4-LILY Y LAS BRUJAS DE BERWICK
Publicado en May 15, 2021
Prev
Next
Image
 
LAS BRUJAS DE BERWICK
LOS VIAJES DE LA BRUMA(4ª Parte)
 
UsuarioAUTORA VALENTINA LEONI
05/04/2021
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Esta libro está dedicada a mi futura descendencia, porque todo lo hecho con Amor, bien se recuerda…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuando el mundo dice: “Ríndete”. La Esperanza me susurra: “Inténtalo una vez más”
                                                                                                                     (La Sirenita)
“A la hechicera no la dejarás que viva” (Éxodo, 22,18)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LAS BRUJAS DE BERWICK
 
-          Pero Daniel, ¿qué haces?
-          Abre la ventana, desde aquí no puedo, y me voy a caer
-          Te has podido hacer daño, como te descubra mi madre, no me vas a ver en años
-          Mañana es nuestro aniversario, quiero dormir contigo esta noche
-          No me atrevo, nos pueden ver, y me van a castigar por décadas
-          Cierra la puerta, tienes cerrojo
-          Nunca lo he utilizado
-          Siempre hay una primera vez para todo, cuando amanezca me iré, sin que nadie se haya enterado, y si vienen antes me marcharé rápido, mis padres tampoco saben que me he escapado, no se darán cuenta. ¿No quieres dormir abrazada a mí?
-          Sí, quiero
-          Pues hazme sitio
Me puse algo nerviosa, pero hacía tiempo que necesitaba algo de intimidad con mi novio, le quería, y deseaba estar a solas con él, como les pasa a todas las parejas. Me había traído un regalo, recordé lo que me decía mi madre, que las cosas materiales no eran importantes, pero gusta que se acuerden de una y tengan un detalle. Era un anillo con tres alianzas, dijo que significaba nuestra unión en el pasado, presente y futuro, en toda nuestra existencia, y me encantó. Nos tumbamos en la cama, cogidos de la mano, mirando las estrellas de mi techo, mientras me explicaba cómo era el firmamento, las constelaciones, y demás. Su padre era matemático, entendía mucho de astrología, y como era normal, se lo había enseñado. Me quedé dormida con Casiopea, y solo recuerdo dormir en paz, rodeada de amor, sin que me molestara ninguna de sus caricias.
Amaneció, y él no estaba, no sé si se despidió con un beso, y no quiso despertarme, pero hizo lo que había prometido, como cualquier hombre de palabra. Me levanté, y quité el cerrojo, parecía que todo había salido bien, o eso quería pensar, porque no sabía cómo iban a reaccionar, si se hubieran dado cuenta. Me hice la dormida, mientras esperaba mi vela. Llamaron a  la puerta
-          Felicidades Princesa ( desde que llegó mi padre a nuestras vidas otra vez, lo utilizaban más)
-          Gracias
-          ¿Cómo has dormido?, ¿estás nerviosa?, será el último viaje, nada es para siempre, y verás como cuando pasé todo, lo olvidarás rápido
-          Eso espero, porque desde que los hago, me noto diferente, más madura, pero nerviosa y excitada
-          Es normal, animo amor, será la última vez que nos separemos, o eso espero. Toma nuestro regalo ( entró mi abuela y me besó)
-          Un palillo para el pelo dorado como el vuestro (exclamé contenta)
-          Bueno es algo más que eso, es de oro, mira cógelo, dale al botón que está en el extremo
-          Vale (le di, y se convirtió en una varita)
-          ¿Sorprendida?, no sabías que todas llevábamos una en el pelo
-          No, ha sido una sorpresa, tiene mi nombre grabado. ¿Es mágica, la puedo utilizar?
-          Con ella eres la guardiana de la Tierra, dominarás las cosechas, la siembra, todas las plantas, rocas, animales y la tierra, como su nombre indica. Y siempre sabrás la procedencia de las cosas, su verdad. Ya solo te falta un don para ser una bruja completa.
-          Lo sé, que nervios
-          Tranquila, te has adaptado muy bien, serás una Gran Bruja
-          Eso espero
Entonces miré mi habitación, y vi en la esquina la escoba, el puchero, las cartas del tarot, la bola de cristal, ¿lo habría visto Daniel? Ese año no me había hecho preguntas sobre mis invitadas en la casa, dije que mi madre estaba recibiendo visitas de amigas, porque se iban a mudar, y se había ofrecido a que, bajo un alquiler, durmieran en la nuestra, nos hacía falta el dinero. No sé si me creyó, pero si vio todo eso en mi habitación, quizás hubiese levantado sospechas, y no sabría qué decir esta vez. Esperaba que no se hubiese dado cuenta, que con los nervios no se hubiera fijado, además los hombres son menos cotillas, menos observadores, cruzaba los dedos pensado que con la emoción de tan bonito momento, nada de lo que me rodeaba, le hubiera levantado dudas sobre quien era su novia realmente, porque ya habían demasiados cotilleos en el colegio.
-          Entonces no quieres ir al colegio hoy, sigues pensando igual
-          No quiero mamá, será un día duro para mí, si me disfrazo de bruja, con Malena por ahí dando vueltas, y todos cotilleando. Prefiero estar tranquila hasta la noche, coger fuerzas para el último viaje, no quiero pasarlo mal, y que me afecte, bastante he sufrido este año, como para que me den el día
-          De acuerdo. Luego vendrá tu tía
-          He invitado a Daniel, Tania y Lucinda para que venga a merendar, dile a la abuela que haga una tarta más pequeña para nosotros
-          De acuerdo, ¿irán a la fiesta de Malena?
