¡Reencarné en un elfo! Cap 9. El primer guardián.
Publicado en Nov 30, 2020
Prev
Next
Image
Mis ojos lo veían con claridad, pero mi mente estaba en una total confusión. Justo después de escuchar las extrañas y mágicas palabras de la señora Anhuar, las velas ardieron todas a la vez, dando un espectáculo inimaginable de colores explosivos, llamas ardientes y un fuerte viento que dejó en un caos toda la pulcra sala de evaluación. Una sensación fría me recorrió la espalda, haciendo que mi respiración se detenga unos instantes por el miedo.
 
Tras los segundos más largos de mi vida, de un momento a otro, todas las llamas fueron consumidas a la vez, quedando las 66 velas intactas, como si nunca se hubieran encendido. De no ser por el caos que quedó en el salón, y las caras deformadas de los adultos, nadie creería que algo así realmente pasó.
 
De pronto, un punto de calor comenzó a crecer detrás de mi lengua, obligándome a tragarlo por reflejo y arrastrarlo por mi garganta hasta atorarse en el pecho. Me costaba respirar por la presión en mis pulmones y la extraña energía caliente siguió bajando hasta caer pesadamente en mi estómago. El calor hizo hervir mis entrañas y, con ello, toda la sangre de mi cuerpo, elevando la fiebre más allá de lo soportable. 
 
Todo se volvió negro y dejé de sentir…
 
“¡NECESITAMOS UN MÉDICO AHORA!”
 

 

 
Tras experimentar un calor como del infierno, un abrazo de frío refrescante llenó cada parte de mi piel. Aún había dolor en mi estómago, pero ya no sentía la sangre hirviendo y mi mente, poco a poco, comenzó a recuperar su habitual claridad. Cuando sentí que podía abrir los ojos, una suave luz azul cubría toda mi visión, la cual no era nada incómoda, sino que muy confortable. Un hombre de mediana edad me llevaba en brazos mientras conversaba con la señora Anhuar.
 
“... un caso como este es bastante inusual, pero no es único. Por lo que me ha contado usted, recién pasó un evento que involucró altas concentraciones de energía astral. Desconozco cómo piensan los 66 divinos, pero, presumo que los dioses del fuego tuvieron una lucha interna por el poder, generando ondas espirituales que afectaron, por mera casualidad, el vínculo transitorio del bebé.” Con una voz pausada y respetuosa, el hombre daba su opinión sobre lo que me acababa de pasar.
 
“Si no le entiendo mal, me está diciendo que... ¿su alma fue incendiada por los dioses?” Anhuar se mostró muy preocupada, trataba de entender algo que iba más allá de su experiencia y comprensión. 
 
“Es correcto pensar en un incendio, pero no de su alma, sino que de su energía vital. De alguna manera, lo que le sucedió al bebé le consumió de tal manera su vida que, sino es porque usted me llamó en primer lugar, ya se habría convertido en meras cenizas y huesos. Conmigo aquí no le pasará nada más, le ayudaré profesionalmente a cuidar de él. Puede deshacerse tranquilamente de todos los demás asistentes que tenga.” Mientras daba su discurso de autoalabanza, el hombre descuidó la energía curativa que proyectaba en mí. Poco a poco dejé de sentir el frío refrescante, dando paso a un dolor que crecía sin piedad dentro desde mi estómago.
 
“¡¡¡Wuuuaaaaaaaaaaaahhhh!!!” Grité por todo el dolor en mi cuerpo. En ese mismo instante la luz azul me volvió a envolver, pero sus efectos ya no me aliviaban del todo.
 
“¡Ahh… está despierto!” La señora Anhuar exclamó con alivio. “Doctor Gial-Thirpenle, por favor, acompáñeme a la sala de cuidados, ya debería haber llegado la nodriza que alimentará al bebé de ahora en adelante. Mis disculpas por hacerlo llevar en brazos, pero ahora lo único que lo puede aliviar es su magia curativa.”
 
“¡No, no, no! Para mí es un honor poder acompañarla, no debe llamarme con esas formalidades, dígame solo doctor o Gial, como me llaman mis amigos. Además, considerando que estaré bajo su mando los siguientes meses, no es propio que se disculpe por indicarme mis funciones.” Mientras el doctor coqueteaba con Anhuar, pronto llegamos a una oficina pequeña, finamente decorada y con sillones dispuestos para tener una reunión o entrevista.
 
