
Responder
October 12, 2009
 

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