-          Sí, pero vendrán antes aquí. No quiero condicionarles
-          Como veas, pero creo que Daniel no debería ir
-          ¿Por qué?
-          Allí no pasan cosas buenas, quizás debas darte cuenta por ti misma. Las tentaciones hay que mantenerlas bastante lejos.
-          No sé a qué te refieres
-          Mejor, espero que hayas pasado una bonita noche (me miró sonriendo, y pensé que lo sabía). Me ruboricé, y cerró la puerta diciéndome que no me pasase toda la mañana en la cama. No lo haría, pero quería escribir en mi diario, sobre todo la emoción que sentí con Daniel unido a mi cintura.
Este año había sido muy duro para mí. Había sufrido un poco de bullying en el colegio, incitado por Malena. Al principio no quise decir nada en casa, pero me notaron triste y mi madre me dijo una frase que me sacó todo de dentro: “todas las personas tienen secretos, y deben seguir siéndolos, a no ser que produzcan sufrimientos, porque no hay nada que una buena conversación no pueda sanar”. Entonces se lo conté, y pensó cambiarme de colegio, pero le pedí que no lo hiciera, porque por lo menos tenía el apoyo de Daniel, Tania y Lucinda, en el otro estaría aún más sola. Fue a hablar con la directora, quien tuvo una conversación con Malena y sus sirvientas, que no cambió nada prácticamente, pero se guardaban más las formas, para mí suficiente, porque al año siguiente no estaría con ellas, y podría dejar todo atrás (eso es lo que uno espera)
Tania, Lucinda y yo seguíamos como siempre, eran discretas y no comentaban nada de lo que ocurría, e incluso me defendían de alguna burla, les pasaba como a Daniel, me querían, y no veían en lo que me estaba convirtiendo. Habíamos decidido tener un día de chicas, todos los viernes de primero de mes, mi tía nos llevaba al Centro Comercial a que nos comprásemos algo, y merendásemos en la crepería. Nos gustaba mucho, y habíamos decidido que lo haríamos de por vida. Nos contábamos nuestras aventuras sentimentales, donde me enteraba de cosas que aún a mí no me salían, supongo que no estaba preparada y mi relación iba más lenta que la de ellas, no había prisa, tenía toda la vida para descubrir el sexo, todo llegaría. En lo referente a Tomi por fin mi madre me hizo caso, porque cuando les conté que lo había visto esta vez en la ventana con más niños, me llamó “loca”, que no sabía lo que decía. Entonces mi tía, la experta en relaciones, me dijo que ya si me creían, porque era el adjetivo que siempre se le adjudicaba a una persona, cuando quieres desacreditarla, para que no la crean, si sabe algo que no conviene. Así que hablaron con Tituba, y desde entonces estaban muy atentas a él, pero era listo, y no hacía nada que levantara sospecha, además no podían leerle la mente, ni siquiera yo, que tenía el poder más fuerte, era como una piedra, no podíamos ver nada, solo su apariencia, por lo que mi madre le pidió a Tituba que lo controlase, porque ya había levantado sospecha, y quizás fuese un demonio, que pudiera estropear nuestros planes del Aquelarre. Cuando aún estaba escribiendo mis sentimientos en el diario, llamaron a la puerta.
-          Felicidades Lilibeth, ¿Cómo está la niña bonita?, porque son quince, si no mal creo.
-          Sí, me voy haciendo mayor
-          Eso parece
-          Pediste un deseo
-          Claro, siempre pido el mismo (seguir unidas toda la vida)
-          Te regalaron la varita
-          Sí, mira la tengo ya en el pelo
-          Debes llevarla, aunque sea en la mochila o en el bolso, pero no debe faltar en tu día a día, no sabes si algún lobo puede aparecer, para clavarte sus dientes cuando estés algo distraída. Bueno ya te enterarás de las formas en la que pueden desaparecer tus poderes, o convertirte en otra cosa diferente, primero debes aprender a utilizar bien tus dones, y luego ya te explicaremos los inconvenientes.
-          De acuerdo, además ahora mismos estoy muy nerviosa con el nuevo viaje, será el último, y  creo que será el más difícil.
-          Sabes dónde irás
-          Mi madre aún no me lo ha dicho, a veces lo sabe, y otras veces no( apareció Selina con un ratón en la boca, lo hacía muchas veces, y me gustaba aunque fuese asqueroso, porque cuando un gato te trae algo de caza, es porque te quiere)
-          Vaya trae su regalo, no lo cojas, puede estar infectado, cuando lo vayas a tirar, utiliza guantes o papel. No se coge nada de la calle, y menos animales, pueden tener muchas enfermedades.
-          Lo sé (lo metí en una bolsa, y luego lo tiraría en la basura), mientras Selina se ponía en la ventana, casi parecía que sonreía.
-          Bueno te voy a dar mi regalo
-          ¡Qué caja más grande!. ( la abrí, y había unos zapatos rojos)
-          Tus primeros tacones, no son muy altos, pero con ellos te irás acostumbrando
-          Gracias. Tania ya tiene unos. Esta tarde, cuando vengan a merendar, me los pondré. ¿Son mágicos?
-          No, pero debes buscar su significado. Un zapato rojo tiene mucha simbología, y te dará la fuerza suficiente, para marcar bien el paso, cuando sea necesario.
-          Me gustan ( me los probé, me quedaban bien)
-          Bueno baja a la cocina, que estamos todas, y tu madre no quiere que pases la mañana en la cama, dice que vas a empezar a ayudar en casa
-          Vaya rollo
-          Es lo que tiene crecer, aumentan las satisfacciones junto a las responsabilidades, pero todo es gratificante, si buscas el siempre el lado bueno de las cosas.