“¿Mmh? Ya debería haber llegado la nodriza. Dame un segundo.” Anhuar presionó su muñeca con dos dedos, luego se la llevó cerca de la boca. “La directora Anhuar al habla, se suponía que la nodriza estaría esperándonos en la oficina, ¿hay algún problema?” Pasaron unos segundos de silencio, cuando Anhuar se preparaba para hablar nuevamente, una voz alterada le respondió.
 
“¡Di-Directora! ¡N-No creerá lo que pa-pasó! Intenté contactarla antes, pero… ¡simplemente no doy abasto con la situación!” La mirada de Anhuar se puso rígida, algo así nunca había pasado en un lugar tan tranquilo como el orfanato. “No entiendo cómo, pero se corrió la voz que usted, la renombrada directora Anhuar, hizo un llamado público a todas las nodrizas que estuvieran interesadas en ser su asistente personal, ¡sin necesidad de experiencia previa!” Lo último hizo indignar a Anhuar, mostrando un claro desprecio a la situación.
 
“¿Sin experiencia previa? ¡Qué absurdo! ¿Por qué bajaría tanto los estándares de reclutamiento? ¡Mínimo ciento cincuenta años de experiencia comprobable! ¡MÍNIMO!” Sus fosas nasales se abrían junto con su respiración agitada. “Envíalas a todas al pueblo del que vinieron. Que solo se queden aquellas con ciento cincuenta… no, ¡doscientos cincuenta años de experiencia!” Con un golpe rápido en su muñeca, cortó la conversación y comenzó a hablar en voz baja, despreciando toda la situación al tiempo que se paseaba por la pequeña oficina. “¿Por qué…? ¿Quién pondría un aviso tan ridículo?...”
 
El doctor que me sostenía no se atrevió a hablar, en su cara se notaba la sorpresa por ver tal personalidad emanando de Anhuar. Alguien que seguramente era reconocida por ser seria, estricta y serena, de un momento a otro, había explotado en ira y desprecio. Una nota mental, de jamás causarle ningún problema, quedó marcada firmemente en el doctor Gial. Tras varios minutos de silencio, una puerta golpeó con suavidad antes de abrirse. Un hombre de baja estatura hablaba mirando hacia el suelo “Directora, la primera candidata espera.”
 
“¿La primera? ¿Cuántas quedaron después del filtro de experiencia?” Anhuar intentó calmar su anterior indignación al creer que, tal vez, había personas cualificadas entre las que quedaron. 
 
“Ve-veinticinco candidatas co-con más de doscientos cincuenta a-años de experiencia.” Tomó una larga respiración antes de continuar. “Pe-perdóneme directora, no pude quitar a más nodrizas, to-to-todas ellas estaban mu-muy enojadas con la si-situación. Además, las que que-quedaron traen grandes currículums y refe-referencias de importantes orfanatos de todo el im-imperio”
 
“¿De… de todo el Imperio acabas de decir?” Mientras el asistente asistía en silencio, Anhuar mostró una sonrisa muy distinta a su estado de ánimo anterior. Esa era una noticia realmente buena que no podría haber anticipado. Se acercó al doctor y me tomó en brazos, abrió la cobija que me cubría y recorrió con un dedo tembloroso sobre mis costillas. No había notado hasta este momento lo delgado que estaba mi cuerpo. “Con tantas nodrizas al menos podremos alimentarlo lo suficiente hasta que recupere su peso. Calculo que podremos contratarlas durante dos semanas hasta decidir aquella que se quedará hasta el final de su crianza. Hazlas pasar una a una, yo me encargaré de lo demás.”
 
El asistente se retiró en silencio. Anhuar y Gial se acomodaron en uno de los asientos de la oficina mientras esperaban con calma. A los pocos segundos, sucedió algo increíble, una persona, no, me corrijo, una real diosa entró a paso lento en la oficina. Sus prendas, de suave seda rosada, se dejaban caer con delicadeza sobre cada curva de su cuerpo. Su rostro, de blanco porcelana adornado con finos cabellos dorados, emanaba una belleza por la cual cualquier humano perdería la cabeza. Mis ojos se nublaron unos segundos por la conmoción. En ese momento, algo hizo click dentro de mi cerebro. Ella… esa diosa… sería mi… ¡¿MI NODRIZA?!
 
