T U R C A S
Publicado en Oct 06, 2009
a Javier Garcia Fernandez Una noche de otoño deambulando por los arrabales de Belgrano, con la mirada puesta en un horizonte de muzzarella y vino tinto, este escritor frustrado se topó con un ángel reo que a fuerza de mangarlo para hacerle mas plácido el paseo con alguna de sus historias terminó develándole algunos pequeños secretos que uno siempre creyó habitaban el mundo de los mitos y la fantasía. -Las diosas orientales existen- me dijo. Yo me quedé perplejo pues venía pensando en la mujer y en la femineidad como una inherencia de la masculinidad, nada más sencillo y complicado a la vez. El ángel reo prosiguió con su revelación ...- Acá les decimos "turcas" porque tienen una miscelánea fascinante de esencias aromáticas y el cuerpo siempre promete aventuras dignas de ser exploradas. Fijate sino en los ojos y en la nariz, son inconfundibles y la piel, son las arenas de las mil y una noches. Quien pudiera ser Ali Baba o alguno de los cuarenta ladrones para robarse ese prototipo y calcar cada pequeño gesto y palpar cada sugerente forma y... - Pará viejo, pará - bramé furioso. -A vos te echaron del paraíso por mujeriego o me estas haciendo creer que las "turcas" son algo fuera de serie y que la fogosidad que les atribuyen es una realidad tangible- pregunté visiblemente crispado El ángel hizo un gesto de molestia por mi abrupta interrupción y se limitó a aconsejarme -Si alguna vez te cruzas con una "turca" y mira que por Belgrano abundan, cuidate. Hace unos días me batieron que un mortal como vos fue devorado por esta especie de mujer. Quien sabe si el pobrecito no estará mejor así porque si llegan a pescarte sus redes, difícilmente puedas no sólo escapar sino también ser el mismo.- Y así como apareció de golpe, se fue, riéndose de mi asombro. Debo confesar que a mi me entró a correr un frío helado rayano con el terror, porque pensé que mi mala suerte hereditaria podía ponerme en cualquier esquina una "turca" hambrienta dispuesta a todo. Lo cierto es que pude llegar a casa sano y salvo, no sin una sensación de pánico que me asaltaba cada vez que alguna mujer cruzaba sus ojos con los míos. Ahora que paso un tiempo y que pude dar con el Manual de Defensa Antiturcas, casualmente encontrado en la librería de un amigo en la calle Olazabal, estoy un poco más tranquilo, porque a pesar que el ángel reo no volvió a cruzarse en mis caminatas, quedó flotando en el aire su advertencia implorante y como uno fue inculcado -para colmo de males- en las enseñanzas de sus mayores, a veces termina creyendo cualquier cosa. Por eso cuando me preguntan acerca de las "turcas" trato de omitir fanfarronerías espontáneas como archiconocidas tesis sobre el levante y temeroso digo que no creo que existan pero que las hay, las hay. Jorge Dossi - 20-04-1989
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Jorge Dossi
Un calido abrazo.
Jorge
Gabriel F. Degraaff
Jorge Dossi