-          Gracias, tía. Me arreglo y bajo
En la cocina participé en la elaboración de la tarta, mi madre dijo que iba a empezar a hacer cosas en la casa, porque quería que llegase a los dieciocho totalmente preparada para la vida, también me advirtió que repartiría los periódicos los fines de semana por el vecindario, a partir de Enero. Sabía que quería ser periodista (me gustaba escribir), y debía empezar desde abajo, para que pudiera valorar el esfuerzo de todo el mundo, aunque no fuese un trabajo muy bien remunerado. Lo importante en el mundo laboral era progresar, y no iba a empezar dirigiendo un periódico. Me pidió que lo hiciera bien, porque todo lo que se hace en la vida, puede servir en el futuro, y más si tienes aspiraciones, todo cuenta, todo puede pasar factura, además el hacer las cosas con esmero, enriquece el ego, y a veces  lo único que queda en esta vida: es el orgullo de lo bien hecho. También me comentó que no debía desaprovechar nunca una buena oportunidad, en el trabajo o en el amor, en todos los sentidos, porque no se sabe si habrá otras, o si serán mejores. Mi madre estaba muy encabezada en que estudiara, o por lo menos supiera hacer algo para ganarme la vida, aunque luego fuese rica o me dedicara a ser ama de casa, pero para ella debía saber hacer cualquier cosa que me gustara, por si la vida me daba sorpresas, y tenía que salir adelante de alguna manera, porque no es lo importante conseguir las cosas ( un buen trabajo, una buena pareja, una buena casa…), lo que realmente costaba trabajo era mantenerlas, conservarlas en el tiempo, eso es lo que requería mayor esfuerzo, porque lo otro puede ser un golpe de suerte, y esfumarse con el viento. Así que quería que llegase a los dieciocho, valorando todo lo que la vida me fuera a ofrecer, porque muchos jóvenes no somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos, y quería que empezara a vivir en el mundo adulto, sabiendo sus ventajas e inconvenientes, sus maldades, sus pecados y sus satisfacciones, si eres inteligente. Me dio esa pequeña charla, aunque acabó diciendo que sabía que cometería errores, y que sería la forma real de que le hiciera caso, pero su obligación era dirigirme mientras estuviera en su regazo, para que no me pillara de sorpresa lo que la vida esconde, incluso con la apariencia de una bella ninfa en un hermoso bosque.
Después de la charla, me fui a mi habitación cojeando, había vuelto a fallarme la rodilla, y parecía que incluso la mancha supuraba, pero no le prestaba atención, sabía que dentro de poco desaparecería, y no me preocupaba. Llegué al cuarto, y empecé a elegir la ropa que me pondría. Había decidido ponerme unos vaqueros con la camisa hippie que me compré el viernes pasado. Era blanca, con flores rojas y hojas verdes, con un volante en los hombros, que pegaría mucho con mis tacones, mi casa tenía calefacción, no hacía falta ponerse muy abrigada. Había decidido pintarme un poco también los labios, en vez del brillo transparente, me pondría uno con color rojo, que resaltaría en mis bonitos labios. Estaba un poco nerviosa, porque no sabía cómo iba a reaccionar Daniel al verme después de dormir entre sus brazos por primera vez, a mí me daba un poco de vergüenza, pero debía ir superándola, porque la vida puede ser cruel, con quien muestra debilidad, si es que topas con personas perversas.
Pasé el día en familia y con las invitadas, eran agradables, aunque había como dos grupos de convivencia: mi familia y luego Tomi con las demás brujas, suponía que cada una se apoyaba en quien más cariño ofrecía. Fue un día bonito, y no tuve los desprecios, que en el colegio casi siempre tenía. Las seis llegaron rápido. Me puse lo que comenté, me eché mi colonia “Agua de Luna”, me dejé el pelo suelto, pero recogí con la varita la parte de arriba en un pequeño moño, ya me ponía menos la trenza, solo para dormir. Les abrí la puerta, y Daniel me dijo que estaba muy guapa, le contesté con una sonrisa. Tania y Lucinda dijeron que se iban a comprar los mismos zapatos, y tuve que decirles que eran de la zapatería Gody, porque insistieron mucho. Me molestó un poco que se copiaran, pero yo lo había hecho también en alguna ocasión, así que me tendría que aguantar. Soplé las velas, tomamos la tarta mientras mi madre nos contaba cosas de cuando era joven, y nosotros nos mirábamos diciendo que era una pesada. Los demás permanecieron en el salón, solo estaba mi madre y mi abuela. Cuando parecía que había terminado todo, nos fuimos al porche y saqué un ponche caliente que había hecho mi tía, fui a la cocina por servilletas, y Daniel me siguió.