Sin notar la entrevista profesional que la señora Anhuar estaba manteniendo con la diosa, un sentimiento perdido en mi memoria resurgió en este momento. Mi vida anterior era normalmente un lejano recuerdo que nunca recordaba con claridad. Sin embargo, recordé las sensaciones en mi cuerpo cuando fui adolescente, luego con mi primera novia, luego la segunda, la tercera y… 
 
“No tengo más preguntas. Estás altamente apta para pertenecer al orfanato como mi asistente personal. Bajo mi tutela, aprenderás las más refinadas técnicas de crianza y tu fama solo irá creciendo con el tiempo. Ahora solo resta que nos demuestres tus habilidades como nodriza.” En ese momento, Anhuar se levanta y me deposita en los brazos suaves y delgados de la diosa de cabellos dorados. Tragué la saliva acumulada en mi boca y un fuerte sonido vino de mi garganta. “Como notarás, el bebé está bastante desnutrido, pero no te preocupes, basta que lo alimentes como siempre lo sueles hacer.”
 
¿Dijo que me ‘alimente’? Querrá decir con eso que…
 
Antes de asumir lo que sucedería, la hermosa mujer que me sostenía, con un movimiento delicado de muñeca se tomó el cuello de su prenda y lo jaló hacia un lado. Entre los suaves pliegues de sedas, emergió un punto rosado que se acercó con mucha lentitud a mi boca. Mientras casi grito de la impresión, un olor a leche fresca llenó mi nariz. En ese instante, una energía ardiente comenzó a recorrer todo mi cuerpo, el dolor en mi estómago pasó a convertirse en un hambre voraz, como si despertara un instinto básico que rogara ser satisfecho. Antes de llegar a su pecho descubierto, mi deseo fue tan fuerte que impulsé mi cabeza con fuerza y estrellé mi boca, cubriendo todo lo que pude antes de comenzar la succión.
 
Ah… ser alimentado… por una diosa… este es realmente un mundo de fantasía… yo… ¡yo no me arrepiento de nada!
 
Con más fuerzas seguí succionando, la leche entró a goteo al inicio, pero ahora entraba como un fuerte río que llenaba mi boca y pasaba directamente a mi estómago. Era como intentar tragarse el mar, el delicioso líquido no paraba de salir y el gozo en mi cuerpo llegó a su punto máximo. De un tirón, más fuerte del necesario, mi boca fue separada de tal manjar.
 
“¿Está todo bien?” Preguntó Anhuar al ver que el rostro de la nodriza se puso un poco más pálido. “Todo bien directora, solo cambiaré de lado para que le sea más fácil beber.” Dio vuelta mi cuerpo entre sus brazos, destapando su otro pecho ante mí. Sin perder más segundos, me adelanté a sus lentos movimientos y choqué de frente contra ella, volviendo a succionar con toda mi fuerza. La leche volvió a inundar mi cuerpo, sin embargo, por más que tragaba y tragaba, era como si nunca el líquido llegara a mi estómago.
 
Cuando sentía que el chorro de leche se convirtió en un goteo inconstante, fui separado nuevamente del pecho. La hermosa mujer me devolvió a los brazos de Anhuar y se fue rápidamente tras dar una corta excusa. Su rostro pálido y su caminar tambaleante hizo notar que no estaba en su mejor condición física. Sin darle mayor importancia, Anhuar mandó a llamar a la segunda candidata. Esta era tanto o más hermosa que la anterior, pero lo realmente preciado para mí no estaba en su rostro, sino que en sus enormes pechos que anunciaban estar llenos de preciada leche. El ciclo fabuloso de beber sin límites continuó intermitentemente, las candidatas a nodriza llegaban con su mejor sonrisa y disposición, pero, a pesar de las palabras de adulación que les daba Anhuar, todas se disculparon y arrancaron despavoridas, con el miedo reflejado en los ojos de cada una de ellas.
 
La candidata número veinticinco entró con la misma actitud humilde y amigable que las anteriores, con toda la confianza me tomó en sus brazos y comenzó a alimentarme. Mi estómago a esa altura estaba ya levemente satisfecho, la pesadez que sentía era mínima comparada al dolor insoportable de antes. Esta vez, succioné un poco más lento para disfrutar cada gota de placer.
 
