28.04.00
Reflexión hacia tu querer.
Te ame y lloré, pero sin embargo no pude besarte, solo una suave caricia de parte de ti hacia mí, jamás olvidare esa tarde que me dijiste -Te quiero- fue como la felicidad después de una gran tristeza.
Te conocía desde hace años, pero no pude fijarme en ti y solo en las últimas semanas que me quedaban en aquella recordada escuela me enamoré tan profundamente de ti que mis días eran solo alabanzas para tu ser.
Aquellas miradas que me regalabas me daban todo un universo de amor infinito hacia ti, en tus ojos estaba todo, lo que en otros no he podido encontrar y que creo que ya nunca podre hallar.
Eres la gaviota que tuve corto tiempo en mi poder, que sin embargo aprendí a querer como a ninguna otra en este mundo. Un saludo en el tiempo María, Peque.