-          Me tuve que ir rápido, estaba amaneciendo. Me encantó dormir contigo, lo haré más veces, en ocasiones puntuales, para que nadie se dé cuenta
-          A mí también me encantó, pero no deberíamos jugar con la suerte
-          Es que si nos pillan me da igual, quiero estar contigo, y espero que algún día sea para siempre
-          Bueno, pero no somos adultos, hay que acatar las normas
-          Lo sé, tampoco quiero problemas. Te quería preguntar una cosa ¿qué hacían esos objetos de brujería en tu cuarto?, ¿no me digas que al final tiene razón Malena, y practicas la magia blanca?( me volví a sonrojar)
-          Bueno es que mi tía me regala una de esas cosas por mi cumpleaños, como broma y complemento del disfraz que siempre me he puesto. Las pongo ahí para que las vea, y no crea que le hago desprecios( fue una mentira piadosa, suficiente para salir del paso)
-          Ah, tu tía y sus cosas, por cierto el ponche está muy bueno, no te olvides las servilletas
Me puse muy nerviosa, se había dado cuenta, y decidí que esa misma noche, cuando volviese del viaje, metería todo en el armario. No creía que pasase nada, por no tenerlas a la vista. Al cabo de una media hora me dijeron que se tenían que marchar. Lo entendí, era la última fiesta de Malena, y nadie se la quería perder. A mí me daba pena no ir, pero era imposible asistir, asumía mi situación y por supuesto no quería condicionarles, con su apoyo día a día era suficiente, no quería privarles de algo que podría ser un buen recuerdo para ellos, aunque me hubiera gustado que se quedasen conmigo más tiempo. Lo único bueno era que esta noche podría prepararme despacio, cuando llegasen las doce. Me despedí con un beso, y les pedí que luego me contaran todos los cotilleos. Me dijeron adiós con la mano, con un semblante serio, mientras a mí se me caía alguna lágrima, porque empezaba a pagar por tener esa varita en el pelo. Al dejarlos de ver, miré el cielo, había una gran luna llena, y mientras la observaba escuché el aullido de un lobo, venía de la casa de Madame Blavatsky. La mansión había permanecido todo el año cerrada, no descubrimos ningún movimiento, ni una luz, nada que nos levantase sospechas de que ahí pasaba algo. Supusimos que se había marchado a ver a algún pariente, porque de lo contrario, las cotillas del barrio lo hubieran comentado. Desapareció del día a la noche, sin dejar rastro, quizás para apoyar a Tomi, y no levantar más dudas, pero al escuchar el temeroso aullido, me fijé que había un perro en su jardín, por su tamaño parecía un lobo, entonces recordé lo que me dijo mi tía: me podían morder y hacer que desaparecieran mis poderes, como mínimo, aunque no especificó si me convertiría también en uno de ellos, creo que no quiso asustarme, ya habría tiempo, pero al verlo en mí se encendió la luz de la sospecha y del miedo.
Me subí a mi cuarto, quería estar sola, descansar, cada vez quedaba menos, y mi madre había ido al desván por las túnicas y velas, para que empezase bien el cortejo. Miré al espejo, y parecía que la Dama de la Bruma se había despertado, había un leve reflejo de ella, que no era nítido, pero que se podía distinguir, si mirabas detenidamente. Me tumbé y miré el firmamento, intentando recordar lo que Daniel me había explicado la noche pasada. Al cabo de un buen rato, puse mis ojos en los objetos, y cogí la bola de cristal, si tenía poderes, era un buen momento para utilizarlos. Me senté en el suelo, en la alfombra de vaca que tenía a los pies de la cama, y empecé a acariciar la bola, diciendo que la fiesta me mostrara. En solo unos cuantos segundos pude a ver  la casa de Malena, algunos iban disfrazados y otros no, pero si caracterizados. Vi a Tania y Lucinda con más chicas bailando, busqué a Daniel, y me sorprendí porque estaba sentado en el sofá con Malena, sonriendo y tomando calimocho en un vaso, parecían contentos, demasiado para mi gusto, me estaba enfadando, porque una cosa era que fuese a su fiesta, y otra que se sentara a su lado. Ella le sirvió más bebida, y yo lo veía demasiado animado, no se estaba dando cuenta de las intenciones de esa gata en celo, y al cabo de unos minutos pasó lo que esperaba, se besaron, pero no fue un beso rápido, vi pasión, estaban desenfadados, y no pude evitarlo, cogí la varita de mi pelo y un conjuro eché con desagrado, sin saber muy bien si iba a funcionar, pero lo hice con toda la rabia que tenía dentro. En solo un instante se separaron, a Malena le empezó a salir bigote y barba, llorando. Daniel se apartó, y se quedó asombrado, de repente ella miró a Tania y Lucinda, diciendo “ha sido Lily y su brujería”. No sabían qué decir, estaban un poco asustadas, mientras yo sonreía con agrado, nadie se mete con una bruja, ni le quita lo que para ella es sagrado. Todos empezaron a chillar al verla, y ella se marchó, pero en la fiesta estaban sus sirvientas, quienes la defendían, insultándome todo el rato. Al cabo de unos segundos empezaron a chillar mi nombre, empezaron a decir de lo que era capaz, que quizás les hiciera daño. No estuvo bien, pero me sentí dolida, era mi primer amor, a la vez mi primer desengaño, no supe muy bien cómo actuar, y sabía que si mi familia se enteraba, se iban a enfadar, porque no debíamos utilizar los poderes por interés personal en el lugar donde viviéramos, pero era joven, me dejé llevar por los impulsos, y ahora no sabía muy bien cómo arreglar las cosas, porque adivinaba lo que me esperaría, cuando volviese al cole, aunque a Malena le desapareciera la barba y el bigote. Dejé de mirar la bola, me estaba poniendo cada vez más nerviosa, sabía que había actuado mal, y todo comportamiento erróneo tiene sus consecuencias, la vida es justa y te lo hace pagar tarde o temprano. Daniel había visto lo que había pasado, y quizás empezase a atar cabos, me entró miedo, vi la posibilidad de perderlo, no por Malena, que también, sino porque se había dado cuenta de quién era su compañera. Así que me puse a llorar sin consuelo, lo había perdido y no por el beso, sabría quién era, y no iba a querer estar con alguien, que tiene poder para frenar lo que a ella le apeteciera. Siempre me habían dicho que la vida puede cambiar de la noche a la mañana, pero como siempre ocurre, no le das importancia hasta que te pasa. Me tumbé en la cama, llorando e intentando que se pasara, porque eran las doce menos cuarto, y mi siniestra familia iba a subir para que comenzase el último viaje.