“¡Muy bien! Se nota que tienes mucha experiencia alimentando bebés. A diferencia de las anteriores, contigo se mostró menos ansioso y hasta parecía disfrutarlo.” Anhuar era toda sonrisa y halagos, el que las anteriores candidatas arrancaran desesperadas le causó pesar, estaba segura que ninguna de ella volvería al trabajo. “Por hoy no necesitará más alimento, por favor, vuelve mañana con tus artículos personales y te instalaremos en nuestras habitaciones. ¡Gracias por venir!” Tras una respetuosa reverencia, la última nodriza se fue a paso lento y estable.
 
“Ah… al fin terminó.” Dijo el doctor Gial, quien estuvo todo el tiempo estupefacto mirando belleza tras belleza alimentarme. En lo profundo de su ser, deseó ser un bebé desnutrido. Puso su mano sobre mi frente y una energía fría me recorrió completo. “Sus signos vitales están estables y no hay mayor daño por lo que anteriormente le sucedió. Con la nueva nodriza podrá ponerse al día con el peso, aunque…” Detuvo sus palabras al mirar con atención mis costillas. “... creo que ya ha recuperado algo de su peso anterior. Esto es realmente un gran pronóstico, directora Anhuar. Por ahora no será necesaria mi ayuda así que me retiraré a mi nueva habitación. Tiene mi comunicador, puede llamarme cuando guste.” Se puso de pie con elegancia, dando una breve reverencia antes de salir de la oficina.
 
Durante unos minutos, Anhuar me miró con cariño y algo de preocupación. Volvió a tocar mi cuerpo con sus dedos, notando que mis costillas ya no se marcaban tanto como antes. “Eres un bebé muy especial, creo que los dioses tienen planes más grandes pensados para ti de lo que podríamos imaginar.” Me sonrió al tiempo que acariciaba una de mis manos. “Ahora a dormir, antes tenías tanto apetito que comiste veinticinco veces sin quejarte. Definitivamente con esas ganas de vivir, crecerás sano y te convertiré en un niño bien educado, listo para ser adoptado por una familia decente.”
 
Mientras me cargaba en brazos hasta mi habitación, el sueño fue apoderándose lentamente de mí. Ya en mi cuna, no había necesidad de hacerme dormir, mis ojos se cerraban lentamente al tiempo que Anhuar se despedía y me dejaba solo. Cuando ya sentía que estaba entrando en un sueño, una voz emergió dentro de mi mente.
 
“¡Sí! ¡Así se hace! je je je... ¡Sigue comiendo mi pequeño mortal! ju ju ju… cada vez que llenes tu estómago podré también comer yo ¡Y SOLO YO! ¡NO LOS DEMÁS DIOSES! ja ja ja… ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí…! Ah… ¿Este sabor es real? ¿Tan deliciosas son todas las almas reencarnadas? ¡Hasta el día de hoy solo había comido basura! ¡Esto es realmente digno de un dios! ji ji ji ¡Seré la envidia de todos! ¡Y TODO ES PARA MÍ!.... jo jo jo…”
 
Junto con tales palabras sin sentido, una imagen borrosa fue aclarándose en mis sueños. En ella, un enorme ser, similar a un cerdo viejo y desnutrido, agitaba las alas de su espalda al tiempo que tragaba con desesperación una misteriosa energía dorada. Sin lograr entender lo ridículo de la situación, el cansancio fue más fuerte y mi mente se fue a negro.
 
Esa noche, una luz que se sentía familiar, me recorrió toda la piel, llenando de vitalidad cada una de mis células.
Página 1 / 1
Foto del autor Paulo Conu
Textos Publicados: 19
Miembro desde: Nov 03, 2020
0 Comentarios 60 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

¡Reencarné en un elfo! Una persona vive múltiples aventuras hasta el momento de su muerte, donde todo acaba... ¿o no? ¿Qué harías si, tras morir, despiertas en el cuerpo de un bebé? ¿Y si ni tú ni tus padres fueran humanos, sino que elfos en un mundo de fantasía? Novela web que trata el tema de la reencarnación fantástica, donde una persona de nuestra realidad debe adaptarse a un nuevo cuerpo y a un nuevo planeta. Todo es diferente a lo que conoce y en nada se parece a los cuentos de hadas que de niño leyó. Aventuras, magia, sucesos extraños, utopías y distopías, acompáñame en el camino para conquistar la nueva vida que el "destino" le entregó.

Palabras Clave: elf elfos magia reencarnación fantasy fantasía isekai nuevo mundo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía


Creditos: Conu

Derechos de Autor: Reservados


Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy