Somos una tripulación bestial revolcados
en rodajas del país que fue.
Gritos sagrados que supimos conseguir,
eternos laureles por los que juramos morir.
Sin embargo este naufragio nos pertenece, lo
hemos creado a nuestra imagen y semejanza, lo
hemos dotado de botines disputados por los grandes,
botines que le caben a un pobrerío gigante.
Extraviamos rumbos en la condena de un tiempo
ingrato.
Soñamos con timoneles que liberen los presagios.
Marineros en la solitaria altamar de una confesión
dantesca.
Capitanes que apuestan sus insignias a borrar
la indisciplina que se siembra.
¿En que puerto anclaremos los jirones de esta
aventura desalmada que se refuerza en el temple
de añoranzas pasadas? 
 ¿O es que viviremos soltando amarras al incierto
destino de puertos reparadores?
¿O es que aún soportaremos abordajes de piratas
tenebrosos saqueadores de los frutos y el paisaje?
¿O es que núnca terminaremos de unir este archipielago
despiadado en que encallamos?
Somos un barco fantastasma cuyo enigmático derrotero
todavía es fiel argumento de novelas, ensayos y poesías