-          Lily levanta, casi es la hora
-          Ya voy
-          ¿Qué pasa?
-          Nada
-          Has visto lo que ha ocurrido en la fiesta, te avisé. Cariño las personas suelen decepcionar, no será la única vez que te pase, lo importante es que por otro lado la vida te recompense, al dejar quien no te quiere bien a un lado
Cuando me dijo esa frase, más me dolió, porque yo no quería que me compensase la vida, quería que Daniel siguiera a mi lado, que volviera a dormir conmigo, y que me abrazase o me cogiera la mano. Mi madre me miró un poco enfadada, dando a entender que debía pensar sobre lo ocurrido en otro momento, debía dejar los problemas sentimentales a un lado, por lo menos hasta que volviera del viaje, hasta que cumpliera con mi deber. Suspiré, cogiendo fuerzas, y decidí dejar todo atrás, cuando regresara ya se me ocurriría algo para solucionarlo, porque siempre me decían que todo tenía arreglo menos la muerte, y no iba a ser el caso. Me levanté, me sequé las lágrimas, mientras las demás se ponían en su situación con la capa, pusieron las velas en círculo, el espejo dentro, todo estaba preparado. Penélope salió de las telarañas de plata, y subió por mi brazo. Me llevaría mi varita en el pelo, cerré los ojos, y Penélope me picó en el cuello, esta vez me hizo daño, y no sabía si significaba algo. La música empezó a la vez que el reloj de cuco, los tambores algo después, la Bruma hacía que solo viese el espejo, y Selina se puso en mi hombro, preparada para que diera el primer paso. Pregunté ¿algún consejo además de los que sé?, mi abuela dijo “las apariencias a veces engañan”, y sentí como la Bruma me empujaba hacia el espejo. Empezamos a dar vueltas, los tambores cogieron fuerzas, me sentía muy mareada, y por arte de magia, aparecimos encima de un barco, en una gran tormenta, donde los marineros chillaban. Selina y yo nos miramos extrañadas, ¿qué hacíamos ahí?, casi nos caemos al mar, y un marinero nos cogió de la ropa, sonriendo. Al principio no lo reconocí, pero luego lo abracé diciendo “te quiero”. Era mi padre, quien tenía las mismas señales que Rafael en la espalda, por lo que en esta ocasión sería mi Ángel de la Guarda. Respiré tranquila, pero no sabía porque no me decía nada, entonces empezó a utilizar el lenguaje de signos, y me dijo que se hacía pasar por marinero, uno mudo, pero que en esa época no se utilizaba esa forma de comunicación, por lo que debía leerle la mente. Asentí emocionada, y me volví a abrazar, entonces me miró a los ojos y supe que no debía hacerlo más, que desde ese momento sería la doncella de la Princesa Ana, la futura consorte del Rey Jacobo I, hermana de Cristian IV Rey de Dinamarca. Habían ido a Copenhague para llevarla a Escocia, y estaban de vuelta, pero había surgido esa gran tormenta, por lo que nos encontrábamos cerca de la costa de Noruega, para refugiarnos. Todos iban a creer que pertenecía a la corte de Dinamarca, y la princesa Ana creería que a la Escocesa, por lo que no se extrañarán que nadie me conozca, ni que haya surgido de la nada, debía disimular, y obedecer, mientras lo hiciera, nadie preguntaría mi procedencia. Estaba preparada, lo único malo es que estábamos en 1590, donde aún las brujas morían en la hoguera, por lo que debía darme prisa en encontrar a mi nueva pasajera.
El barco daba casi vueltas, y mi padre nos pidió que nos metiéramos dentro, debíamos estar a salvo, no quería estar preocupándose si nos caeríamos al agua, y eso hicimos. Nada más entrar nos encontramos con la Princesa Ana, supe que era ella por la ropa y los zapatos, como pasaba en mi época.
-          Majestad ( hice una reverencia)
-          ¿Quién eres?
-          Me llamo Lily, soy su nueva doncella
-          No te había visto antes
-          Me pidieron que ayudara en la cocina, mientras todo se ponía en orden, pero con la tormenta me han mandado que esté a su lado, para lo que le haga falta
-          Creí que mi doncella estaría esperándome en Escocia
-          Me obligaron a hacer el viaje, para que no se sintiera sola
-          De acuerdo, ¿cómo están las cosas arriba?, parece que vamos a naufragar
-          Estamos llegando a la costa, nos refugiaremos en Noruega, hasta que esta maldita tormenta escampe
-          Ha sido muy raro, había un sol espléndido, y de repente, por arte de magia, ha empezado los truenos, relámpagos y mucha agua. La verdad que estoy un poco asustada.
-          No pasará nada, dentro de poco estaremos a salvo, se lo aseguro, tenga confianza
En menos de media hora estábamos en tierra, y empezó otra tormenta, porque surgirían las acusaciones, como ocurrió en Salem y Zurragamurdi. Ya tenía la experiencia, así que sabía cómo actuar, solo tenía que esperar que la intuición de Selina y la mía salieran a flote, nunca mejor dicho. Me puse al lado de la Princesa. Mi padre me miró en la distancia, y me dio su aprobación. También comentó que no podría estar conmigo, porque éramos de diferente estatus, pero que no me preocupase, porque se encontraría cerca, más cerca de lo que podría imaginar, porque nuestras mentes estaban conectadas, no había que temer al demonio, porque había buenas almas. Cerré los ojos, y le di un beso en la distancia. Me había puesto muy contenta por haberlo abrazado otra vez, de que se me diera esa posibilidad, porque algo en mí avisaba de que cuando los viajes terminaran, la comunicación dejaría de existir, por lo menos de esa forma tan mundana. Me puse algo triste, pero rápidamente me animé, porque había que preocuparse de los problemas o de las desgracias cuando pasasen, no antes, así que le cogí el vestido a mi Princesa, y juntas fuimos a una Posada, donde la atenderían hasta que el temporal amainase, ya que no había un castillo cerca. Era una posada algo tenebrosa, me recordaba a Manderley de “Rebeca”. No había ningún palacio cerca, por lo que no le quedó más remedio que refugiarse ahí. Crucé los dedos cuando entré, porque algo me decía, que no íbamos a estar tranquilas, lo sabía porque si me habían enviado ahí, era porque una caza de brujas aparecería. Y así fue, al cabo de unas horas, mientras estábamos frente a la chimenea, intentando secarnos, mientras tomábamos un té caliente, el almirante de flota danesa de escolta Peter Munk, acusó de la aparición de la tormenta a la esposa de un alto funcionario  en Copenhague, al que había insultado, y ya sabemos por lo pasado en mis otros viajes, como una simple acusación por una persona, sin pruebas, quizás llevado por la inquina, puede desembocar en un juicio, donde mujeres inocentes pueden acabar quemadas vivas. Me entró un poco de miedo, que las personas empezasen a preguntarse por mi procedencia, y me acusasen, pero si tenía la aprobación de la Princesa, pensaba que nada malo me pasaría, así que intentaba agradarla, aunque me tomara por pesada, incluso cogí sus pies, y les di calor, como se hace con los niños pequeños, era un acto de cariño, que esperaba ella bien acogiera.
Los días pasaban, y cada vez cogía más credibilidad que la tormenta fuera provocada por brujas,  para así evitar que se llevara a cabo la boda. A la Princesa no le gustaban esos comentarios, porque cada vez que se mencionaba algo de brujas, ella se marchaba, como no queriendo saber nada del tema, quería guardar las distancias, no sé si por superstición o por temor a que su imagen se viese mancillada. Los días los pasábamos en la habitación, solo salía para recoger la comida, y por si debía lavarle algo, aunque ella no quería, prefería que se lo hicieran en la corte. Una mañana se dirigió a mí de una manera extraña, pero no le di mucha importancia, quería conversar con el almirante acusador, quería información de primera mano. Entonces fue cuando me marché de la Posada, para hablar con quién era debido, y lo pusiera en conocimiento de la persona adecuada. Me crucé con mi padre, quien asintió de buena gana, como dando la aprobación de todo lo que estaba haciendo, pero rápidamente bajó la mirada, no quería levantar sospechas de sus alas. Me daba pena estar tan cerca, y no poder cogerle la mano, como cuando era niña, para sentirme protegida, eso que hacía tiempo que no me sentía, pero en la vida van cambiando las circunstancias, quizás me estaba enseñando a protegerme sola en el mundo, ese que a veces es cruel y duro. Me sonrió, y vi en su mente la palabra Ana, dudé, quizás quiso darme el nombre de la bruja que debía venir conmigo, pero solo conocía a la Princesa, y no creía que fuese una bruja, ni siquiera de las nuestras. Me crucé con Selina, quien me dijo que había encontrado el lugar donde se encontraba Penélope, estaba cerca, en el embarcadero, no era tan bonito como el último, pero había agua y frío. Uno de los marineros me comentó que el almirante iría sobre las cinco, para no molestar a la hora de la cena. Me pareció bien, si quería prepararse el interrogatorio, le daría tiempo. Cuando se lo dije a mi Señora, se alegró de no tener que esperar demasiado, porque todo lo que se hace esperar, llama rápido a los nervios.
Ese día estaba muy alterada, aunque me comentó que solo quería saber de primera mano, qué era lo que había pasado, porque provocaron esa tormenta, y quienes eran las brujas atrevidas hasta con una posible guerra. Tengo que asegurar que no estaba asustada, no sabía por qué, pero a su lado me sentía segura, como en casa, quizás porque al estar bajo el beneplácito de una persona con poder, me hacía creer que las acusaciones no irían por mí, ya que todo estaba bastante lejos de donde nos encontrábamos, aunque el mal tiempo no se iba, para poder coger de nuevo los barcos.  Ese día no probó bocado, nos sentamos todo el día frente a la chimenea, y en vez de asar castañas, lo hicimos con algunas manzanas que habían dejado en la habitación por si el hambre apretaba, fue nuestra única comida, lo único que nos pareció un manjar tan dulce, que la ansiedad por lo desconocido, se suavizaba.
El almirante llegó puntual, y la Princesa quiso que relatara todo lo que sabía. El marinero fue breve, solo dijo que sabía que se producían Aquelarres en Auld Kirk Green, donde participaba la mujer de un funcionario de Copenhague con Ana Kolding, con más mujeres, que esperaba que  delataría, cuando fuera sometida a tortura. Me asusté cuando mencionó todo, sabía por lo de Salem y Zurragamurdi que las personas torturadas o presionadas son capaces de decir muchas mentiras, para que cesase el sufrimiento, aunque eso significase la muerte misma. Conocí la maldad en esos dos pueblos, y me temía que aquí pasaría igual, porque donde existía la traición, no cabía la bondad, a veces el odio provocado por la envidia, puede llevar a la destrucción, sin mirar a quien más le quitabas la vida. También comentó que todo eso lo sabía el Tribunal, y que habían llegado a sus oídos que Ana Kolding había acusado a cinco mujeres más, entre ellas a Malin, la esposa del burgomaestre. Entonces en mí se encendió una luz, mi padre había mencionado a una tal Ana, quizás se tratase de ella, no había otra posibilidad, solo tenía que apañármelas para viajar hasta Dinamarca, y sacar a Ana Kolding de los barrotes, y dirigirme al embarcadero. No tenía que pasar como en Salem, no tenía que dar pie a que en el juicio las personas por antipatía y llevadas por la euforia acusasen a más mujeres inocentes, a las que quemarían vivas, debía irme rápido, si no quería levantar sospechas, ser una de ellas, y convertirme en cenizas. No se debe jugar con la suerte, y esta vez, no cabía otra salida que volar con una escoba hasta el lugar, y traerla por la noche, escondiendo antes a la luna. No debía partir hacia Escocia, porque si me libraba de la caza de brujas de Dinamarca, quizás no pasase igual cuando el Rey Jacobo hiciera su juicio particular en Escocia. Lo tenía claro, me daría prisa. Mantuvieron una larga conversación, a la que yo no presté atención, aunque si me desperté de mi letargo, cuando mencionaron que al Conde de Bothwell también lo habían acusado, pero de alta traición. Tenía las ideas claras, y no quería entretenerme más con minucias. Le acompañé a la puerta, mientras el me miraba de una forma extraña, quizás también tenía poderes y podía descubrir mi secreto. No lo dudé, me marcharía lo más rápido posible, porque me parecía que la cosa se animaba.
Esa misma noche, después de que la Princesa se tomara la sopa, una a la que yo le había hecho un conjuro por el camino, tomaría el vuelo, porque ella dormiría plácidamente hasta que los rayos de sol dieran en su cara, y eso sería después de las doce. Miré el cielo, y la luna iluminaba todo el firmamento, por lo que cogí mi varita del pelo, y la tapé provocando el eclipse más duradero de todos los tiempos. No podían verme, ni siquiera Selina sabría nada, por si quería venir conmigo, prefería ir sola, me parecía que sería todo más rápido. Además había aprendido en el libro de magia a hacerme invisible, y no sabía si funcionaría con animales, así que tomé la decisión de no llevar a nadie. Tapé a mi señora en la cama, la puse cómoda, cogí la escoba que estaba al lado de la chimenea, y volé lo más alto que pude, para que el camino fuera discreto y rápido. No tardé mucho, por supuesto la escoba sabía a donde dirigirse, y tuve la escolta de algunos murciélagos. Llegué a oscuras delante de la prisión donde se encontraba, y sin dudarlo, por medio de unas palabras, me hice invisible. Lo malo que duraba menos de una hora, esperaba que me diese tiempo a hacer lo que quería. Me introduje en las mazmorras, Ana estaba atada en la pared con unas cadenas ensangrentada, medio desmayada
-          Ana, ¿me escuchas?( ella levantó la cara extrañada). No te asustes, ¿crees en la magia?(asintió asustada). Soy una bruja blanca, he venido a salvarte de la hoguera, debes confiar en mí, soy hija de Miguel y Sara Hellen, ¿los conoces?
-          Sí, también la Maldición
-          Entonces debes venir conmigo, debemos marcharnos, hay hermanas que te están esperando en otro lugar en el tiempo, para acabar con la maldición, y con la maldad de Litith a través de los tiempos( asintió desesperada)
Le quité las cadenas, y la hice invisible. Me podía ver, estaba muy dolorida por la tortura, pero podía caminar, me cogió la mano, y salimos sin ninguna llamada de atención del calabozo, porque con mi varita, ninguna puerta se me resistía. Una vez fuera, nos montamos en la escoba, advirtiéndole que no sería el último viaje, nos estaban esperando en  mi hogar, donde tendría lugar el Aquelarre. Llegamos a la Posada, miramos a la Princesa, estaba dormida, buscamos a Selina, quien apareció en la ventana, y nos pidió que la siguiéramos, sabía dónde estaba Penélope. Ana estaba un poco desorientada y asustada, lo único que perseguía era salir de ahí. El camino fue algo largo, con miedo a que fuéramos descubiertas, tenía los ojos muy abiertos por eso, y por si podía ver a mi padre para despedirme, pero no había manera, con el eclipse que había provocado, no se veía más allá de mis piernas. Después de unos veinte minutos vi como la Bruma estaba surgiendo, a lo lejos se atisbaba algo de la melodía, pero los tambores aún no habían hecho acto de presencia. No había que perder más tiempo, la experiencia en Salem y en Zurragamurdi me decía, que cualquier error haría que nos quemasen como a un cerdo. Le pregunté si escuchaba algo, y ella contestó que a los murciélagos, eso me hizo dudar, y si me había confundido, si no leí bien la mente de mi padre, me asusté, pero estaba claro que era una bruja, no entendía muy bien la situación. La cogí de la mano, cuando la música se hizo más fuerte, por si estaba esperando algún vínculo, pero nada, no aparecía la Dama de la Bruma, ni los tambores, algo iba mal, y no sabía qué era lo que ocurría realmente. Entonces la miré, tenía los ojos algo rojos, no de los golpes, porque brillaban, algo estaba pasando, y no sabía si podría defenderme. De repente alguien me llamó, no conseguía verlo por la oscuridad, hasta que se acercaron lo suficiente. Ana se alejó asustada.
-          ¿Papá?
-          Sí, ¿qué es lo que estás haciendo?
-          Pensé que me dijiste que Ana sería la elegida para el viaje
-          Pero no esa Ana( de repente apareció la Princesa, vestida como si fuese un hada)
-          Nunca lo hubiese imaginado, ahora entiendo su interés por todo lo que estaba pasando.
En un instante Ana Koldings cambió sus ojos por los de lucifer, transformándose en una loba de ojos de serpiente, alejándose del lugar, aunque sin no antes intentar atacar a la Princesa. Era una bruja amiga de lo oscuro, de Lilith, pero al ser nuestro poder más fuerte, no tuvo más remedio que huir rápidamente. La Princesa se acercó a mí, sonaban los tambores, la Dama de la Bruma surgió del agua despidiéndose,  gritando “buena suerte Princesa”. Los murciélagos amigos volaban alrededor de la tela de araña, sin caer en ella, y Penélope se acercó enseñándonos el camino. Selina se subió a mi hombro, miré a mi padre, quien sonreía mientras se desvanecía. Me entró la tristeza y la melancolía, pero algo de mí me decía que no sería la última vez que estaría en mi vida. Le pregunté a la Princesa Ana si escuchaba los tambores, asintió, entonces le pedí que me cogiera la mano, para continuar con el viaje. Nos aproximamos a la casa de Penélope, y en solo un instante  todo cogía fuerza. Dimos vueltas, y cuando estábamos totalmente mareadas, aparecimos en mi cuarto, rodeadas de todas las hermanas, mientras ellas al vernos, se arrodillaban.
-          Bienvenida Majestad, no sabíamos si la volveríamos a ver
-          Sabía que sí, pero no conocía la forma. Me alegro de estar con vosotras, ha pasado mucho tiempo, pero estáis iguales, la magia supongo. Por cierto, has hecho un buen trabajo con tu hija, es una joven agradable, educada y valiente cuando es necesario, sin jugar con la maldad del adversario.
-          Gracias, creo que lo he logrado, además se está convirtiendo en una bruja bastante completa, aunque algunas veces mete la pata por su juventud, utilizando sus poderes cuando no debe, estoy segura de que se le pasará con la edad ( me miraron sonriendo).
Saludaron a la Princesa acercándose y haciéndole una reverencia, creo que era también la Reina de la Brujas en otras tierras, así que imité la forma en la que se dirigían a ella, con respeto y sumisión, algo que ya no se hacía en mi época. Se dirigieron a la cocina, querían hablar, no había mucho tiempo para el Aquelarre, tenía que hacerse el día de los muertos, cuando Lilith estaba muy entretenida en los cementerios. Mi madre me pidió que me echara en la cama, debía descansar, sería el centro de todo, y no me tendrían que fallar las fuerzas, porque no sabíamos qué nos encontraríamos, qué ocurriría cuando invocásemos a los espíritus. Antes de apagar la luz de la mesita de noche, me dio una bolsa de Zara Home con una caja dentro. La abrí, se trataba de una vela con forma de calavera mexicana en color crema. A pesar de ser lo que era, me gustó, era bonita y conocía la simbología que tenían en México, pero no sabía el significado mágico para mí. Entonces mi madre me dijo que con ella  tendría mi último Don, sería la Guardiana del fuego, pudiéndome relacionar con todos los espíritus vinculados con él, y por supuesto, podría tener el poder de destruir el mal, y advirtiendo que nunca se gastaría, habían hecho el hechizo correspondiente. Me dio un beso de consuelo, diciendo que ya era una de ellas, había adquirido todos los dones,  y que no me preocupase, porque después del Día de los Muertos, todo volvería a la normalidad que tanto añoraba, podría provocarla, si es que los poderes dominaba. Puso la vela en mi mesita, y con un chasquido de los dedos, la encendió, pidiendo que la dejase así todas las noches, para que la protección fuera mayor. Mi rodilla casi sangraba, pero pensé que era mejor dejarla intacta, además casi nada le hacía efecto, era la maldición que lloraba, por el final que creía estar viendo.  Mientras  intentaba coger el sueño, mi madre a lo lejos me decía que podía sentirme orgullosa del trabajo bien hecho, los viajes habían terminado, estaba en casa con las tres brujas, y  solo quedaba la guinda del pastel, para decir adiós a Lilith y a sus aliados. Cerró la puerta, deseándome un bonito sueño. Me eché sobre la almohada con el corazón emocionado, y en esa especie de letargo, intentaba pensar en todo lo que había vivido en esos viajes, como del día a la noche había conocido la maldad, y con ella la pérdida de inocencia, como me había hecho mayor, sin ser lo que realmente me apetecía, pero la vida no siempre es fácil, y hay que llevarla de la forma que sea más adecuada a las circunstancias particulares de cada uno, porque como mi madre dijo “ las cosas malas hay que afrontarlas, y las buenas disfrutarlas”, y a veces esas cosas van unidas, por lo que esperaba que después del Aquelarre, pudiera revivir más noches tranquilas. De repente sonaron los gritos de muchos niños debajo de mi casa, no sabía qué ocurría, miré por la ventana, me di cuenta que el eclipse aún existía, sin poder diferenciar las caras, pero sí volví a ver luz en la casa de Madame Blavatsky, reconociendo su sombra junto a la del mismo lobo aullando. Me asusté al escuchar el ruido de una piedra, al romper el cristal de mi ventana, mientras todos me llamaban “Bruja, Hechicera, Mala”
 
                                                                      VALENTINA LEONI
 
Página 1 / 1
Foto del autor Sandra María Pérez Blázquez
Textos Publicados: 60
Miembro desde: Nov 23, 2012
0 Comentarios 345 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Cuarta parte del libro infantil "Los viajes de la Bruma", sobre la caza de brujas en Berwick

Palabras Clave: Berwick

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Infantiles



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy